Una de las formas en las que se expresa la dominación burguesa es hacer aparecer como “normal” situaciones que, si se las analiza un instante, son anormales por donde se los mire.
Una batería de ideas que apunta a modelar lo que denominan “sentido común”, que no es otra cosa que justificar o directamente esconder la esencia inhumana del capitalismo.
Sistema que basa su funcionamiento en la explotación que ejercen unos pocos dueños absolutos de los medios de producción sobre la inmensa mayoría de la población, que sólo cuenta con su fuerza de trabajo explotada por los capitalistas para intentar sobrevivir.
Se utilizan frases hechas como: “lo importante es tener trabajo” (no lo que nos pagan por el mismo); “que las empresas dejarán de invertir” si nos rebelamos y peleamos por nuestros derechos; “que hay que ser pacientes y ayudar para que salgamos adelante” en las épocas de crisis; y que luego “llegará el momento en que los beneficios nos lleguen a todos”.
Y repiten una y otra vez estas mentiras para que terminan apareciendo como verdades.
Otro ejemplo: se habla como si se tratara “del clima” acerca de la cantidad de personas que sufren hambre en el mundo; se repiten frases como “siempre hubo pobres” para referirse a los millones de habitantes que, en pleno siglo XXI, viven en condiciones infrahumanas; los gobiernos hablan de crisis y advierten a los pueblos sobre sus consecuencias, mientras por la ventanilla de al lado desembolsan billonarios salvatajes a los bancos y empresas capitalistas. Y así podríamos seguir un rato largo.
Los datos que recientemente se conocieron respecto a los índices de pobreza en nuestro país reflejan lo que decimos. Según el INDEC, el 36,5% de las personas son pobres, disminuyendo 0,8 puntos respecto al mismo período del 2021. Sin embargo, la indigencia aumentó del 8,2 al 8,8%. Esto demuestra que los pobres son cada vez más pobres, y que el aumento de los precios en bienes de consumo para subsistencia son mayores que la inflación general. Las consecuencias son calamitosas para nuestro pueblo: el 50,9% de las y los chicos de entre 0-14 años viven por debajo de la línea de pobreza. Entre los niños menores a 5 años, la indigencia escala el 23,6%. Sí: dos de cada diez niños viven en la indigencia.
Vale aclarar que la estadística “oficial” sobre la pobreza es bastante cuestionable, dado que para el cálculo elabora una canasta básica “promedio”. Si se la cruza con los datos de distribución del ingreso, obtenemos una aproximación bastante diferente (que próximamente abordaremos en otro artículo).
En definitiva, utilizamos este ejemplo para mostrar que los sectores burgueses están enfrascados en una pelea por posicionar a su facción por sobre las demás y así quedarse con la mejor parte de la torta de la inmensa producción de riquezas que realiza la clase obrera argentina. En eso “progresismo” y “neoliberales” se dan la mano y coinciden en lo esencial: defender a ultranza el sistema capitalista.
Nosotros como clase obrera y pueblo laborioso tenemos que fortalecer nuestro propio camino y nuestro proyecto, única alternativa para salir de esta indignidad a la que nos condena este sistema.