Una situación particular que puede quebrarse en lo político


Despidos, suspensiones, jubilaciones anticipadas, retiros voluntarios, cierre de pequeñas empresas y negocios con su consecuente pérdida de puestos de trabajo se enseñorean por todo el país.

La caída de la producción es innegable, pero en el tema de reducción de personal debemos aclarar que, en ciertas empresas monopolistas, se produce por renovación de capital fijo constante (maquinarias) que remplaza mano de obra. Aprovechando la volteada, dichas empresas se aprestan (cayéndoseles la baba en su afán especulativo) a una próxima aceleración productiva luego de la limpieza de terreno (destrucción de fuerzas productivas) provocada por esta crisis mundial y nacional.

La concentración de capital que opera la misma más la caída en las condiciones laborales y de salarios reales, son el terreno ideal que esperan encontrar al final del actual proceso ayudado y acelerado por las medidas gubernamentales y los proyectos de ley base y DNU que esgrime el gobierno de Milei.

Si a esto les sumamos los acuerdos paritarios del 2023 no cumplidos por varias patronales y la monstruosa pérdida del poder adquisitivo que venimos sufriendo desde mucho tiempo atrás, acelerado brutalmente por este gobierno, vemos que la situación de la clase obrera y trabajadores en general se presenta muy dura.

Ante tamaño panorama, cualquiera podría pensar que la clase obrera y asalariados en general tendrían la conducta de preservar sus puestos de trabajo para no caer en la exclusión, aguantar estoicamente los golpes y agachar la cabeza aferrándose individualmente a su puesto, aunque su sueldo no les permita llegar a fin de mes.

Pero la cosa no es así. Por el contrario, la resistencia a las decisiones del capital y del gobierno que tiene sus aliados más importantes en los popes sindicales más entregadores que recuerde la historia de nuestro país, y de la oposición institucionalizada (de izquierda, derecha y centro, como les gusta definirse), van creciendo paulatinamente en forma sostenida.

El proletariado no se resigna, pelea y se insubordina al disciplinamiento burgués… Los metalúrgicos le dieron una paliza a la cámara siderúrgica y a la UOM votando en contra del ofrecimiento paritario que les disminuía el sueldo que les corresponde según lo convenido por paritarias y que constituye el piso para la nueva ronda que debería haber comenzado en marzo. Los docentes paran mañana, los empleados públicos y docentes misioneros han ocupado las calles de su ciudad, incluidas las fuerzas policiales que constituyen el brazo armado que necesita el Estado para reprimir a los rebeldes que no se someten al disciplinamiento que intenta generalizar la política gubernamental y su mandante la burguesía monopolista. Una contradicción insalvable que recurrentemente aparece bajo la demanda salarial.

Como un cuchillo de acción “lenta” pero constante y efectiva, la actitud de lucha de las bases va cortando transversalmente todos estos hechos, obligando o pasando por encima a las dirigencias traidoras de los sindicatos, aunque estos tengan discursos de oposición y, algunos, antiburocráticos como el caso del neumático, o sectario y porfiadamente reformista como el de aceiteros, incapaz de generar un polo de atracción y unidad de trabajadores cercanos de otras ramas que están sufriendo en forma más profunda las políticas del gobierno.

De la misma manera, los ejercicios de democracia directa que van practicando algunas de estas movidas generan un camino auspicioso de acción independiente y participación de creciente cantidad de compañeros en cada lucha que atrae no sólo a los trabajadores, sino que alienta también a otros sectores del pueblo, aunque todavía no tengan la masividad que la hora requiere ni una conciencia clara de clase.

La situación va transparentándose en relación al gobierno de Milei que no sólo pierde credibilidad en los sectores que tenían expectativas de cambio a partir del repudio a las tropelías del gobierno peronista que lo precedió, sino que también suma elementos que ayudan a romper el velo que encubre la lucha de clases y los intereses antagónicos irreconciliables de las mismas.

Lograr quebrar, por este camino de la lucha masiva, independiente, unitaria y nacional, el plan de gobierno basado, de hecho, en la disminución de los ingresos populares y la mejora en las condiciones de explotación del trabajo asalariado para aumento de sus niveles de ganancia y, formalmente, en la promulgación de la ley base y la continuidad del DNU reaccionario actualmente vigente, significará un logro importantísimo que hará retroceder varios casilleros no sólo al sector gobernante sino, además, a toda la burguesía.

Y en caso de que la ley sea aprobada por los mercenarios legisladores contrariando el interés de las grandes mayorías populares, habremos avanzado también en nuestro camino de acumulación y saltos, deshilachando aún más la raída investidura política del aparato burgués, favoreciendo el debilitamiento del gobierno (tuvieron ya que desistir del cacareado “Pacto de mayo”) y ahondando las contradicciones en el seno de la burguesía, estableciendo así un nuevo piso en la lucha política por nuestros derechos y condiciones de vida.

Por estas razones tenemos que incrementar nuestros esfuerzos en movilizar e impulsar los debates en los ámbitos de trabajo, barrios y centros de estudio en contra de la ley bases y el DNU, las asambleas de sectores en las fábricas, la toma de decisiones y las acciones colectivas que ayuden a frenar y combatir la aprobación de dichas normas.

La responsabilidad de nuestro partido y otros destacamentos revolucionarios se acrecientan y hace necesaria una mayor audacia en el despliegue de las ideas socialistas, el papel indelegable de la clase obrera, el hacer consciente la lucha de clases y el dotar a cada compañero de ruta de una tarea (aunque sea circunstancial) que lo involucre en la lucha política en contra de los planes del gobierno y de su clase mandataria.

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