El economicismo: un arma letal de la clase dominante


A pesar del ajuste generalizado contra el pueblo, del proceso de concentración en marcha y de una diversidad de negocios transnacionales que se vienen realizando rápidamente, el abajo está muy inquieto y hay muestras que la resistencia adquiere una diversidad de matices que amplía la base de apoyo para su crecimiento.

En las fábricas se discute mucho y el cuestionamiento a las políticas de gobierno es acompañada por el rechazo a las burocracias -que han sido y siguen siendo- un freno a la movilización necesaria para estas épocas.

Pero ya las cosas vienen cambiando al haber mayor disposición en la clase a caminar independientemente de la trilogía gobierno-empresas-burocracias.

La cuestión no es fácil de resolver. Ese cuestionamiento está, pero el “paraguas” sindical que propone el poder aún pesa y mucho.

El proletariado viene caminando, resiste y en ese caminar acumula experiencia. La lucha lanza a la calle a miles y miles que jamás habían dado su veredicto en la barricada; esa escuela “callejera” valen más que mil palabras.

Pero esta frase debe ir acompañada irremediablemente con la idea de ir elevando la conciencia revolucionaria de todo el movimiento en marcha. Y es aquí en donde sobresale la lucha política e ideológica. Sobre todo, en las avanzadas más inquietas para no caer en el economicismo, o en el viejo sindicalismo burocrático con aires de “modernidad”, o sea, recrear nuevas burocracias “combativas”, por “izquierda”, para garantizar la institucionalidad ya no limitada al problema sindical sino -y sobre todo- a la institucionalidad política que propone el Estado de los monopolios y sus dueños: las transnacionales.

Somos optimistas porque la idea de la independencia política sigue caminando y va haciendo pie en múltiples experiencias, algunas más avanzadas -otras no tanto- pero ese “bichito” ha entrado y eso es muy bueno.

Pero en estas nuevas experiencias, los primeros enraizamientos tienen que escapar del economicismo en simultáneo con el grado de desarrollo que tengan. Es decir: la experiencia que venimos haciendo nos indica que, si nos limitamos a la lucha sindical “con mayúsculas”, sin la lucha política e ideológica en la clase, la organización que ha nacido con aires independientes irremediablemente terminará en una nueva frustración.

La salida para el proletariado es la lucha política que impulse la organización independiente, a pesar que la vida nos esté demostrando lo complejo que es este debate en este momento histórico.

No es suficiente, pero si necesario, tener delegados independientes, organizaciones independientes en cada sector de trabajo, unir por abajo y actuar como clase. Pero allí, en ese fragor del nacimiento de lo nuevo, la clase obrera debe fortalecer la organización política de estas ideas.

Materializarlas como se pueda en organizaciones de base, con democracia directa y en prácticas asamblearias de base que aspiren a generalizarlas, sea en una planta, en un parque industrial, en un barrio, etc.

Cuando aparecen estas ideas de carácter revolucionario (que son ideas que apuntan a acumular políticamente para la lucha por el poder político, que son parte de un plan político que adquiere esa relevancia) es porque detrás de esa idea hay un partido político de la clase obrera que puede ir sintetizando una táctica política para cada momento y que apunte siempre a la lucha por el poder.

En esas avanzadas que están caminando la “independencia sindical” se hace necesario que comprendan la necesidad de la construcción del Partido político de su clase, muy ajeno a la concepción que propone la clase dominante. No es suficiente ser ya un delegado independiente si ello no va acompañado del plan revolucionario que quiebre un círculo vicioso que en definitiva nos lleve a una “nueva institucionalidad”, o sea, la idea de cambiar todo para que no cambie nada.

A esos proletarios de avanzada que le están poniendo “el pecho a las balas” en esta resistencia que se extiende como puede, les proponemos ser partícipes directos de los planes revolucionarios en marcha.

Se necesita robustecer la salida política desde el proletariado y es allí en donde hay que dar un paso en la decisión de ser parte en algún nivel de organización en las filas del PRT como unos de los destacamentos políticos de la clase.

La clase dominante (y en particular el sindicalismo burocratizado y empresarial) ha hecho mucho para quebrar la confianza en la clase, en su conducta de lucha. Y eso ha repercutido en cada trabajador y en el pueblo explotado y oprimido para preservarse de la traición. Pero -a la vez- ha provocado que la desconfianza recorra las propias filas de la clase con las propias fuerzas, incluso con aquellas fuerzas que demuestran su clasismo a cada momento.

Es un momento en donde hay que quebrar esa influencia nefasta que ha impuesto el poder y formar parte de lo que se está construyendo en condiciones muy complejas.

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