El decreto del gobierno nacional que obliga a los entes públicos a desprenderse de sus tenencias de bonos en dólares para recibir pesos es una pesificación gravosa, pero significa mucho más que eso.
La maniobra es presentada como un mecanismo para operar en el mercado del dólar y evitar que éste se dispare. En realidad, dicha operatoria permite poner en manos de las empresas monopolistas que actúan en ese mercado bonos en dólares (que comprarán a un precio muy por debajo de la cotización nominal) que luego serán convertidos en dólares contantes y sonantes.
En el marco de la crisis capitalista mundial, la medida del gobierno acelera la llamada “fuga de capitales” que no es más que la concentración y centralización de los mismos por parte de la oligarquía financiera mundial, en un momento en que se necesitan tales capitales para hacer frente a los coletazos de la crisis en curso, vía rescates a los bancos garantía de los depósitos en los países centrales donde el tembladeral bancario no para.
El mundo capitalista echa mano de la aspiradora de capitales a nivel planetario para “domar” su crisis. Ese es el contexto en el que se da esta medida.
El Estado monopolista entrega a precio vil los recursos acumulados que no son más que la riqueza social que se concentra todavía más en menos manos.
En el caso de la ANSES, al obligar a dicho organismo a desprenderse de sus tenencias en dólares para recibir pesos devaluados (que encima es presentado como beneficioso), implica un descomunal robo de los aportes de trabajadores y trabajadoras en actividad y jubilados, se está produciendo una pérdida millonaria que repercutirá en los haberes jubilatorios, presentes y futuros.
Es, de hecho, una reforma previsional en la que el Estado de los monopolios se garantiza que los fondos destinados a ese sector sean cada vez menores, como está ocurriendo en otros países donde (a diferencia de la Argentina) se dictan leyes en ese sentido, como Francia y Uruguay como ejemplos más actuales.
En nuestro país dicha reforma se da de hecho mediante el decreto aludido, haciendo recaer los costos de tales medidas en las espaldas de la clase que todo lo produce y que seguirá sintiendo la caída de sus ingresos jubilatorios. De un plumazo, de un día para otro, los recursos acumulados han sido robados impunemente en función de garantizar los intereses monopolistas.
Esta medida viene precedida por anteriores en las que se les garantiza a los bancos tener disponibilidad para girar dólares a sus casas matrices, por ejemplo.
Cada medida es la confirmación del dominio absoluto que los monopolios ejercen sobre el Estado, lo que desmonta cualquier fantasía “progresista” de que es posible ejecutar desde el gobierno políticas que vayan contra los intereses y las necesidades del gran capital.
El silencio de todos los sectores del oficialismo es, además de un aval político a la medida, asumir su propia impotencia ante la situación de la crisis capitalista en marcha. Queda más que claro que, sea el gobierno que sea, las políticas la dictan los monopolios y allí todos se cuadran.
Mientras tanto hoy, 24 de marzo, esos sectores marchan ensuciando un día en el que se conmemora la gesta antidictatorial de la clase obrera y el pueblo con consignas que denuncian persecuciones y proscripciones mientras se toman medidas como las mencionadas.
El peronismo se ratifica, una vez más, como el partido del orden burgués aun cuando siga cacareando la defensa de los intereses del pueblo y la clase obrera.