Muchas propagandas que se divulgan en los medios y sobre todo en las redes nos “venden” medicamentos sin prescripción médica, alimentos “salvadores” como leches especiales, yogur, alfajores o chocolates que al ingerirlos nos aparecen en escena niños que mágicamente se transforman en superhéroes.
Una mercancía “resuelve” los males del sistema. Miles de millones de “súper héroes” consumidores de “ilusiones” transitan la vida como la palabra lo indica, consumiendo para encontrar fuerzas dentro de un sistema que permanentemente te las exige para producir, pero a la vez quita.
Pero al fin de cuentas esos consumos indiscriminados que supuestamente “cargarían pilas” a los seres humanos terminan siendo mercancías que se vuelven en contra de la misma sociedad.
La actual crisis de superproducción denuncia que la mercancía se pudre en los estantes y los pueblos están cada vez más lejos de consumirlas.
En los últimos años para la clase dominante la productividad ha sido y es uno de los puntales para intentar paliar la crisis del sistema capitalista. Y en ese apriete que ejerce a la clase obrera y que se siente sobre todo al finalizar el año, esos “superhéroes” (los proletarios) no quieren trabajar, no se ponen la camiseta de la empresa y conviven consciente o inconscientemente con el dolor de estar a la deriva.
Hay empresas en donde hay faltantes de piezas para terminar un producto y resulta que a la propia crisis de los capitalistas se le agrega que los productos no llegan a destino en tiempo y forma por la ola de huelgas y paros que en el mundo afectan el abastecimiento esencial.
En nuestro país la clase obrera está cansada de trabajar y de los ritmos impuestos, y ni que hablar del premio “mayor”: el salario. “Cansados de tanto cansancio” reza una pintada callejera y ¡cuánta razón tiene ese “poeta”! Los “superhéroes” están cansados, lo hacen saber con desgano en el puesto de trabajo, con ausencias “justificadas” con paros, con huelgas, con una resistencia ascendente. Pero lo hacen saber y la burguesía toma nota.
Es cierto que las fuertes dosis de ilusiones comprobadamente mentirosas han perdido cierta fuerza y ello afecta a los dueños del poder. La mentira es rechazada visceralmente o al menos cuestionada, pero así y todo no es suficiente para cambiar el actual estado de cosas.
La resistencia al dolor, si no va acompañada de una fuerte dosis revolucionaria, ha demostrado que vuelve con una profundización del mismo dolor, como ha sucedido en ciertos conflictos obreros.
“Dosis revolucionaria”
Lo primero a destacar es que en forma embrionaria el proyecto revolucionario elaborado por nuestro partido ha comenzado a echar raíces en la clase obrera industrial. Y cuando hablamos del proyecto revolucionario estamos planteando no solo una idea del futuro de una nueva sociedad, sino que en él vamos planteando los caminos basados en la experiencia de nuestra clase obrera y el pueblo. Asumimos una independencia política e ideológica de la clase dominante y de todos sus resortes de dominación.
La lucha, la movilización acompañada del proyecto revolucionario no necesita de “superhéroes” sino de la elevación permanente de la conciencia y organización revolucionaria en todos sus planos.
Las avanzadas obreras deben conocer entre otras cosas el papel del Estado Monopolista como instrumento de sometimiento de la clase burguesa contra la clase obrera y el pueblo. No hay conciliación de clases posible entre el capital y el trabajo, la democracia burguesa o representativa es antagónica a la democracia proletaria o democracia directa. El fracaso del capitalismo está a la vista, pero hay que batallar en esa denuncia como la burguesía batalló durante 40 años contra el socialismo… En fin: las avanzadas de la clase obrera, del proletariado deben codearse con estas “dosis” revolucionarias del ¿por qué construir el partido de la clase? y otras tantas cuestiones. Con lenguajes directos, llanos, sin rodeos, explicados con la conducta política, con el batallar de las ideas, con organizaciones que expresen lo nuevo que se está gestando en la profundidad de la clase, y bien pegado a las bases.
Batallar en estas dosis fundamentales es confiar en las ideas independientes de la clase. Pero a la vez, expresa la confianza ilimitada en la clase llamada a encabezar los cambios radicales que necesita nuestro pueblo.
Persistir en un plano de resistencia es toda una conducta proletaria. Hoy se gana, mañana se pierde, pero en cada circunstancia si se acumula en la revolución seguramente las próximas embestidas de la clase podrán elevar el carácter de resistencia actual.
En ello no se pueden escatimar las ideas revolucionarias porque la clase “no entiende”, “está en otra” o “no pasa nada”.
Por el contrario, a diferencia de la burguesía (que necesita del embrutecimiento para garantizar la productividad) los revolucionarios debemos profundizar la confianza mencionada en la clase y multiplicar las ideas y la acción revolucionaria en el sentido que presenta nuestro proyecto.
Este trabajo que planteamos es en profundidad, lo que no quita “la urgencia” de abundar en ello. No desesperar si los resultados no están a la vista a sabiendas que cuando las ideas se aproximan a la verdad más tarde o más temprano producen acumulación.
Reiteramos: no necesitamos «superhéroes», necesitamos que las avanzadas de la clase tomen en sus manos el proyecto revolucionario que se dirige a la lucha por el poder.