Se ha puesto medio de moda por estos días (cuando escuchamos a los conspicuos analistas burgueses afines al gobierno de turno) el llamado a “no boicotear a la Argentina”. Un discurso similar al que usara en su momento la ex presidenta Cristina Kirchner durante su segundo gobierno.
Está claro que ya no les da el piné para utilizar esa frase dirigiéndola a las corporaciones sindicales, ya que es más que obvio que las mismas funcionan como verdaderas gerencias de las empresas para encorsetar la lucha obrera.
Esos llamados a “la paz social” tienen otro destinatario: trabajadoras, trabajadores y el pueblo en general. La burguesía en el gobierno observa lo mismo que nosotros: un pueblo cada vez más alerta, movilizado y en lucha por su dignidad que les ha sacado la ficha a las nuevas intentonas del gobierno y no está dispuesto a esperar más nada, ni a seguir pisoteado.
Tampoco les da ya el piné para apuntar a los empresarios porque “ganan formidables sumas de dinero”. A la vista de todos aparecen sentados gobierno y empresas en la misma mesa como prolijos comensales de un mismo banquete.
En la etapa del capitalismo monopolista de Estado los que mandan son los capitales, esa es su lógica. Las ganancias que las grandes empresas obtienen en nuestro país lo hacen superexplotando a los que trabajamos y saqueando nuestras riquezas, en realidad en un circuito global que sostiene financieramente al sistema capitalista a nivel mundial, en manos de un puñado de monopolios que se han hecho dueños de todo el planeta, produzcan donde produzcan.
El gobierno de los Fernández, fiel a su estilo de gran conciliador de clases, reparte culpas pidiéndonos que tiremos juntos para adelante, que hagamos el esfuerzo entre todos para sacar adelante la Argentina.
Ahora bien, ¿Quiénes son los que en realidad nos boicotean? El verdadero boicot es el que estamos sufriendo argentinas y argentinos en manos del gran capital monopolista y sus empresas.
El saqueo permanente de nuestros recursos naturales, la destrucción indiscriminada de regiones enteras, los negocios financieros la exportación multimillonaria de ganancias obtenidas en base al trabajo de millones, la evasión, el contrabando, los fraudes en las declaraciones de exportación, y así, un sinnúmero de maniobras que son las que verdaderamente están boicoteando nuestro presente y nuestro futuro.
El mismo boicot que llevan adelante esas mismas grandes empresas que han decidido elevar la productividad con una mayor superexplotación, sometiendo a condiciones infrahumanas a los que todos los días nos levantamos para ir a trabajar, estando 12, 14 o más horas lejos de nuestras familias, superexplotados y por salarios cada vez más devaluados.
Los pedidos de apoyo que realiza el gobierno es bien clasista: responde a los intereses inmediatos de los grandes monopolios.
Este gobierno funciona, ejecuta, planifica y acciona en base a las políticas que demandan las grandes empresas monopólicas radicadas en nuestro país, aumentando sus márgenes de ganancia en base a una mayor explotación de la clase obrera y a una mayor postergación para las amplísimas mayorías populares.
Arrancarles a estas lacras el poder que detentan en sus manos, es el único camino que tenemos como clase obrera y como pueblo para pensar en un futuro digno para nuestras familias.
Y es cierto, será revolucionario o no será nada.