En primer término los logros de la mal llamada “inteligencia artificial” le pertenecen a la humanidad, pero es el sistema capitalista que ha concentrado en pocas manos de ricos y poderosos tamaño avance de la ciencia y la técnica y a la vez se ha transformado en un freno para potenciar su capacidad en función de la sociedad.
Una revolución de carácter socialista debe liberar esa “inteligencia artificial” para dignificar la vida humana. Una revolución potenciará la ciencia y la técnica aplicada fundamentalmente a la producción dejando a un costado las ambiciones de ganancias y poniendo en el centro al ser humano.
Dicho esto hablemos entonces de la actual “desinteligencia artificial”.
No hay medio de comunicación masivo que no inserte en sus mediocres análisis la presencia de un “nuevo paradigma” de la sociedad humana. Nos dicen: La “inteligencia artificial” viene para quedarse y resolver así los problemas de la humanidad”. Con ello incluyen “la robotización del amor en la sociedad”. Clásicos del cine como Inteligencia artificial de Steven Spielberg, y Ella con Joaquin Phoenix han querido ser manipuladas por la clase dominante para insertar el “sentimiento” a una máquina destinada a lograr productividad.
La burguesía oculta de como ella se ha apropiado del patrimonio de la humanidad e invade la conciencia de masas explotadas y oprimidas aduciendo que la “inteligencia artificial “ por sí misma resolverá los actuales dramas de superexplotación y opresión existentes. En el mientras tanto los monopolios y los sindicatos empresariales utilizan la extorción de la robótica y amenazan con un futuro inmediato de despidos y con ello soportar jornadas de explotación con bajos salarios.
Es una “cuarta revolución industrial” en marcha- nos dicen – y la decrepitud de los “nuevos filósofos” como decrépito es el sistema que los arropa, se suben al carro victorioso del cuento de la zanahoria. “Hoy estamos mal, pero mañana estaremos mejor”, es una “revolución” en marcha y se necesita tiempo para su aplicación de carácter social.
Los Estados monopolistas insertos en la globalización ya alcanzada, son laboratorios que intensifican sus recursos financieros multimillonarios en inversiones de “investigación”. Son las grandes empresas que requieren de sendos capitales para invertir cada vez más en ciencia y tecnología para competir en un mercado mundial cada vez más concentrado. Es una guerra intermonopolista en donde hay triunfadores y perdedores.
En esta última crisis bancaria “de las tecnológicas” ha producido en un breve lapso de tiempo una concentración de riqueza y la vez una nueva centralización de capitales que aún está en la cresta de la ola. Es evidente que la IA no “advirtió tal colapso”.
Se necesita cada vez más capital para investigar y luego aplicar “la cuarta revolución industrial en marcha”.
Esta situación ha llevado a una crisis de superproducción, las mercancías se acumulan en los estantes de los comercios y los destinatarios, fundamentalmente los proletarios, no pueden acceder a ellos.
Es una carrera que no se puede detener y a la vez sus “revoluciones industriales” tienden necesariamente al apriete del cinturón de miles de millones de seres humanos en el planeta.
Por un lado ingentes recursos en investigación y por otro La chatura de los salarios.
Una “revolución industrial” no detiene esta contradicción antagónica entre el capital-trabajo, quien resuelve esta contradicción es una revolución socialista, el poder en manos de la clase obrera y el pueblo que lo produce todo y no tiene nada.
La burguesía monopolista se roba la inteligencia generada por la humanidad, no se trata de “inteligencia artificial” y usar esa frase para denostar la acción de la clase obrera en la actual producción con el manejo de la actual ciencia y técnica aplicada a la producción.
No es un hecho mágico ni romántico la aplicación de la robótica a la industria, y tampoco es culpa del robot que provoque desocupación. Los burgueses necesitan del robot para mejorar su productividad con el “uso” de obreros para manejar esa técnica, pero a la vez necesitan de la mano de obra intensiva, proletaria para generar la plusvalía necesaria.
En cuatro décadas avanzó la ciencia y la técnica y a la vez miles de millones de nuevos proletarios fueron artífices de una producción que los ha arrojado a la actuales condiciones de vida más aberrantes que ha conocido la historia de la sociedad humana.
El sistema capitalista está obligado a destruir fuerzas productivas por la crisis de superproducción y es allí en donde podemos encontrar las causas del porque decenas de guerras, de pandemias, de condiciones climáticas extremas etc. Destrucción de fuerzas productivas es muerte y desolación para miles de millones de seres humanos, eso es capitalismo, se lo vista como se lo vista. La burguesía monopolista necesita encontrar una salida política para sostener el sistema y ya no solo no se conforma con generar políticas populistas, neoliberales, fascistas sino que embiste con “la cuarta revolución industrial” y su tan mentada “inteligencia artificial” como parte de la lucha ideológica contra la clase obrera y el pueblo.