Millones de asalariados están cobrando $ 67.000.
3.500.000 asalariados están buscando un segundo trabajo para llegar a fin de mes.
Cerremos los ojos y veamos cómo estas escalofriantes cifras de nuestro país “recorren” el mundo. Hablemos de miles de millones de asalariados que trabajan por más o menos de esa plata en condiciones inaceptables y a ritmos insostenibles para un ser humano.
Invitamos a nuestros lectores y lectoras a recorrer la producción de mercancías en manos de los “sin voz”, de las masas sufrientes con salarios declarados oficialmente de pobreza. Esa Argentina, la que no se ve, pero se siente en cada mercancía producida o en cada aula con sus maestras y maestros o en cualquier aspecto que se tome de la salud o sector que pone cotidianamente en marcha nuestro país.
Nuevamente, multipliquemos nuestra realidad a miles de millones en el planeta y veremos que las verdaderas fábricas del mundo pesan sobre las espaldas de los “sin voz”, de los que son protagonistas de la historia y a la vez son denostados por la clase dominante.
Cuanta miseria de la filosofía se produce para evitar o endulzar la lucha de clases. Cuanta mentira y verborragia se produce en los laboratorios “pensantes” de la burguesía: los dueños de los medios de producción no escatiman esfuerzos para esconder el agravio explícito a la humanidad.
Con el mundial de Qatar “descubrimos” los barrios y los “hogares” de la fuerza productiva humana, sus condiciones de vida cotidiana, la muerte, el desprecio, la verdadera miseria. Pero ese “descubrimiento” entre comillas es porque no se puede tapar el sol con una sola mano.
Y entonces, desde nuestra vida cotidiana, en nuestro país nos trasladamos a países de millones de habitantes. Algunos sobrepasan los 150, como en Bangladesh, donde se producen zapatillas para el mundo y en las industrias se trabaja descalzo. O como en China se producen zapatillas para vender en Etiopía (con salarios y condiciones de trabajo nunca antes vistas) a la vez que los compradores miserables de ese país son estafados porque esos productos se derretían con los intensos calores.
India produciendo en el curtido del cuero como en épocas ancestrales: intensa mano de obra trabajando bajo el sol y en contacto directo con productos químicos altamente contaminantes para el ser humano. La vida no vale nada.
Pero imaginemos que grandes monopolios como los de la industria automotriz albergan también miseria. En nuestro país los sectores de producción no cuentan con aire acondicionado, solo por mencionar un detalle de este verano caluroso.
Muchos de esos obreros argentinos -por razones laborales- tuvieron que padecer estadías en plantas gemelas de Brasil o México. Hoy en día nadie quiere ir a esas plantas para hacer experiencia por las terribles condiciones de explotación. Pero de esas mismas plantas argentinas se accedió a plantas en Japón y Alemania y -en verdad- las condiciones de trabajo eran superlativas en relación a la Argentina. Pero lo que más se sintió es el salario en dólares que cada trabajador percibía por el mismo puesto.
En la industria automotriz de los países mencionados -a pesar de todo- los trabajadores no quieren ir a trabajar. Fenómeno que recorre el mundo productivo a nivel universal. “La gran renuncia”. La enajenación es parte de esa miseria que hablábamos en las actuales condiciones de trabajo.
Y de vuelta, cuanto peor está la masa de proletarios en el mundo más florece la miseria de la filosofía. Y en ello sí hay inversión directa (IVD) como les gusta llamar a los economistas burgueses.
Hay que tapar a los hacedores de la historia de la humanidad. Mostrar las mercancías terminadas y negar a sus verdaderos productores. Eso requiere ingentes inversiones y en ello los Estados monopolistas no vacilan en hacerlo.
¿Por qué miseria de la filosofía? Porque tratan de desclasar la crisis política del sistema capitalista. Los adalides del “humanismo” capitalista llamados populistas o reformistas. El mal llamado “neoliberalismo” es una defensa del sistema capitalista que expresan ciertos intereses monopólicos y que en el menor de los descuidos se transforman en nuevos “populistas de derecha” (verdaderamente tragicómico).
Los populistas y reformistas saben que el eje central es el ideológico y abundan en filosofías que apuntan a la conciliación de clases.
Estas filosofías y sus popes dañan la inteligencia humana, se disfrazan de lo que sea para relucir su “humanismo”, les encanta el parlamentarismo y desde allí su lema de conciliación de clases no se detiene.
Han hecho mucho daño y lo siguen haciendo en épocas muy dolorosas para miles de millones de asalariados en el mundo y son una piedra en el zapato para la aparición de escenarios de carácter revolucionario.
Los nuevos y burdos filósofos, miserables, por cierto, ahora también nos hablan de democracia directa poniendo ejemplos de Suiza, EEUU, Taiwan y hasta Uruguay, asociando la misma con los referéndums que se practican en esos países desde el siglo pasado.
Esa negación de la lucha de clases y la aparición de “filósofos” de baja monta se da en un contexto mundial de una nueva ola de auge de luchas de proletarios, en donde la clase obrera industrial despliega nuevas fuerzas y experiencias.
La globalización que está adoptando nuevas formas y metodologías, la profundización de la socialización de la producción, le están dando nuevas vías de salida a la confrontación entre las clases en pugna.
Cuando los aeropuertos y puertos de Alemania entraron en huelga como los trabajadores ingleses lo hicieron en su país, las mercancías no llegaron en el “justo a tiempo” necesario para revitalizar la competencia interimperialista y sus ganancias.
Por el contrario, la lucha de clases ha exacerbado sus crisis políticas.
Los “filósofos” se ven sorprendidos e intentan hacer sobrevivir en política a un populismo decadente como el kirchnerista , o reformistas como la “izquierda electoralista” que se ponen a la cola de una burguesía monopolista decrépita que busca ahuyentar los fantasmas del pasado revolucionario en nuestra clase obrera y de nuestro pueblo.
De este lado es más “simple” y más complejo a la vez. Simple porque el programa con que contamos las y los revolucionarios es a favor de la historia de la humanidad. Complejo porque aún son insuficientes las fuerzas acumuladas en función de la lucha revolucionaria.
Y es allí en donde talla la “fortaleza” ideológica de los filósofos burgueses y pequeños burgueses satisfechos por embarullar lo que está a la vista, que es el fracaso para las masas proletarias del sistema capitalista.