Como decimos en la Editorial de nuestro periódico El Combatiente de mayo: “En algunas vanguardias trabajadoras puede verse de forma incipiente una tendencia en donde se empieza a llevar adelante las demandas con organización propia, dado que las estructuras sindicales confirman su papel reaccionario y anti obrero”.
Esto viene agudizado la lucha de las clases y ensanchando la fisura entre los intereses de los monopolios y el pueblo trabajador, y la respuesta de la burguesía es la reacción.
Un ataque sistemático frente al mínimo atisbo de movilización que surja desde las bases en las fábricas y centros industriales, en donde no faltan al chantaje y a la extorsión, con los sindicatos jugando el papel de gendarmes, por supuesto.
Todo esto eleva un escalón las responsabilidades del partido revolucionario y la vanguardia obrera, más aún si tenemos en cuenta que hay un corte histórico entre estas nuevas generaciones y la experiencia histórica de su propia clase.
En esta breve nota nos queremos referir al tema de recuperar la dignidad colectiva de la clase, la pertenencia y la identidad de la misma, ya que lo consideramos un paso indispensable y base objetiva para avanzar en la conciencia de clase.
Las actitudes espontáneas -y no tanto-, de individuos y de grupos que a diario y heroicamente resisten los atropellos, maltratos y arbitrariedades de las empresas y sus siervos, empiezan a marcar una nueva disposición en sectores de la clase obrera.
Esto es así, pero las actitudes individuales no alcanzan para recuperar el respeto como trabajadores frente a lo que muchas veces es un orden dentro de las fábricas en donde no se ha ganado la legalidad política.
Tenemos que seguir organizándonos de pequeño a lo grande para enfrentar todo lo que genera indignación y repudio (los manoseos, el maltrato y los abusos). Hay que seguir generando lo más amplio que se pueda la propaganda en torno a estos problemas y promover un primer nivel de organización de base.
El tema de la solidaridad es otro fenómeno que permite avanzar en nuestra pertenencia como clase: desde los sucesos de la vida misma, acompañando y apoyando a las y los trabajadores vecinos en sus luchas, ayudando a resolver las dificultades de las y los compañeros en momentos difíciles, en problemas prácticos, nos hacen reencontrarnos con nuestra naturaleza de clase y fortalecen la sensibilidad revolucionaria.
Las actividades culturales, sociales y deportivas de todo tipo sirven para conocernos, confraternizar y conocer los problemas comunes, además que nos permiten insertar las razones y los motivos de la situación en que nos encontramos, el debate en torno a los problemas nacionales y el lugar que como clase ocupamos en la solución de dichos problemas, dándole día tras día mayor contenido político.
La unidad y la identidad de clases es un paso necesario para la conciencia de clase.
Y esto irá ocurriendo en la medida que las orientaciones y la dirección revolucionarias del partido de nuestra clase llegue cada vez con mayor profundidad a las masas obreras, en donde irá teniendo un peso cada vez mayor la experiencia en la lucha económica y los pasos que pudieran haberse dado en la lucha política, para ir descubriendo las causas de fondo de los problemas que nos aquejan y poder asumir el papel que el proletariado tiene en la dirección de la sociedad.