Las primeras medidas anunciadas por el gobierno nacional han producido una enorme conmoción en el pueblo trabajador y otros sectores de la sociedad. Incluso, porciones importantes de los votantes del nuevo gobierno.
Sea por intuición o por haber sido vividas, las decisiones tomadas auguran un monumental deterioro de las condiciones de vida y de trabajo de las amplias masas del pueblo. Los aumentos generalizados de precios ya en curso, más los que se vienen, significan la miseria de millones de compatriotas.
No sólo se amenazan condiciones de vida económicas y sociales; también los derechos políticos conquistados que se intentan, de un plumazo, arrojarlos a la basura por parte de un gobierno que se propone un cambio absolutamente regresivo para el pueblo trabajador y a favor de los intereses más concentrados de la burguesía monopolista.
Lo que tenemos por delante es una lucha por la vida, en el sentido más amplio de la frase. Nos están atacando y ese ataque significa arrojarnos a la indefensión total.
Entonces, lo que nos queda como única respuesta es afrontar esa lucha desde el plano esencialmente político.
HAY QUE DERROTAR EL PLAN DEL GOBIERNO
Como tantas otras veces el gobierno entrante habla de la herencia que dejó el saliente. El pueblo trabajador ya lleva varias herencias encima.
La administración anterior y la anterior, y así, vinieron ajustando las clavijas, impulsando medidas que ahogan a las familias trabajadoras y benefician a las grandes empresas monopolistas.
Sin ir más lejos, el ex candidato Massa realizó un ajuste descomunal de las jubilaciones, los salarios estatales y las ayudas sociales mientras que otorgaba prebendas y subsidios de todo tipo a las automotrices, las petroleras y la agroindustria.
Por lo tanto, y como primera conclusión, los y las trabajadoras no vamos a caer en la trampa de unos y de otros. Para derrotar el plan actual, la única forma que tenemos es organizarnos desde las bases obreras junto a los demás sectores del pueblo sin alimentar ninguna expectativa de que ese objetivo sea posible de alcanzar por la acción de los de arriba.
UNA NUEVA ETAPA
Afirmamos antes que necesitamos enfrentar al gobierno desde la lucha política. También decimos que ese enfrentamiento debe realizarse desde la clase obrera y demás sectores proletarios en unidad efectiva con el resto del pueblo. Si la clase de vanguardia no irrumpe en la contienda política abierta contra su enemigo fundamental, con independencia de clase y en su propio terreno de lucha, seguiremos dando vueltas en la noria interminable de la protesta impotente, la que no ataca los intereses de la producción capitalista que reside en las grandes empresas monopolistas.
Esta nueva etapa del enfrentamiento clasista debemos emprenderla desde una concepción de la política que tiene que romper con el orden establecido. Nos referimos a un nuevo orden del enfrentamiento en el que lo fundamental pase a ser la organización desde abajo, ejerciendo la democracia directa, e impulsando la acción activa de los y las trabajadoras desde sus propios lugares de trabajo hacia los demás sectores.
CÓMO LO HACEMOS
Dijimos que el objetivo es derrotar el plan del gobierno. Resistir el ataque desde nuestras propias trincheras. Las medidas tomadas y por tomar, sin ninguna duda, serán rechazadas y resistidas por el movimiento de masas. Se trata entonces de impulsar desde la clase obrera el debate político y las acciones a tomar para llevar adelante un enfrentamiento que no sea espontáneo sino organizado, definido por las bases trabajadoras en cada lugar concreto. Ya hay, y habrá más todavía, innumerables demandas económicas que será necesario organizar. Esas demandas hay que impulsarlas desde la lucha política, la lucha que se ponga como objetivo derrotar el plan del gobierno.
