De cara al paro del 24 de enero


De cara al paro y movilización anunciado por la CGT para el día 24 de enero, en los ámbitos de trabajo, la clase obrera, debate el qué hacer frente a la convocatoria, envuelta en un sinnúmero de intentos de atropello al salario, a las conquistas y a sus derechos políticos como clase.
Si bien es cierto que todo está muy confuso, producto de la treta electoral en la que nos ha metido la burguesía, rápidamente se empieza a sentir el mazazo al salario y ahí no hay discurso ni mentira que le haga frente.
Esta situación objetiva se irá agravando en el transcurso de los días a medida que se vaya incrementando el ahogamiento del poder adquisitivo producto de la galopante inflación.
A su vez el otro de los puntos que parecería unificar a la clase obrera en el terreno político es el profundo descreimiento de las cúpulas sindicales.
Si bien es cierto que un importante sector se prepara para participar de la convocatoria del 24, no es justamente por adherir a las políticas de la CGT y mucho menos simpatizar de sus dirigentes, sino simplemente porque se intuye que puede llegar a asestarse un gran golpe a las políticas anti obreras del gobierno de Milei.
Y es aquí donde es necesario hacer un análisis de la situación. La CGT, que tranquilamente podría pasar a llamarse congreso general de traidores, hoy se posiciona luego de estar varios años en el anonimato.
Años que le costo a los trabajadores, caer en una permanente degradación del salario en el gobierno de Alberto Fernández y de Massa y que de alguna manera es un preámbulo a la situación actual. Si bien hubo muchos focos de resistencia en innumerables fábricas y lugares de trabajo, la realidad es que no alcanzo para frenar el plan de la burguesía de machacar los salarios.
Focos de resistencia que se caracterizaron por estar atomizado y aislados, recluidos en los lugares de trabajo sin direccionamiento, ante la avanzada de las políticas de la burguesía, pero con el ánimo de resistir con lo que se tenia a mano.
Es aquí donde hay que destacar el papel de desmovilización que jugó la CGT, abrazada a los intereses de la oligarquía financiera, y alineada al gobierno kirchnerista.
Este hecho que lejos de pasar desapercibido, hoy se hace sentir en el cuestionamiento de los trabajadores a las cúpulas sindicales y sus sindicatos patronales.
Si bien es cierto que han pisado el acelerador del ajuste contra la clase obrera y el pueblo, la burguesía le teme al fantasma del desborde social como incipiente movimiento revolucionario.
Le teme a que la movilización de las masas avance hacia la organización independiente de la clase obrera. Le teme al pueblo en todas sus expresiones cuando toman las calles.
Es de suma importancia aclarar que la burguesía como clase también esta sumergida en una profunda guerra intermonopólica donde no dejan de sacarse los ojos por obtener mejores tajadas en sus negocios.
Y esto se va a expresar de diferentes formas en el marco de los posicionamientos políticos ya sea desde los liberales, peronistas, radicales y las diferentes expresiones de la oligarquía financiera.
Y es aquí en este contexto en donde sale a jugar los traidores de la CGT, para intentar contener y frenar la rebelión latente de la clase obrera y el pueblo.
Y a su vez llevar a las inminentes expresiones de lucha hacia las arcas de un sector de los monopolios que va a pretender mostrarse como oposición pero que en realidad su disputa de fondo es la de posicionarse frente a los mega negocios en la Argentina.
El río está revuelto y no es más ni menos que la profunda crisis política de la burguesía.
El desafío de la clase obrera y los destacamentos de revolucionarios será el de moverse en esta situación en pos de dirigir las más amplias fuerzas hacia una salida política revolucionaria.
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