En la reciente Editorial de El Combatiente del 1° de abril decíamos que: “…Venimos escuchando con cierta insistencia que en los centros laborales “no se le echa la culpa al gobierno sino a las empresas y a los sindicatos”. Lo que a simple vista puede parecer algo “negativo” nos lleva rápidamente a preguntarnos ¿es tan así?
Obviamente que el gobierno no es otra cosa que un representante y administrador de la facción burguesa que se ha quedado con el Estado a su servicio y es responsable directo de lo que padecemos. Pero que haya sectores de masas que -hastiados de venirla remando por décadas y décadas con gobiernos de toda calaña- y queriendo que de alguna manera “al gobierno le vaya bien” pongan la mira directa en contra de empresarios y sindicalistas empresariales no es un tema para soslayar. Ya quedarán en evidencia con los planes en curso la “santa alianza” que conforman éstos con el gobierno de turno”.
La lucha de clases es tan implacable que cuando se tensa, se agudiza, somete a severas pruebas a las incipientes vanguardias, aunque estas sean arte, parte y producto del mismo proceso de dicha lucha de clases.
Cuando -de una u otra manera- el enfrentamiento va adquiriendo cierta intensidad, la responsabilidad de las y los revolucionarios se acrecienta; son los momentos donde la convicción en el proyecto revolucionario y la confianza en las masas están sometidos a todas las pruebas; nos va templando como fuerzas políticas al tiempo que barre la maleza que nos vamos encontrando en el paso de la lucha y nos impulsa de hecho, a nuevos saltos tanto en la calidad como en la cantidad.
Se vienen tiempos de fortalecimiento más allá de los sinsabores que surgen producto del condicionamiento a nuestra clase que quiere imponer la burguesía en los centros laborales. Y esos nuevos desafíos que aparecen serán resueltos desde el aprendizaje.
Las iniciativas de la burguesía monopolista son porque cruje su andamiaje, comienzan a improvisar y a tomar decisiones que pueden producir nuevos surcos y que profundizan sus contradicciones.
Y guarda: lejos de “adormecer” a las masas ponen en blanco sobre negro la imposibilidad que tienen como sistema de vida de solucionar los más mínimos problemas que padecemos. Muy por el contrario: con un hecho por insignificante que parezca la culpa podrá pasar a ser de toda la institucionalidad de este sistema putrefacto, a barrer con todos. Porque como “su vida” está signada por las ganancias, no pueden esconderlo ni disfrazarlo de ninguna forma y se profundiza su crisis política.
En esto que expresamos muy sintéticamente intentamos dejar en claro la situación de los dos campos enfrentados antagónicamente, donde la clase obrera y la burguesía monopolista pujarán. Unos para quebrantar la correlación de fuerzas a su favor y pasar a situaciones superiores, los otros para continuar haciendo los negocios a toda costa, aunque se estén cavando su propia tumba.
Al costado quedarán aquellos que no ven o ignoran al movimiento de masas con el proletariado a la cabeza como hacedor y protagonista de los cambios históricos. “No saben, no entienden”, es la concepción que tienen de los pueblos. Son parte del mismo tren.
Por eso, infinitas veces hemos planteado, como infinitas veces plantearemos que la organización independiente desde las bases, con democracia directa y el norte político del proyecto revolucionario, es la única capaz de darse una política de unidad de toda la clase obrera y el pueblo oprimido en la lucha por el poder. Todo lo demás son fuegos de artificio que nada tienen que ver con los más profundos y sentidos intereses de nuestra historia como clase obrera y como pueblo.