Nuestro Partido no busca posicionarse en el arco electoral. Trabaja intensamente por instalar la propuesta de poder de nuestro programa revolucionario.
Uno de los aspectos básicos en el que batallamos en la lucha de las ideas es el carácter “representativo” del actual sistema “democrático” en nuestro país.
Como lo afirma la propia Constitución Nacional en su Artículo 22: “El pueblo no delibera ni gobierna, sino por medio de sus representantes y autoridades creadas por esta Constitución. Toda fuerza armada o reunión de personas que se atribuya los derechos del pueblo y peticione a nombre de éste, comete delito de sedición”.
Décadas y décadas nos vienen machacando sobre esta cuestión. La burguesía (al amparo de la Constitución Nacional) ha impuesto el artículo 22 con el que tiñe todo concepto democrático del sistema vigente.
Es decir. “yo no puedo deliberar ni gobernar sino a través de mis representantes”.
O lo que es lo mismo: “de la casa al trabajo y del trabajo a la casa”. La política es para los que “saben” y a ellos nos subordinamos.
Palabras más palabras menos nos hemos criado en esa concepción y parecería ser que no hay otra alternativa.
Pero la vida y la experiencia vivida es muy fuerte.
El carácter de ese tipo de democracia (delegar a nuestros representantes) no es patrimonio del sistema político en sí mismo. El concepto es más amplio y el mismo se aplica –por ejemplo- en la representación gremial. En donde -en algunos casos como en el gremio del neumático- la lista Negra le puso nombre y apellido y lo llaman “el método”: consiste en llamar a asamblea para que la misma “delegue” en los “representantes” la negociación.
El papel de la asamblea es votar “el método”, es decir no debatir y ejercer la “representatividad para “negociar” con la empresa.
Es aquí en donde nuestro Partido inserta la lucha de ideas para insistir una y otra vez que a la democracia representativa se la combate con más democracia directa. Son dos propuestas antagónicas que no pueden ni deben convivir. Ni en lo político ni en lo gremial.
¿Cómo es posible hablar de democracia cuando en empresas con una fuerte presencia de obreros el promedio de delegados no supera el 1%?
Y están para abordar solamente temas de derechos gremiales ya ganados…
Cuando hablamos de democracia directa, por el contrario, estamos hablando de una fuerte representatividad que viene de cada sector y, a la vez, eleva el estado deliberativo con la intervención de la clase en el plano político.
Es una política de Estado y de interés de la clase dominante que la clase obrera no haga una política que represente sus intereses de clase.
Esta misma burguesía que se ampara en el artículo 22 de la Constitución Nacional se ha encargado de batallar contra la existencia de un Partido de la clase obrera que represente sus intereses.
Pero la historia de la clase obrera en nuestro país le ha dado una gran lección al poder burgués asimilando que la construcción de un Partido del proletariado como el nuestro supo cuestionar su poder omnipotente en la década del 70.
La construcción del Partido de la clase como el nuestro levanta una bandera fundamental, revolucionaria, impulsando la democracia directa en las bases obreras y todo lo que ello conlleva. La deliberación y a la vez la ejecución de lo que se vota en cada sector de la producción, con plena participación de todos los compañeros y compañeras.
Es una política de participación, deliberación, ejecución con metodología y organización antagónica a la propuesta de “representantes” que baja la burguesía en el poder del Estado.
Entendemos el desprecio de las y los obreros y trabajadores por la política, por los políticos y por los partidos políticos que representan los intereses de la burguesía.
Pero es un grosero error confundir toda esa miseria con la necesidad de construir un Partido político de nuestra clase, para hacer confluir todo el potencial verdaderamente democrático existente en el corazón de las bases, hacia el objetivo de la lucha por el poder. Un poder político basado en el poder de la clase obrera y el pueblo, desde la práctica de la democracia directa.
Basta con los miedos a la independencia política y a la organización política cuando la misma ya está caminando a pesar de las piedras en el camino que ha enquistado el poder burgués durante décadas.
La actual resistencia ascendente de nuestra clase obrera está dando pasos en la dirección correcta de hostigar el plan de la clase dominante. Pero es hora de fortalecer el plan político revolucionario con una cada vez mayor presencia proletaria en las filas del Partido de la clase, para sostener el actual plan revolucionario.