El conflicto salarial que se desarrolla en la provincia de Misiones es el primero de esas características que ha tomado relevancia nacional. En forma simultánea, en otras provincias del país como Mendoza, Santa Fe, San Luis, trabajadores judiciales, de salud y otras áreas estatales han llevado a cabo medidas de lucha.
Las últimas semanas los conflictos experimentaron un alza (en el mismo ritmo de alzas y bajas que se viene desarrollando en estos meses), siempre en el marco general de la etapa de resistencia que nuestro Partido viene caracterizando.
Desde esa perspectiva general es de donde hay que pararse para dimensionar correctamente las luchas y cómo éstas atizan el fuego de la crisis política de la burguesía.
Misiones puso sobre el tapete la realidad que atraviesa el pueblo trabajador de esa y de otras provincias y, podemos afirmar, del país. La irrupción de la policía con su reclamo salarial sirvió para que las demandas (sobre todo de la docencia) que venían de meses anteriores, a los que se sumaron trabajadoras y trabajadores de la salud, se amplificaran y ganaran en masividad. Se generó un movimiento de lucha que llegó a unificar el reclamo del 100% de aumento salarial y a intentar llevar adelante un Comité de Crisis del Pueblo. La burguesía y su gobierno apostaron y apuestan a quebrar esa unidad de hecho negociando, principalmente, con la policía como medio para luego avanzar sobre el resto del movimiento. Nadie puede predecir que ese objetivo pueda ser cumplido.
Si el gobierno “arregla” con un sector en particular ello puede traer desazón y confusión momentánea, pero lo que no debe perderse de vista es que ese arreglo implicaría que se le torció el brazo a la burguesía en su pretensión de atacar el salario y las condiciones de vida. Con ello queremos decir que el conflicto y el reclamo de los demás sectores se verán renovados, mas no resueltos, y ello implicará pensar e impulsar nuevas iniciativas.
Y aquí es necesario detenerse. Más allá de la resolución del tema Misiones, lo que ya se ha manifestado es que la situación de esa provincia ha generado una agudización de la crisis política del gobierno, que es lo mismo que decir la crisis política de la burguesía. En el marco de sostener la resistencia general contra los planes de disciplinamiento al pueblo trabajador y de la lucha por derrotar el plan del gobierno, la experiencia de Misiones es un importantísimo paso en la acumulación de fuerzas en ese sentido. Porque se suma al rechazo expresado por la clase obrera metalúrgica de la rama siderúrgica de la oferta salarial que las cámara empresarias del sector han ofrecido; el conflicto en la industria del neumático, a lo que se suma también al reanimamiento de la lucha en otros sectores estatales como es el caso del INTI contra los despidos; al plan de lucha que se está llevando adelante en el gremio de la sanidad; se suma también a las medidas de fuerza que tomaron en las últimas semanas los tercerizados del ferrocarril Sarmiento y de otras líneas.
En ese mismo escenario de acumulación de fuerzas debemos mencionar el crecimiento de las suspensiones y los despidos en distintas áreas productivas. Dicho proceso responde a una objetiva e impresionante caída de la actividad económica (que afecta fundamentalmente a las pequeñas y medianas empresas en una nueva rueda de centralización y acumulación de capitales), pero también a que la burguesía de la gran industria persigue el reemplazo de mano de obra mientras renueva el capital constante en busca de mayor productividad y de disciplinar, sobre todo, a la clase obrera industrial. Ese es el fin político principal de la clase dominante y es en ese terreno que debemos enfrentar a la misma.
De allí que la lucha contra la ley Bases y toda iniciativa que el gobierno emprenda, debe orientarse a quebrar su plan tanto en el plano económico como político.
Lejos de creer en la estabilidad y los logros que venden Milei y toda la alcahuetería mediática, lo que se está poniendo de manifiesto es que en el aspecto económico no existe un horizonte más allá del que agita el gobierno; la nueva suba del dólar que presionan una nueva devaluación, la inflación que no cede, las contradicciones que lejos están de resolverse en el seno de la burguesía monopolista, el crecimiento de las deudas estatales que se “patean” hacia adelante, auguran nubarrones que en cualquier momento pueden ser tormenta.
En el plano político el fiasco del Pacto de Mayo, las internas en el gabinete, las internas también en las otras fuerzas políticas del sistema, el estiramiento del tratamiento de la ley en el Senado, manifiestan que la burguesía no acierta con disciplinar al conjunto de su propia clase. Sólo se unifican en el ataque a las conquistas del pueblo trabajador y en el sostenimiento irrestricto de su institucionalidad.
La crisis económica y la crisis política se retroalimentan y son agudizadas por la lucha de clases, aun en la etapa de la resistencia, por lo que es de suma importancia saber de antemano que toda lucha y enfrentamiento acumula fuerzas y abonan el camino para que el pueblo trabajador siga renovando y recomponiendo fuerzas en un camino de independencia política cada vez más creciente y fuerte.
Por eso en este momento de la lucha de clases se debe seguir impulsando la organización y la lucha desde las bases trabajadoras, como único camino para construir una referencia política con el que hoy las amplias masas no cuentan. Desde esa posición hay que seguir impulsando las iniciativas en defensa de nuestros reclamos y conquistas, y por la derrota del plan del gobierno, con las fuerzas más decididas, aunque todavía sean minoritarias, convencidos que esa es la manera genuina y con proyección para renovar las esperanzas en las fuerzas de la clase obrera y el pueblo.