En la madrugada de hoy, el grupo Hamas lanzó una ofensiva sobre Israel, en un ataque combinado aéreo (más de 5.000 cohetes penetrando territorio israelí) y terrestre.
Al menos, se tiene reporte de incursiones en la ciudad de Sderot, limítrofe al norte de Gaza, y del cuartel militar Re’im, que habría sido tomado por Hamas y retomado por el ejército israelí en las últimas horas. También Se reporta la destrucción de al menos un tanque de guerra y el uso de drones para lanzar granadas. Por su parte, Israel reporta oficialmente miles de heridos y al menos 100 muertos.
En respuesta, el gobierno de Israel declaró la guerra a la Franja de Gaza y lanzó un ataque aéreo que ya lleva al menos 200 palestinos asesinados, apuntando centralmente contra estructura civil: grandes edificios residenciales. A su vez, el suministro energético fue cortado al país.
La tensa situación en Gaza se amplifica en materia internacional: Irán, quien viene teniendo relaciones muy tensas con Arabia Saudita e Israel, festejó el ataque de Hamas. En un acto ridículo de propaganda, el gobierno talibán de Afganistán también se hizo presente, solicitando permiso a Irán e Irak para atravesar sus fronteras y atacar a Israel.
Desde ya, occidente se manifestó rápidamente a favor de Israel. Ello incluye a nuestras personalidades: desde el oficialismo Sergio Massa ofreció ayuda humanitaria a Israel, y no emitió ni una sola palabra hacia el pueblo palestino, ni condenó el bombardeo israelí sobre la estructura residencial en Gaza.
Sin dudas, el marco internacional de conflictividad, de pactos y rupturas de alianzas militares, y de disputa por los negocios en un imperialismo que solo encuentra en la guerra una salida para su crisis de superproducción, es el verdadero telón de fondo de esta escalada militar, que no deja de tener sus particularidades.
LA CRISIS POLÍTICA EN ISRAEL
El gobierno de Israel viene atravesando una profunda crisis política. Reelecto Netanyahu en noviembre del 2022, tuvo serias dificultades para formar gobierno, que terminaron cerrando con una alianza entre los sectores más reaccionarios de Otsmá Yehudit (Poder Judío) y del Partido Sionista Religioso. El líder de Poder Judío es Ben-Gvir, quien promueve la colonización de la Cisjordania ocupada, defiende abiertamente a los colonos enjuiciados por el propio Israel por actos de violencia sobre palestinos, reivindica masacres palestinas y promueve la expulsión de ciudadanos árabes de Israel. Ese es actual Ministro de Seguridad.
Por su parte, Bezalel Smotrich del Partido Sionista Judío también promueve la expulsión de árabes, la destrucción de asentamientos palestinos, los derechos de la comunidad LGBT+ -se declara abiertamente como un “homofóbico orgulloso-, la libertad de matrimonio –no solo LGBT+ sino también de matrimonios mixtos en materia religiosa-, y un montón de etcéteras sobre los cuales ni vale la pena detenerse ahora. Actualmente, Ministro de Transporte.
Formado el nuevo gobierno, Netanyahu tuvo que enfrentar movilizaciones de masas contra las reformas judiciales consistentes en limitar el derecho de la corte a anular decisiones del Poder Ejecutivo, en una clara tendencia hacia mayores libertades para ejercer un autoritarismo total, tanto dentro como fuera de las fronteras. Cabe destacar que estas movilizaciones incluyeron numerosas huelgas en sectores industriales y de servicios.
Esta crisis, que se manifiesta en la reforma impulsada por el gobierno, es manifestación real de un quiebre más profundo en la sociedad israelí, en donde se empieza a fracturar la credibilidad y unidad de las instituciones. Muy característico de esto es que la fractura atravesó también al ejército, donde los reservistas se manifestaron en contra de la reforma, en algunos casos amenazando con incumplir servicio, y en otros, directamente, pidiendo la baja. Caso testigo son los pilotos de la reserva de la Fuerza Aérea, quienes también amenazaron con negarse a prestar servicio. Esto es curioso, ya que se trata de un cuerpo de elite del ejército. La crisis se extiende también en servicios de inteligencia y veteranos.
Como podemos ver, la situación interna del propio Israel es muy delicada. La histórica política del enemigo externo como forma de mantener el control interno del territorio comenzó a debilitarse, producto de ello el ejecutivo pide cada vez mayores libertades de accionar represivo.
La forma de ocuparse de los “puertas adentro” del gobierno de Netanyahu fue justamente robustecer la política de hostigamiento sobre palestina, en particular, la colonización de tierras.
