“La producción para el mercado no es una producción consciente, basada en el conocimiento de las necesidades de consumo, sino, por el contrario, basada en la competencia entre capitales que se comportan independientemente unos de los otros”. (Esbozo de crítica de la economía política, publicada en febrero de 1844. F. Engels).
Las crisis políticas de la clase dominante, recurrentes, por cierto, tienen en su base la competencia entre capitales. Crisis política en un marco en donde -por ejemplo- con el salario actual no puede accederse al consumo de mercancías provocando una nueva crisis de superproducción insinuada previamente y simultáneamente con crisis especulativas en todas las ramas de producción y de servicios.
A las “propuestas” de las fuerzas políticas que se “enfrentarán” en octubre no les importa las necesidades verdaderas de consumo de la población. A ellas solo les interesa el concepto ganancia. Y si la ganancia pasa por “otro lado” que no sean las necesidades del consumo ya han demostrado una y mil veces que eligen el camino de la ganancia.
Es el simple ejemplo de que producimos alimentos para cientos de millones de seres humanos y en nuestro país hay pobreza y miserabilidad, en donde una buena parte no puede acceder a una alimentación básica. Principal fracaso del capitalismo.
La necesidad de los monopolios para intentar paliar sus crisis pasa por exigir mayor productividad. Es decir, ratificar lo que viene haciéndose desde hace muchos años, mayor explotación y opresión, y con ello forzar a reducir el salario a niveles impensados hasta no hace mucho tiempo. (1)
La actual crisis política de la burguesía está estrechamente vinculada a la crisis de superproducción. Para que los productos en la góndola de los supermercados se vendan, el proletariado debe trabajar más horas, conseguir un refuerzo salarial en otros trabajos o vivir dentro de las cuatro paredes de las empresas. Así y todo, los productos no se venden. Y con ello aparece la lucha de clases.
La fuerza de la crisis de la vida cotidiana, la bronca que se acumula, el mal humor reinante en el proletariado, la pérdida de hecho de ciertos derechos políticos, la crisis en salud, educación, infraestructura en favor de las necesidades populares, la inseguridad, son elementos que al no encontrar respuesta en el arriba producen inquietud permanente en el abajo. Esa inquietud, ese dolor es lucha de clases que penetra por infinitos vasos comunicantes en una sociedad asqueada de hecho de todo lo institucional, exprese como se exprese.
La producción para el mercado dentro del sistema capitalista no está pensada para que los monopolios realicen el prometido derrame de satisfacciones para el pueblo. Por el contrario, sus ganancias cada vez más centralizadas y concentradas van dirigidas en una buena parte contra la competencia entre monopolios. Y es este momento un punto de inflexión en donde estas fuerzas ciegas del mercado necesitan destruir fuerzas productivas y si con ello se llevan puesta a la sociedad humana ese recurso no lo descartan.
En nuestro país así piensan los CEOS de las empresas enquistadas en el Estado y en el control de las instituciones. Son parte de la crisis internacional y están metidos en ellas hasta en lo más profundo de esta guerra interburguesa.
Las contradicciones de la clase dominante se acentúan planetariamente y en nuestro país tienen un reflejo inmediato. La centralización política para acelerar la destrucción de fuerzas productivas que permita paliar la crisis capitalista está muy lejos de lograrse. Por el contrario, en cada país (y el nuestro no es la excepción) esa crisis de centralización política internacional de la burguesía monopolista implica una mayor anarquía de decisiones políticas que hacen conmover los cimientos de la sociedad humana.
Es un grado de conciencia alcanzado planetariamente cuando los pueblos están rechazando la institucionalidad burguesa. Es una lucha de clases profunda y amplia, aunque la misma no se exprese aún en una dirección revolucionaria generalizada.
Hay una experiencia acumulada, hay actos reflejo de rechazo de los de abajo a lo que ya no se quiere, y ello sigue su curso provocando situaciones no advertidas por el arriba por su propia ceguera que provoca “la aspiración de ganancia”.
(1) Ver: Massa y el discurso sobre ganancias. Nuestro punto de vista sobre las horas extra que expone el candidato. https://prtarg.com.ar/2023/09/12/impuesto-al-salario-trampas-y-especulacion-electoral/