La guerra entre los capitales a nivel mundial es permanente.
El incesante proceso de concentración y centralización del capital produce enfrentamientos en el plano comercial, diplomático y político que se dirimen día tras día, en el frenético devenir de la competencia interimperialista.
Lo que hoy sucede en Ucrania es la continuación de esa guerra, ahora en el plano militar.
Ningún marxista-leninista puede caracterizar a esta guerra como una guerra justa, dado que aquí lo que se dirime es la supremacía entre países imperialistas, y no los intereses del proletariado.
Mucho menos, se puede ni se debe tomar partido por ninguno de los bandos en pugna; eso significa, lisa y llanamente, la claudicación absoluta de los principios revolucionarios.
Nuestro Partido se pronuncia claramente en contra de la guerra imperialista que, como primera y más grave consecuencia, traerá muertes, sufrimientos y padecimientos a los pueblos de la región mientras los señores de saco y corbata dan sus estudiados discursos nacionalistas o en defensa de la “libertad” al mismo tiempo que negocian sobre los cadáveres provocados por su guerra.
Estar en contra de esta confrontación militar es una obligación de principios para los revolucionarios que en cada uno de nuestros países luchamos contra el capitalismo, por su destrucción y reemplazo por un modo de producción socialista.
Es llevar al plano del internacionalismo proletario los mismos principios que guían nuestra lucha y nuestro enfrentamiento antagónico contra una clase que, ante su senilidad, no tiene límite alguno para intentar sostener su dominio sobre los pueblos del mundo.
En ese mismo sentido, los pueblos (y los revolucionarios junto a los mismos) debemos intensificar la lucha y el enfrentamiento en cada país.
Rechazar la guerra implica al mismo tiempo redoblar la contienda clasista que socave los pilares de la dominación burguesa y abonen el camino para consolidar la construcción de alternativas revolucionarias.