Desde el aspecto eminentemente práctico, proponemos:
- En cada lugar de trabajo impulsar el objetivo planteado. De todas las formas posibles. Allí donde haya organizaciones de base construidas o en construcción, impulsar el debate abierto del qué y cómo enfrentamos la situación; donde se puedan impulsar asambleas, aunque sean de sectores, lo mismo; si no existen esas posibilidades, llevar el debate con los grupos de trabajadoras y trabajadores más cercanos, en los descansos, en la hora de las comidas, reuniones fuera de los establecimientos, etc.
- Abierto el debate, impulsar la organización inmediata de las fuerzas dispuestas a la misma. Esas organizaciones pueden ser abiertas, clandestinas o semi clandestinas, según las posibilidades y necesidades.
- Desde esas primeras fuerzas organizadas, planificar cómo llegar a otros sectores de trabajo. Impulsar la unidad de clase, no dejarnos engañar con divisiones ficticias de ningún tipo.
- Emprender tareas de agitación y propaganda que lleven el planteo hacia otras empresas de la zona, utilizando todos los medios a nuestro alcance (volantes, pintadas, pasacalles, redes) con el objetivo de unificar a la clase en el terreno concreto, desde abajo, sin intermediarios, a partir de las iniciativas que se decidan en cada lugar.
- Proponer que esa misma agitación y propaganda llegue a los barrios, escuelas, hospitales, centros de jubilados y otros centros de trabajo de la zona. Planificar esa acción a partir de los lazos familiares, de amistad, sociales de todo tipo, para hacer conocer y hacer participar del plan de enfrentamiento a la mayor cantidad de sectores afectados por la política del gobierno. La masividad es imprescindible para materializar las fuerzas y el enfrentamiento.
- Desarrollar todas las medidas y formas de lucha necesarias en el terreno concreto. Huelgas parciales o totales, cortes de calles y rutas, asambleas en plazas u otros lugares públicos, manifestaciones callejeras de todo tipo, etc. De lo pequeño a lo grande; desde las posibilidades materiales que vayan ofreciendo las fuerzas que se puedan ir organizando; teniendo siempre como objetivo aferrarnos a nuestro terreno.
- Desde esa práctica, ir conformando organizaciones de base que unifiquen los reclamos salariales, por condiciones de trabajo, por los derechos políticos, contra los despidos y suspensiones, contra el aumento de los alimentos y los servicios y contra toda medida que ataque nuestras condiciones de vida.
- Impulsar en esas organizaciones de base, tanto dentro como fuera de los lugares de trabajo, el ejercicio de la democracia directa. El debate y las acciones que se decidan deben ser abiertos, con la plena participación de las bases obreras y del pueblo. Cada quien debe ser portador y tener una tarea concreta a partir de las resoluciones que se tomen. Impedir así que se delegue nuestro poder en los supuestos “representantes”. El poder desde abajo lo construyen y lo llevan adelante los de abajo.
La unidad política de la clase obrera y el pueblo debe nacer desde esa resistencia organizada. Comenzará con un puñado de voluntades. Pero lo cierto es que ha llegado el momento de que esa idea se materialice a los ritmos que la lucha de clases nos está imponiendo. Así se irán conformando también las referencias políticas de las masas, las que jugarán un papel dinamizador de la lucha en la medida que se experimente el ejercicio de nuestro propio poder como clase y como pueblo.
Esta propuesta retoma las ricas experiencias de la lucha de clases en nuestro país protagonizadas por la clase obrera y el pueblo. En otro escalón de la historia, se trata de rescatarlas e impulsarlas sabiendo de antemano que por ese camino fue posible en otras etapas la resistencia y derrota de los planes de la burguesía.
El plan del gobierno ataca nuestras condiciones de vida y busca disciplinar a la clase obrera y al pueblo. La resistencia contra esos objetivos, con las metodologías aquí planteadas, es el camino a emprender para derrotar sus intenciones y avanzar en la conciencia y la organización políticas de la clase de vanguardia, que es desde donde debe surgir la verdadera alternativa revolucionaria contra la dominación de la burguesía y sus gobiernos.