La burguesía trata, por todos los medios, de negar la lucha de clases. Las estadísticas son parte de ese objetivo.
Debido a ello, por caso, para establecer la pobreza en determinado país, por ejemplo, el nuestro, mide los promedios de ingreso por cada “trabajador”.
En el ítem trabajadores incluye a los obreros, trabajadores en general y custodios del capital. Estos últimos son los funcionarios de las empresas que ordenan y dirigen sus empresas.
De tal manera borran las huellas y diferencias entre quienes se ven obligados a vender diariamente su fuerza de trabajo para poder subsistir y quienes son contratados por los empresarios para optimizar (súper explotar) y dirigir la producción y los trabajos de distribución de bienes que hacen las y los trabajadores.
La diferencia cualitativa entre unos y otros radica en que los primeros son los que producen y distribuyen todos los bienes y servicios existentes en la sociedad y son carentes de todo medio de producción viéndose obligados a vender diariamente su fuerza de trabajo para poder subsistir, mientras que los segundos son quienes dirigen la producción y la distribución a fin de garantizar y, en lo posible, optimizar las ganancias de la burguesía.
Los primeros, en masa, no tienen posibilidades de ascenso en la escala social. Los segundos pueden ir reuniendo capital y tienen la puerta abierta para acceder a títulos, acciones y beneficios del capital social.
Los primeros tienen intereses materiales que se oponen en forma antagónica a los funcionarios de las empresas. Los primeros son explotados, los segundos sirven a los explotadores y, por lo tanto, pertenecen a su clase.
Establecer clasificaciones por ingresos y no por el papel que cada individuo cumple en la producción y distribución de bienes y servicios, permite a la burguesía y sus instituciones borrar las huellas y diferencias de clases.
Es notorio ver que en sus estadísticas un monto de ingresos mensuales establece una línea de pobreza. De tal manera, quienes tienen ingresos por encima de esa cantidad determinada, aunque sea un peso, no son pobres. ¡Absurdo! ¡Totalmente absurdo!
No importa si tal o cual persona trabajadora posee una vivienda, un medio de transporte, T.V., computadora y teléfono celular. Todos estos bienes no son más que los medios que le permiten reproducir diariamente su fuerza de trabajo para volver a producir para el burgués y a toda su clase a la que está dramáticamente ligada mientras ésta considere que dicha persona tiene la necesaria capacidad de seguir siendo explotada.
En tal caso, los niveles de ingreso están directamente relacionados con las actividades que desarrollan para que los burgueses obtengan la plusvalía que luego realizarán en el mercado. Las diferencias entre ingresos de las y los obreros y trabajadores en general no los liberan de su pobreza, lo cual se comprueba tajantemente en dos circunstancias incontrastables. Una, es cuando la persona queda sin trabajo y la otra es cuando se jubila. En la primera, la persona queda totalmente imposibilitada de obtener sus medios de vida. En la segunda, los medios de vida que alcanza a obtener van mermando conjuntamente con su capacidad de vida, haciendo de sus últimos años, el calvario arribado luego de haber brindado, por más de treinta años, su mente, cuerpo, músculos, nervios y conocimientos al sostenimiento de la sociedad y al enriquecimiento de la burguesía.
Es tal la manipulación de las estadísticas y el ocultamiento de la lucha de clases que hacen con ellas, que lo que hasta hace unos años se consideraba el precio de la canasta familiar como el ingreso mínimo que debían percibir los trabajadores, hoy se ha reducido a la canasta básica. ¡Ya ni se menciona la canasta familiar! Y por si esta mentira fuera poco, desde hace un tiempo echaron a rodar la denominada canasta básica de alimentos. Seguramente, al cabo de un tiempo, la pobreza será medida a partir de la línea establecida por el ingreso que alcance a comprar los alimentos para no morirse de inanición. ¡La burguesía no tiene límites para manipular!
Desde nuestro punto de vista marxista, toda aquella persona que sale diariamente a vender su fuerza de trabajo porque no tiene otro medio de vida, es pobre. Pues, si por cualquier circunstancia no puede hacerlo, queda totalmente a merced del hambre y la miseria.
La línea divisoria de nuestro concepto establece la diferencia entre quienes no tienen ninguna posibilidad de vida más que salir a vender su fuerza de trabajo, es decir, el proletariado y quienes son dueños de los medios de producción, la burguesía que se apropia del trabajo ajeno para vivir del mismo y acumular capital.
Y aquí cabe una referencia a la distribución funcional del ingreso. Por ejemplo: cuando se hace referencia a la distribución del ingreso (1) la masa salarial siempre está sobrestimada. Lo mismo sucede cuando se dice que el 90% de los asalariados perciben ingresos por debajo de la canasta básica familiar, porque el 10% restante mezcla funcionarios políticos del Estado, salarios de gerentes de dirección y proletarios. Por lo que dentro de ese 10% no se puede determinar ningún tipo de proporción.
No obstante, tal como ocurre con las mentiras y manipulaciones que en otras esferas también realiza la burguesía, y entre las cuales cae, indefectiblemente, en contradicciones insalvables que permiten destapar esas mentiras, utilizaremos sus estadísticas para denunciar la tendencia creciente de la miseria a la que nos tiene condenados la burguesía con el sostenimiento del sistema capitalista, al que sólo los explotados y oprimidos podremos ponerle fin mediante un proceso revolucionario que dé vuelta la tortilla.
(1) Ver nota del día 20 de octubre en esta misma página: https://prtarg.com.ar/2022/10/20/nuevos-datos-del-indec-evidencian-aumento-de-la-explotacion/