Estamos llegando a niveles de pobreza y necesidad muy grandes.
No es que no lo hayamos vivido antes, en otras épocas. Pero a diferencia de esos momentos de nuestra historia, en los cuales había ciertas posibilidades de alguna mínima recuperación económica (siempre hablando del pueblo) hoy asistimos a una crisis política y económica del sistema capitalista que es estructural. Es decir: no hay espacio o posibilidad de volver a nada de lo ya vivido en otro momento.
Justamente eso es lo que nos quieren hacer creer los gobiernos turno, oficialismo y oposición, izquierdas y derechas. En épocas de discursos vacíos, circos electorales, paritarias truchas con “grandes cifras” pero en cómodas cuotas que en los hechos no resuelven nada… Todo parte del perverso juego de la burguesía porque la clase dominante maneja los precios y listo el pollo.
¿Qué nos queda por hacer?
Más que nunca la disyuntiva es revolución socialista o caricatura de revolución.
Los que pregonan o actúan bajo el lema “del mal menor”, o se agarran de discursos con tinte revolucionarista (pero que en los hechos sostienen el sistema) seguirán un camino sin salida o serán el furgón de cola de más de lo mismo.
La verdadera opción que no tiene una fecha ni una hora exacta, y es tomar un camino distinto.
Es seguir avanzando hacia un proyecto revolucionario de las y los trabajadores y sectores populares, un proyecto para nosotros mismos.
Es ir creando poder popular en la medida que vamos dando batallas por nuestras reivindicaciones más sentidas, contra las injusticias y nuestros derechos. Pero siempre con la mirada y el objetivo en crear poder, poder local, un movimiento revolucionario en función del objetivo mayor y estratégico que es la toma del poder y la revolución socialista.
Allí donde estemos (fabrica, empresa, escuela, hospital o barrio) con independencia política, con las bases tomando decisiones en asambleas, llevando esas decisiones con protagonismo y siempre teniendo bien claro que vamos a avanzar y a crecer de lo pequeño a lo grande, con paciencia y perseverancia, con avances y retrocesos.
Porque somos parte de la lucha de clases con la convicción que nada nos puede apartar de ese camino y de nuestros objetivos.