Movilización en defensa de la universidad: la masividad y el movimiento de base son la clave para derrotar el plan de la burguesía


La movilización contra el desfinanciamiento de las universidades públicas ha modificado la dinámica de la lucha de clases en los últimos diez días, en un reclamo que ha trascendido completamente al problema educativo en sí, unificando en la práctica los reclamos del conjunto del pueblo trabajador.

Es que, en la agenda política de la lucha de clases, los grandes aparatos políticos, con las burocracias sindicales al frente, están haciendo lo imposible por meterle un freezer a la movilización independiente de masas.

La CGT convoca a una movilización el 1º de mayo que no contará con ningún apoyo masivo de las bases obreras, hartas de sindicatos que se manejan en las fábricas como verdaderos agentes de la empresa. La dilatación en las convocatorias de paro general, el boicot permanente a las medidas de lucha impulsadas por la clase obrera, etc., hacen que ese acto este muerto antes de nacer. No así las expresiones independientes que se puedan ir construyendo, desde ya.

Por otro lado, la próxima medida nacional está planteada para el 9 de mayo, con un paro dominguero, sin movilización. Y es que lo que no quieren es que se repita una movida como la del 24 de enero en donde los aparatos sindicales -muy a pesar de lo que digan los medios de comunicación- quedaron pintados frente al impresionante movimiento masivo de las bases que fueron organizadas por sectores de trabajo, y mayoritariamente delimitados de sus propias conducciones sindicales.

Ni hablar el peso específico de la movilización en las provincias, verdadero elemento que detonó la crisis con los gobernadores y la derrota de la Ley Ómnibus, o al menos, de su primera temporada.

Por el lado del peronismo genérico y la izquierda hegemónica, tampoco hay tanta diferencia. Convocatorias reducidas a la participación de sus aparatos políticos, que están encerrados en sí mismos pujando por intentar asomarse como alternativa electoral para quien sabe qué momento ¿2025? ¿2027 quizás? Fuera de esa burbuja parlamentarista, el papel de los sindicatos peronistas frente a los despidos en el Estado, haciendo cumplir el protocolo a rajatabla -al igual que la izquierda hegemónica intentando evitar confrontar con la represión en las movilizaciones de desocupados- ha demostrado la impotencia de dichas corrientes políticas frente a los desafíos de la lucha de clases. O, mejor dicho, su papel al servicio de la burguesía.

El repudio al sectarismo que estos aparatos llevan, por ejemplo, a las asambleas barriales o a los centros de estudiantes, torna imposible que puedan encausar cualquier proceso movilizador. Por lo menos, no de manera abierta.

Es así que la movilización de este martes 23 aparece con un signo distintivo: una movilización política que ha trascendido a cualquier aparato político, en un horario que si bien no es el mejor, permite de todas maneras la participación masiva de miles de trabajadores -no estamos hablando de las movilizaciones a las 10 AM que hacen las organizaciones sociales- y que ha devuelto a la vida política a miles y miles de estudiantes en todo el país, tanto universitarios, que se ven empujados a la lucha de clases por la condición objetiva en que se encuentra su ámbito natural (la universidad) como secundarios, que se ven atraídos y encuentran por primera vez en muchos años un eje común sobre el cual organizarse y movilizarse.

Pero si hay algo que todavía sobrepasa lo esperado, es la organización por abajo que se está dando en sectores de trabajadores, que van a asistir a la marcha del 23 como si se tratara del paro general del 24 de enero. Eso demuestra que la movilización del martes se ha constituido como una verdadera vía para canalizar las necesidades de movilizar.

Por eso, esta semana no se van a expresar en la calle solamente la defensa común de un pueblo que ha sabido conquistar la educación universitaria pública, gratuita y laica, sino también el repudio generalizado al plan del gobierno.

El apoyo activo de todo el pueblo trabajador al reclamo universitario, y la universalización del reclamo, ha tomado por sorpresa al gobierno, quien, relajado por la ausencia de movilizaciones masivas convocadas, y un paro general acordado con la CGT para ser dominguero, intentó apagar el fuego haciendo una propuesta de actualización del presupuesto universitario cuando ya era demasiado tarde y no conformó a nadie.

La cita este martes es obligatoria, y marcará un nuevo mojón en la lucha de clases, demostrando, una vez más, que la masividad y el movimiento de base son la clave para derrotar cualquier plan de la burguesía.

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