El despido de los trabajadores del sector de estructuras ferroviarias resume con agudeza el ataque que se está impulsando para imponer el disciplinamiento.
El eje está bien claro: barrer con las libertades políticas, seguir avanzando en el achique de salarios, debilitar la resistencia y la defensa de las conquistas laborales para imponer los DNU y flexibilidad laboral, para imponer a la clase obrera condiciones políticas que les permitan ejercen sus planes de más explotación y productividad para avanzar en sus espurios negocios.
La secuencia es clara y va desde la no renovación de contratos de obras de infraestructura, hasta la falta de repuestos, va desde la reducción de servicio, hasta las paralizaciones de diferentes servicios, va desde los achiques salariales y los atrasos en los pagos (por segundo mes) hasta los despidos más injustificados como en ADIFSE recientemente. Es decir, va de la mano de la justificación de los despiadados ataques a las y los trabajadores.
“La privatización” que navega en un mar de controversias, improvisaciones y agudas disputas entre las diversas facciones monopolistas y sus representaciones partidarias en el parlamento y en las cúpulas sindicales, está empantanada por este escenario de crisis política y por sus debilidades para llevar adelante estos planes.
De allí que anteponer políticas de extorsión y disciplinamiento sea el eje donde gravitan para llevarlos adelante. Porque la principal crisis que ellos tienen es la lucha de las bases, su acción, su rebeldía, su organización como trabajadores en unidad con el pueblo para frenar estos planes de gobierno.
El escenario que se abre pone en tensión las fuerzas de las bases, es decir pone en tensión su acción política como trabajadores.
El alcance nacional de esta lucha por nuestros intereses de clase es el principal freno a las privatizaciones y el desguace de los ferrocarriles.
Hay que avanzar en asambleas por sectores, tomar resoluciones inmediatas de forma independiente. Las diversas organizaciones de base y los diversos núcleos asamblearios que anidan en el seno del ferrocarril deben impulsar iniciativas de acción para romper con el estado de incertidumbre y falta de respuesta de lo que hay que hacer, para profundizar el debate político sobre la necesidad de enfrentar estos siniestros objetivos.
Se debe pasar a un marco de acción que aúne la movilización mayoritaria de los trabajadores.
Aun con su crisis e improvisación ellos tienen sus planes de ataque como clase y las bases deben organizar los propios sin pedir permiso, sin esperar que las burocracias de todos los colores taponen las iniciativas de lucha. “El estar alerta” con que se llenan la boca estas burocracias no impidió, ni despidos, ni rebajas salariales, ni el empeoramiento de nuestras condiciones de trabajo.
Hagamos la nuestra, hagamos la de la clase obrera y el pueblo. Golpeemos como un solo puño.