La burguesía monopolista no puede ya disimular más la profundidad de su crisis a nivel planetario, y por supuesto que la Argentina no es la excepción, dado que, naturalmente, forma parte del encadenamiento económico mundial en el entramado de los negocios de la clase dominante.
Solo a modo de ejemplo, la cuestión del intento de juicio político a la Corte Suprema en torno al cual se debaten oficialismo y oposición, hace semanas que viene ocupando la tapa de los principales medios y siendo el centro de un sinnúmero de debates en programas televisivos y radiales.
Por supuesto, es parte del mecanismo de engaño que llevan adelante utilizando a los políticos del régimen, dando la impresión de que se trata de un tema trascendente para los destinos del país y de su pueblo cuando en realidad, francamente, es un asunto que a nadie le interesa, que no incide en lo más mínimo en lo que hace a las paupérrimas condiciones de vida que atraviesan el pueblo y la clase obrera.
Pero la lucha ideológica que ha dejado (de momento) victoriosa a la burguesía en su lucha contra el proletariado al que explota y oprime, le ha otorgado este saldo a favor que señala a las instituciones “democráticas” como aquello que hay que defender por encima de todo, como si la democracia burguesa y sus instituciones fueran la condición necesaria para plantear cualquier intento de mejora, “dentro del marco democrático”, como les gusta decir.
¡No vayamos a cometer el sacrilegio de hablar mal de esta democracia! ¿Cómo es esto, estamos en contra de la democracia? ¿Somos antidemocráticos? A tal nivel llega el descaro de la burguesía y sus dirigentes de turno en los espacios del poder político, dado que, justamente, no quiere ni oír hablar de la democracia obrera y mucho menos que se hable de ella y se ejecute en los lugares de trabajo.
Ahora bien, las distracciones que proponen los medios de comunicación no pueden disimular lo indisimulable: la inflación de enero fue del 6 %, muy por encima de lo pronosticado por el gobierno. De este modo, la inflación sigue siendo un instrumento para reducir el salario, entre tantos otros que utiliza la clase dominante para tratar de sostener su cuota de ganancia.
Pero lo más grave (en un mar de gravedad en el que navegan como náufragos los trabajadores y el pueblo, sin divisar costa alguna) es que la inflación en alimentos (Canasta Básica Alimentaria) fue del 7,2 %, con lo cual ¡esta Canasta subió el 109,8 % en los últimos 12 meses! ¡Es tremendo el nivel de aumentos que están padeciendo nuestros bolsillos!
Y sabemos muy bien que las y los trabajadores y el pueblo gastamos nuestro salario, especialmente, en la compra de alimentos, es decir, en lo esencial. Dicho sea de paso, la Canasta Básica Total (CBT) subió también un 7, 2 % durante enero, y según el INDEC, “nuestro” mentiroso organismo de Estadísticas y Censos, mamarracho numérico de la burguesía, una familia “tipo” 163,538 pesos para no “caer” en la pobreza, sumando el pequeño detalle que en el cálculo de dicha canasta no se contempla el pago del alquiler…
Teniendo en cuenta que los llamados “Precios Justos” tienen una meta inflacionaria del 3, 2 % mensual, resulta claro que las mismas empresas que hicieron esos acuerdos con el gobierno, dado el índice de inflación en alimentos, han aumentado a más del doble el precio de todos los productos que no entran en el marco de ese acuerdo.
Con lo cual, queda claro que el costo de vida es cada vez más elevado, y los salarios están cada vez más ajustados, apretados con una cuerda que cada mes aprieta más fuerte.
Volviendo a lo desarrollado al comienzo de la nota: la farsa de la burguesía (incluida la electoral, por supuesto) encuentra límites ante la realidad concreta.
La crisis, que recae sobre las espaldas del pueblo cada vez más empobrecido, es indisimulable.
Podrán intentar distraernos con los temas que ellos ponen en agenda, pero cuando el estómago duele, la situación se va a hacer insostenible.
Es por eso que se van intensificando las medidas de control y represión a escala social, especialmente en los lugares de trabajo.
Por ello, resulta vital procurar la construcción de organizaciones de masas bien de base, para organizar la resistencia con independencia política, dado que es imposible lograr cambios sustanciales utilizando las herramientas del opresor de clase, entre las cuales los sindicatos ocupan un lugar destacado.