Detrás del conflicto “del neumático” y de muchos otros se están sintetizando las conductas de las clases en pugna a nivel nacional.
De un lado de la barricada las empresas, el SUTNA, y las políticas del gobierno.
Del otro lado la clase obrera.
Un conflicto que lleva más de cinco meses y que tiene detrás importantes luchas históricas de fuerte influencia nacional.
En el presente y como resultante de este período transcurrido, el conflicto se sostiene porque el obrero del neumático sostiene su dignidad de clase y no traiciona su odio de clase.
Se comporta como clase.
De ninguna manera el SUTNA puede o intenta dar una respuesta a los problemas más acuciantes y actuales de la clase. Cabe recordar que este sindicato (sin consulta previa con los trabajadores y trabajadoras) forma parte hoy de una CGT compuesta por el excremento dirigencial, representantes directos de las empresas.
Estamos hablando de los dirigentes de este sindicato que hace pocas horas insistió en la idea de una “lucha sin cuartel” y “sin plan B”.
Es que no puede ser de otra forma. No hay plan B porque saben que la idea central de esta histórica clase obrera es resistir la impune “negociación” por arriba y esa es la experiencia que sigue pesando en cada uno de los trabajadores y trabajadoras. La patronal y el SUTNA intentan disciplinar a la clase, darle un escarmiento y en ello ponen toda su fuerza institucional.
La complejidad del momento político internacional y nacional de profunda crisis (que lo atraviesa todo) repercute en el conflicto del neumático. Existen un mar de contradicciones de ese lado de la barricada en donde reina la incertidumbre. Medidas que se toman con el consentimiento del SUTNA, hoy sirven y mañana no. Las automotrices importan neumáticos, contratan servicios aéreos para transportar semejante cargamento, pero ayer las y los trabajadores de Lufthansa entraron en huelga. Esa complejidad es la profunda crisis política de la burguesía en general y la del neumático en particular.
Del lado de los obreros y obreras, el conflicto abierto tiene otras aristas a tomar en cuenta.
Volvemos a repetir: si hay cierto grado de “verdadera conflictividad”, primero y principal está sostenida por la tradición de lucha de la clase.
Pero el conflicto desatado por “arriba” está desplegado por una dirigencia sindical que le ha tomado el gustito a recibir y ejecutar las políticas de disciplinamiento a la clase, y a la vez, desviar el centro de atención a dos problemas fundamentales que aquejan a la clase obrera argentina y asalariados.
- La lucha por el salario.
- El enfrentamiento a las actuales condiciones de trabajo que afectan en forma directa la dignidad humana.
Dos aspectos centrales que exigen a la clase experimentar en el terreno de la independencia política y metodológica. Resistir desde nuestros intereses y abandonar la subordinación que nos quieren imponer, llevándonos a un callejón sin salida.
El gobierno anunció sus medidas de ajuste y ellos apuntaron a la baja salarial. Atacar el ya bajo poder de compra de nuestro salario y de hecho poner en práctica la flexibilización laboral.
Empresarios y SUTNA llevan cinco meses con “negociaciones” a espaldas de la clase, ajustando e intentando liquidar la historia de lucha. Que nos olvidemos a qué clase pertenecemos.
Independencia política es recorrer un camino no propuesto por “los de arriba”, por los intereses que defiende la clase dominante. Independencia significa llevar una lucha por un salario digno que a esta altura se transforma en una lucha política, porque pegada a ella está la lucha por condiciones de trabajo que permitan a la clase una vida digna.
Pero tal independencia se logra cuando el debate político se hace al lado de la máquina, con todas las compañeras y compañeros del sector.
Resistir y rebelarse desde la base, que la empresa y el SUTNA se subordinen al mandato que viene de abajo.
Independencia política y de acción es preparar el verdadero enfrentamiento y dejar de “agitar paritos” que solo conducen al desgaste y al sufrimiento del obrero del neumático. Sin independizarnos de “estos señores” nuestra clase no podrá reafirmar el cúmulo de experiencias y de triunfos logrados a lo largo de los años.
Los compañeros y compañeras más dispuestos deben impulsar la democracia obrera en cada sector, abrir el debate político, preparar desde la resistencia más pequeña a la más grande el poder de fuego de nuestra clase.
Ellos vienen por todo, ese es su mandato. Así lo intentaron cuando pusieron seguridad privada al control de la producción. Se resistió en la base y fue un logro que esa medida se retirara en una asamblea en FATE. Ni corto ni perezoso el SUTNA se quiso atribuir el triunfo, una vieja práctica de las fuerzas políticas electorales para sumar votos y tener representantes tanto sea en un parlamento o en un sindicato.
En la base se cuestiona la actual situación, pro el espíritu es de lucha, pero se acatan ciertas mediadas de “arriba”. Se dice: “no hay otra” pero en las asambleas hay obreros y obreras que lloran porque no soportan más la presión por la subsistencia.
A esto es a lo que hay que reaccionar y romper lanzas con los mandatos de arriba. Ir con decisión a las bases y ordenar el reclamo político por el salario y condiciones dignas de trabajo. Organizar la rebeldía y confiar en nuestros compañeros y compañeras.
Nuestro partido no tiene “un plan B”, tiene un proyecto político que desde la lucha y la organización den un sentido concreto para recorrer un camino que lleve al poder a la clase que lo produce todo y no decide nada.
Tenemos que impulsar el verdadero conflicto con la clase dominante. Proponemos:
Instalar urgente la consigna por aumento de salarios y resistir en la base toda reforma laboral.