Una “mezcla rara”


Existe una “mezcla rara” de incertidumbre, bronca, impotencia. Al fin y al cabo, un dolor profundo por la vida que estamos llevando. ¿Qué va a pasar?

Pero en esa caracterización, entre las cuatro paredes de los establecimientos industriales, los obreros están debatiendo todo y de todo. No se trata solo de salarios y de la alta productividad reinante, se habla de la vida, del presente difícil de transitar y de una desconfianza hacia el futuro por leer y haber vivido el pasado.

En la actualidad la clase obrera resiste como puede y suma experiencia. Un aspecto de la lucha de clases actual que comienza a pesar en el plan de gobierno.

El arriba persiste en disciplinar a la clase, pero el estado permanente de debate y de cierto grado de resistencia comienza a tomarlo en cuenta.

Las burocracias sindicales de todo color están expresando las disputas interburguesas, y por otro lado están advirtiendo “a sus patrones” que el humor reinante del obrero no es bueno y que se van expresando experiencias independientes a ellos y por fuera de esa institucionalidad.

Ciertos gremios llegan a tener “discursos de barricada” tomando estas caracterizaciones.

SMATA y UOM (aunque con posturas muchas veces contradictorias en sus filas) responden abiertamente y sin tapujos a sus CEOS, pero ya están entendiendo que el abajo es peligroso y existen intentos de llevar a la clase obrera por caminos sin salida. Las brabuconadas son la “mezcla rara” utilizada para transitar un camino complejo y minado de dificultades.

Para las y los revolucionarios este camino hay que atravesarlo sin vacilaciones poniendo el acento en la derrota del plan de gobierno. Y a la vez el hacer consciente que muchos hechos de lucha, movilización y ciertos casos de organización tienen ya un carácter independiente de la institucionalización burguesa, aunque por el momento mucho de todo ello esté embebido desde la lógica del poder burgués.

Es allí en donde no hay que aflojarle, aunque esa acumulación no se exprese en los términos antagónicos como antagónicas son las clases enfrentadas.

La clase obrera (desde sus reductos que son las fábricas) debe hacer sentir el peso de su clase. Y son los mismos obreros que tienen que tomar cartas en estos asuntos con tareas sencillas, concretas y específicas en cada lugar.

La clase dominante quiere aislar a la clase obrera y lo intenta sin tapujos. Saben que de pasar lo contrario (como comienza a darse muy puntualmente en la actualidad) es peligroso para sus intereses de clases.

Es por ello que al día de hoy hay que tomar en consideración que la lucha obrera y sus expresiones independientes en un sector de la fábrica, sino se quiebra el aislamiento, esa virtud se traduce en frustración.

Un momento en donde se conjuga lo imperioso de la lucha y la paciencia. Y en donde cabe como nunca la idea de pegarle al plan de gobierno para acumular fuerzas y a la vez apuntar al trabajoso desafío de la organización independiente.

No siempre en las fábricas la “claridad” de la situación que se vive se traduce en lucha u organización. Por eso aquí cabe la paciencia para abordar esta problemática en el seno de la clase por parte de las y los revolucionarios.

La unidad por abajo tiene marchas y contramarchas, tiene momentos y momentos, pero es allí cuando esa voz revolucionaria debe tener peso. A no desmayar si no se concreta una reunión con carácter independiente, si falta o no un compañero puntal de la propuesta. Debemos levantar la mirada, ver la tendencia general de acumulación de todo el movimiento en resistencia y trabajar sobre esa realidad.

Persistir una y otra vez, confiar en la clase y es en ese camino riguroso en donde van naciendo las nuevas referencias políticas que ya no son pocas.

El proletariado y todo el pueblo oprimido está en pleno debate y con fuertes cuotas de incertidumbre. A modo de ejemplo ayer en el Pabellón de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, en Ciudad Universitaria, un importante grupo de estudiantes expresó su malestar contra las políticas de gobierno. Este hecho no es menor cuando el mismo comienza a expresarse en otros centros de estudios, todo inicial, por cierto, pero con una dinámica de un sector que no estábamos acostumbrados a observar.

Lógicamente, ningún terreno desde donde abordemos la lucha de clases se corresponde aún con la caracterización que hacíamos al inicio. Pero en el sector que tomemos se repite la incertidumbre, la bronca, el malestar, etc.

Hay una acumulación cuantitativa que se va expresando como puede con nuevas calidades. Nos referimos a que las ideas de cambio revolucionario comienzan a ser escuchadas con mayor atención, estamos pasando imperceptiblemente de la idea generalizada de que ya sabemos lo que no queremos a un primer peldaño de dirigirnos hacia lo que queremos.

Es tan malo el exitismo de esta caracterización como el negar el grado de debate de la sociedad en su conjunto en el momento actual. Pero si se subestima este paso las tareas revolucionarias se encorsetarían a la institucionalidad burguesa.

Por el contrario, el momento para derrotar el plan de gobierno no solo elevaría el plano político del qué hacer en cada lugar para sumar en ello, sino que además se abrirán más puertas para instituir la lucha ideológica y las instituciones independientes que se vayan creando.  Donde la clase obrera en conjunto, pero las y los obreros en particular, desplieguen su fuerza arrolladora como puntal de esa independencia clasista que debe abarcar a toda la sociedad sufriente.

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