Este año el gobierno autorizó la construcción de 18.223 viviendas entre enero y septiembre. Esta política de ocupación vía colonización viene experimentando fuertes incrementos desde 2021, pero se aceleró este 2023: durante el primer semestre ya se había aprobado la construcción de más viviendas que durante todo el 2022, lo cual viene acompañado, desde ya, de puestos de avanzada del ejército y mayor presencia militar, todo, financiado directamente por el Estado.
Naturalmente esto incrementó el descontento entre la población palestina, dando lugar a un nuevo fenómeno: la aparición de jóvenes organizaciones armadas, no ligadas orgánicamente a ninguna de las organizaciones tradicionales como Hamas, Fatah o Yihad, e inclusive iniciativas armadas de grupos o individuos independientes.
Por ejemplo, en febrero de este año un palestino ejecutó a dos colonos israelíes en la aldea Huwara, en Cisjordania. Esto desencadenó un progrom, promovido por el propio Estado de Israel, contra propiedades palestinas. Como siempre, el ejército a la cabeza. Por lo que la escalada de violencia entra en una nueva espiral ascendente, donde la situación se le va de las manos inclusive a las organizaciones tradicionales. Aparece un nuevo fenómeno de masas, todavía en gestación, y sobre el cual, por lo tanto, no podemos adelantar conclusiones. De lo que no cabe duda aquí, es que la política de hostigamiento por parte del Estado terrorista de Israel encuentra nuevas respuestas de los pueblos oprimidos, tanto fronteras adentro, como fronteras afuera.
LA SITUACIÓN EN GAZA
Lo interesante, es que el surgimiento de estas organizaciones sueltas tiene raíz en la crisis política que atraviesan las autoridades palestinas. En el 2006 el brazo electoral de Hamas triunfó en la Franja de Gaza, asumiendo el control total del país tras desplazar al grupo Fatah en 2007. Desde entonces rige un bloqueo económico sin precedentes, que ha sumido a la población en una situación económica cada vez más compleja, agregada a las constantes incursiones del Estado de Israel que asfixia completamente la vida del pueblo trabajador con su política terrorista.
Aparte de los continuos conflictos en la frontera, en los últimos 20 días las hostilidades israelíes en Gaza se habían incrementado: se negó el cruce de la frontera a 400 niños enfermos; se determinó un cierre total de la frontera con Gaza y Cisjordania, lo que impide que miles de trabajadores que viven en esos territorios y laboran en Israel pudieran llegar a sus puestos de trabajo; se realizaron bombardeos con aviones de guerra sobre presuntas posiciones terroristas; etc.
Las pocas perspectivas tanto en materia económica como militar, han profundizado la crisis dentro de la propia Gaza, que este año presenció manifestaciones contra el recorte en subsidios las familias más pobres, tan solo una expresión más de un fuerte cuestionamiento a Hamas que recorre las entrañas del territorio y va dando lugar al surgimiento de nuevos agrupamientos políticos.
Situación similar es la que vive Cisjordania, donde la Autoridad Palestina, con Fatah al frente, también vive una crisis política muy grande, que da lugar al surgimiento de nuevas organizaciones políticas y armadas.
UNA GUERRA CON MUCHAS VARIABLES, Y UN ÚNICO RESPONSABLE
Por estos motivos, la nueva guerra declarada sobre la Franja de Gaza está atravesada por muchas complejidades. Por un lado, las miserables condiciones de vida del pueblo palestino, el bloqueo de Israel, la violación sistemática sobre los DDHH que ese Estado terrorista ejerce, y más precisamente, la intensificación de estas políticas de agresión que el gobierno de Netanyahu viene ejerciendo como parte de su plan político para controlar la lucha de clases “puertas adentro” de Israel –es decir, de la Palestina ocupada-. Por otro lado, la crisis política que atraviesa Hamas, también requiere de una respuesta, que en esta ofensiva busca encontrar salida. A su vez, las debilidades internas de Israel y la fractura que tiene dentro de sus Fuerzas Armadas, sumado a las contradicciones internacionales –por ejemplo, interna con Irán- generan nuevas condiciones, que han desembocado en esta nueva escalada del enfrentamiento.
El verdadero telón de fondo, como vemos, es la lucha de clases. La prensa internacional tenderá a asistir políticamente a Israel para liberar el camino hacia sus crímenes de Estado, hacia la matanza indiscriminada de palestinos; hacia el uso de toda la fuerza bélica contra la población civil y la justificación del terrorismo, tanto externo como interno, bajo la excusa del enemigo “religioso”. La realidad es que con eso pretende continuar el sometimiento del pueblo palestino, y sobre todos los habitantes de la palestina ocupada (Cisjordania e Israel) y la utilización en general de ellos como mano de obra barata y como facilitador para el propio negocio de la industria armamentista.
¡BASTA DE GENOCIDIO AL PUEBLO PALESTINO!