Existe cierta idea respecto a que el tema de las clases es un concepto que Marx introdujo en la ciencia histórica. Sin embargo, antes que él hubo varios burgueses que lo plantearon. El aporte de Marx es haber analizado el proceso de la lucha de clases reconociendo que el mismo tuvo un principio y va, inexorablemente, hacia su finalización.
En ese proceso, la lucha de clases constituye el motor de la historia, o sea el elemento que le imprime movimiento. Independientemente de la conciencia de hombres y mujeres, la lucha de clases existe, se desarrolla y constituye el eje a través del cual se producen todos los procesos históricos de las sociedades divididas en clases sociales.
La burguesía ha intentado dar vuelta esta concepción marxista, pretendiendo confundir y desviar la visión aportada por Marx, ocultando no sólo el proceso de la lucha de clases sino inclusive la existencia misma de las clases.
Un “clásico” es que las divisiones sociales están dadas por el nivel de ingresos, con lo cual la clase obrera podría alcanzar “un nivel burgués” si se aumentaran los mismos gracias a un mejor “derrame”. Otro intento es valerse de la religión procurando la resignación de las mayorías desposeídas en esta vida, con la promesa de una mejoría en la muerte, por lo que el antagonismo entre explotadores y explotados sería una pérdida de tiempo.
Cuando se le van agotando las fichas, puede ocurrir que reconozca que hay lucha como parte de una realidad inocultable, pero nos dice que la solución es la conciliación de las clases y la convivencia para salvar un interés superior que sería “el interés nacional”. Muy lindo y armónico (como puede verse).
Pero la vida es otra cosa, como podemos constatar en la agobiante realidad cotidiana en donde a una mayor explotación de nuestro trabajo se le suma el empeoramiento de todas las condiciones de vida, no hace falta detenernos en esto, se sabe, se vive, se sufre.
En lo que queremos detenernos es en que “reconocer que existe la lucha de clases” no es suficiente para avanzar en un verdadero cambio, revolucionario.
Marx y Engels nos plantearon hace ya mucho tiempo que de lo que se trata es no sólo interpretar al mundo sino transformarlo. Por primera vez en la historia permitieron al ser humano arribar al conocimiento de las leyes que rigen el desarrollo histórico. Y a partir de allí poder darle al mismo un curso consciente.
La lucha de clases no es sólo un marco de referencia en el que se desarrolla la lucha revolucionaria, sino que constituye el motor que mueve el proceso histórico. Cabe preguntarse ¿Qué debemos hacer trabajadores y trabajadoras frente a esto? La respuesta es simple, aunque la tarea sea compleja: debemos desarrollar y organizar la lucha de clases para transformar la sociedad, para avanzar hacia la revolución.
Está claro que la lucha de clases es objetiva y su existencia no depende de la voluntad de hombre o mujer alguna, grupo o sector social. Por eso las y los revolucionarios actuamos en ese “movimiento” con el objetivo de dotarlo de una dirección definida para que influya en el desarrollo y organización de la misma. Impulsamos la aceleración de sus contradicciones, el movimiento de las fuerzas que en ella actúan y la tensión de todos los factores sociales, políticos y económicos que contribuyan a su aceleración.