Mentiras, divagaciones, frases hechas, “ataques” de pacotilla, puesta en escena.
La democracia burguesa montó su escenario y puso a sus cinco protagonistas principales a decir el libreto que cada quien debe decir para darle vida a la farsa.
Nunca mejor aplicada una definición.
El debate presidencial de anoche transcurrió entre lo fantástico y la caricatura más absurda. Massa diciendo que va a crear una moneda digital cuando no puede resolver la desvalorización de la moneda en circulación; Bullrich enredándose con su propia lengua; Milei, prometiendo que seremos Estados Unidos en una versión de menemismo remozado que nos llevaría a ser del primer mundo; Schiaretti haciendo fe de un cordobesismo primitivo; Bregman, reemplazando revolución, socialismo, lucha por el poder con frases como gatito mimoso.
Lo mejor que ha dejado esta verdadera demostración de hasta qué punto es capaz de enlodarse la política burguesa, son los memes.
No se necesitan grandes análisis políticos para concluir que nuestras vidas no pueden quedar en manos de esta dirigencia política que, por acción u omisión, es sostenedora del sistema de dominación imperante. De un capitalismo que hace agua por los cuatro costados y que sólo puede ser enfrentado rompiendo con sus instituciones y su forma de organizar la sociedad.
Intentar profundizar en lo que dijeron o no dijeron los candidatos y candidatas sería, en definitiva, querer sacar agua de las piedras. Si algo ratificó lo sucedido anoche es que la farsa llamada elecciones presidenciales sólo dirimirá qué facción de la burguesía monopolista será la que gestione desde el gobierno sus políticas.
Los tres candidatos con posibilidades de ganar son, como dijimos, los candidatos del partido burgués. Del partido que tiene el poder del Estado y al que hay que derrotar, sea quien sea que lo represente.
Entonces, la decisión de no ir a votar el 22 de octubre debe ser una decisión consciente; una decisión que apunte a que el que resulte vencedor tenga la mínima legitimidad y consenso político y social para implementar las medidas que necesita la clase dominante para seguir adelante con su programa, que no es otro que el de seguir atacando las condiciones de vida y de trabajo de las masas proletarias.
En ese camino debemos ya estar pensando y organizando la resistencia contra las medidas que intentarán tomar en contra de nuestros intereses, apenas resuelta la elección. Como lo venimos sosteniendo la salida es profundizar la lucha de clases.