¿Y porque no soñar también con una jornada como la de ayer que permita extender la felicidad por siempre?
Millones salieron a las calles, muchas almas sufrientes que tuvieron por primera vez un día feliz en sus vidas.
Fue fútbol y algo más que fútbol.
Y ese «algo más» tendremos que leerlo en “la letra chica” de esos corazones.
Será la de ayer una jornada muy peculiar, de esas que con el correr del tiempo se “agrandan” porque se agrandan las vivencias individuales, los hechos más humanos y destacados de cada hincha. Pero se agrandan exponencialmente cuando se transforma en un hecho social que dignifica a un pueblo, lo enorgullece de su conquista.
No hubo fuerza capáz de detener esta pequeña y gran historia de amor que mostró la felicidad del oprimido.
Los “señores” del poder lo intentaron, quisieron cortar las alas, “manchar la pelota”. Se empecinaron en su egoísmo por no detener sus ganancias y -de una u otra manera- quisieron condenar nuevamente “la mano de Dios” con versiones actualizadas.
La hipocresía de sus palabras y acciones se chocó contra la algarabía popular que el propio poder es incapaz de dar.
No hubo diques de contención, porque cuando la historia es tomada por los pueblos no puede haberlos.
Y cuando la felicidad se apodera de millones produce lo que se produjo.
¡Un barajar y dar de nuevo!
Es cierto, hoy ya es otro día y el batallar por subsistir reaparece. Pero ya no será lo mismo, lo hecho hecho está y en ello un cúmulo de nuevas experiencias serán absorbidas desde todos los rincones.
La clase dominante (gobierno y oposición) no sabían dónde estaban parados. El verdadero poder (los monopolios) «entendieron» el mismo día lunes que en sus propios establecimientos (entre el ausentismo y los festejos dentro de las plantas) la advertencia que el pueblo tomaba una decisión política independiente de la burguesía.
¡El martes ya era feriado!
Y el martes fue feriado impuesto desde abajo. El discurso aburrido y desclasado sobre que «la gente” no quiere trabajar fue vapuleado y despreciado. Despreciando a esos discursos primitivos de una burguesía mal parada.
Fue un ¿Qué miras bobo? masivo y contundente a todo lo institucional.
En el arriba se abroquelan. Algunos medios quieren acentuar la imagen del «descontrol». Otros se tiran con lo que tienen para sacar alguna ventaja electoral, de acusar de esto y de lo otro ante semejante demostración de felicidad. Nos insultan mostrando imágenes de cuatro o cinco lúmpenes tratando de empequeñecer la alegría del pueblo.
No pueden asimilar la jornada de ayer. Están cargados de odio de clase y van entendiendo que sus decisiones (tomadas entre cuatro paredes) fracasaron indistintamente.
¿De qué lado te pones para analizar el «descontrol»?
Estos incapaces hablan de descontrol. Los revolucionarios -por el contrario- hablamos de crisis, que hay algo en el abajo que “se está moviendo”.
No se puede resumir en una palabra cuando la “gesta” ha sido inconmensurable. El poder no controló, el pueblo decidió y controló. Eso es lo que les dolió y quieren “mancharlo” mostrando un obelisco pintado o «la necesaria represión» cuando el pueblo hacía rato ya que había dado por finalizada la jornada.
Volviendo al principio: esto fue fútbol y algo más que fútbol. Y en ese algo más a destacar es que se hizo una experiencia por abajo a contrapelo del “ordeno y mando” de los de arriba. Ls instituciones quedaron pagando otra vez y el debate se abrirá en forma inusitada.
Enseñanzas para muchos y muchas que ayer tocamos el cielo con las manos. Y en ese caminar los revolucionarios aspiramos a profundizar lo hecho por estas experiencias de “descontrol”. Ir por fuera de lo establecido, por el poder de los más concentrados. Ese “descontrol” repudiado dio muestras de grandes reservas para lo que se viene, en un país en donde la lucha de clases va tomando calor y forma.
Será muy difícil para la burguesía meter la “gente” en la casa. Lo nuevo está apareciendo como puede, ¡pero aparece!
Y en ello, las y los revolucionarios ayudaremos a que eso nuevo arribe para conquistar una felicidad duradera.