Las protestas desatadas en Irán fueron creciendo en intensidad a lo largo de los días, a partir de la muerte de la joven kurda Mahsa (Zina) Amini la semana pasada, que había sido detenida por la Policía Moral del país.
¿El motivo? Llevar mal colocado el hiyab, en un país que hace cumplir de manera estricta las prohibiciones dirigidas hacia las mujeres, dentro de las cuales el cubrir el cuerpo y el cabello resulta central.
La joven fue detenida y falleció tres días después. Las mujeres que infringen estas normas, son detenidas por esta “policía moral” y conducidas a “centros de educación”, en un contexto en el que el aparato represivo del Estado cumple un rol primordial.
La represión policial ya se cobró la vida de más de 30 personas: la policía utilizó balas de guerra y perdigones, en distintas ciudades del país.
Las mujeres especialmente, salieron a las calles, muchas arrancándose el velo, en señal de repudio a un Estado teocrático y muy preocupado (como todos los Estados del mundo) en defender los intereses de las grandes empresas monopolistas, vinculadas en el país persa, especialmente, con el petróleo.
Para llevar adelante su cometido, recurre a vetustas tradiciones religiosas, que ya no se sostienen y, ante el hartazgo del pueblo, a la represión lisa y llana.
Hay que señalar que estos graves sucesos se dan en un contexto de profunda crisis económica y política, con una inflación en alimentos del 90 %, escasez de agua, huelgas y protestas que comenzaron a principios del presente año.
No olvidemos el auge de masas que sacudió al país en el año 2019, la huelga de los petroleros el año pasado, y las crecientes organizaciones de masas (de obreros y estudiantes) que alimentan una lucha de clases cada vez más aguda.
“Muerte al dictador” (en referencia al líder supremo, el ayatola Alí Khameini) “Mujer, Vida y Libertad”, gritan en las manifestaciones las mujeres, organizadas de manera creciente en diferentes movimientos desde hace varios años. De hecho, el régimen de Irán ha condenado a muerte a varias activistas.
Apoyamos de manera ferviente la lucha del pueblo de Irán por la conquista de las libertades políticas, contra el Estado fascista y su régimen dictatorial. Abajo la Patrulla de Orientación y la Policía de la Moralidad.
Repudiamos a la vez el oportunismo de las naciones de occidente como Francia o Estados Unidos que levantan la voz “humanitaria” e imponen sanciones económicas que a nadie le importan, cuando sus propios estados reprimen a sus pueblos de manera despiadada (chalecos amarillos, asesinato de Floyd, solo para citar ejemplos recientes).
La lucha de clases aumenta y se tensa en todo el planeta, esto es innegable: debemos prestar atención a estos movimientos que muestran un grado de organización creciente, que se levantan contra el yugo del capitalismo y sus representantes, sean estos dictadores militares, o políticos de la democracia burguesa.