La expresión “política de ajuste” se utiliza masivamente y es de uso corriente. La misma, da la idea de que en determinado momento hay que ajustar el cinturón y, aunque no se dice expresamente, subyace la supuesta perspectiva de que ese momento pasará y nuevamente el cinturón podrá aflojarse, para que la panza vuelva a llenarse.
Para quienes hemos vivido aquella época y para quienes recurren a la historia, “ajustarse el cinturón” refiere al ex ministro de economía, Álvaro Alzogaray, miembro del gabinete de la dictadura militar (Onganía, Levingston y Lanusse) que se instaló en nuestro país en el período 1966-1973, año, este último, en que debió salir a las disparadas por al auge de masas que la hizo retroceder. La sentencia verbal del aludido Sr. ministro, decía más o menos: “hay que ajustarse el cinturón, hay que pasar el invierno”.
Como siempre ocurre, los términos usados en una sociedad tienen un significado determinado dado por imposición natural del uso y costumbre, pero con un contenido ideológico determinado por la fuerza que tienen las clases y sectores sociales en pugna en ese momento.
Esto quiere decir que, si bien la expresión es utilizada por toda la sociedad, para la burguesía tiene un significado y uso, mientras que para el proletariado y pueblo laborioso tiene otro. Sin embargo, muchas veces, los términos y expresiones como la que nos ocupa, no expresan claramente el significado que se le quiere dar cuando, por ejemplo, el proletariado la utiliza, y entonces ocurre que, sin querer, la misma oculta una realidad que se esconde detrás de ella y dicho velo es aprovechado por la clase opuesta –la burguesía- que se siente cómoda con ella.
Veamos entonces. Para el proletariado, “política de ajuste” es: salarios a la baja, disminución de haberes jubilatorios, tarifas y servicios en aumento, disminución de los recursos del Estado destinados a educación y salud públicas, y viviendas sociales más recortes de beneficios sociales en general. Aumento de comestibles, vestimenta, transportes, impuestos (los vigentes y los que se crean nuevos), etc. Constante prédica gubernamental sobre modificación a la baja de los convenios y leyes laborales, y reducción de libertades políticas.
Ahora, ¿cuál es el común denominador de todas estas “medidas de ajuste”? Menores ingresos reales para los obreros, trabajadores en general y pueblo laborioso y disciplinamiento social. Porque aumento de, por ejemplo, transportes o disminución de recursos para educación y salud públicas, repercute a la baja en el poder adquisitivo del salario, del haber jubilatorio o del magro beneficio del monotributista o propietario de un negocito con el que se mantiene humildemente una familia. Acotamiento de derechos para el pueblo significa también facilitación de la súper explotación.
En suma, la llamada “política de ajuste” es una política de disminución de los ingresos y derechos para obreros y sectores populares.
El lector se preguntará, ¿y por qué tanto énfasis si todo el mundo sabe que es así? Sencillamente, porque la llamada “política de ajuste” no es para todo el mundo sino para quienes no tenemos capital y sólo vivimos de la venta diaria de nuestra fuerza de trabajo o, en el caso de jubilados y pensionados que han entregado su vida al trabajo para beneficio de la burguesía y hoy no tienen más que sus magros haberes.
Porque, en el otro extremo de la sociedad, la burguesía, recoge todo el capital social que extrae de lo que se le retacea al pueblo y hace sobrevivir ese estado de cosas limitando derechos y generando leyes que la benefician. Cada pérdida de poder adquisitivo de los ingresos populares, y de derechos conquistados por el pueblo, el Estado y la clase dominante lo destinan a beneficio del gran capital y su concentración en menor cantidad de manos. Porque la disminución del salario aumenta las ganancias; los aumentos de precios aumentan las ganancias; la reducción de los gastos estatales para educación, salud, vivienda, jubilaciones, son aumento del capital social destinado a inversiones de negocios; los aumentos de tarifas redundan en ganancias y capitales para la inversión, etc. Y la pérdida de derechos populares aumentan la estabilidad de la clase dominante.
Por lo dicho, es mucho más específico y preciso decir política de disminución de ingresos y derechos populares que “política de ajuste”. Ya que la primera expresión define el carácter de clase que tiene dicha medida gubernamental estatal, mientras que la segunda carece de contenido de clase y confunde con la idea de que todo el mundo se ajusta.
Una vez despejada la confusión de la expresión “política de ajuste” y reemplazada por política de disminución de ingresos y derechos populares, podremos no sólo llamar al pan, pan y al vino, vino, sino que estaremos más claros respecto de las falsas antinomias que nos presenta la misma burguesía con su ejército de políticos y propagandistas a su servicio. Sean estos “liberales” o “populistas peronistas”. O, como en el caso de alguna que otra provincia: socialistas de pacotilla.
Porque tanto una política de “ajuste salvaje” como una de “ajuste en cuotas”, ambas apuntan a la disminución de los ingresos y derechos obreros y populares. En definitiva, no existe diferencia real entre populismo y “liberalismo”, porque en realidad, se trata de capitalismo.
Capitalismo a secas que es lo que se aplica en todo el mundo. Esta política de disminución de ingresos y derechos populares es la que, en todo el mundo, reduce el salario real y bendice las leyes que lo permiten, llegando a un dólar (US$ 1) por día en algunos países de África, paraíso de capitales transnacionales de los más diversos orígenes territoriales como pueden ser Norteamericanos, Rusos, Chinos, Alemanes, o Argentinos, etc.
Ingresos reales y salario pueden parecer distintos, pero para los obreros y pueblo laborioso, lo que cuenta es cuánto percibimos a fin de mes y cuánto nos alcanza para el mes siguiente: eso es el ingreso (percibido en salarios y beneficios sociales logrados con luchas) con el que contamos para vivir con los derechos que hemos conquistado. La lucha por nuestras condiciones de vida es una lucha contra el capitalismo y su política permanente de disminución de ingresos y derechos populares.