El gobierno avanza sobre los derechos políticos y económicos de la clase obrera y el pueblo, pero en esa misma medida las propias crisis erosionan su andar.
32 renuncias de funcionarios de “primera línea” y otros tantos por venir manifiestan que hay eslabones débiles en el poder. Ni qué hablar de las disputas que por estas horas se dan en las “cuevas” del PRO: la Bulrich hablando de “golpe de Estado” contra un Ritondo enardecido; o de un peronismo de infinitas cabezas e intereses; o de radicales que no pueden con su existencialidad.
En fin, son todos parte de la armadura electoral que adelantan sus jugadas en vistas del 2025.
Mientras el gobierno apuesta a la Ley de bases y más allá de su resultado será compleja su aplicación ante la falta de una centralización política de peso.
Para la gran mayoría de la población ¡sí! es importante asestarles un golpe político a la Ley de Bases. Cuestión que no se resolverá en el Parlamento, sino que la calle será testigo como lo es hoy mismo cuando el pueblo trabajador resiste despidos, amenazas, represión.
Las jornadas del 24 de enero, 24 de marzo y el 23 de abril, así como todo lo acumulado en las últimas semanas (donde se destaca la lucha en la provincia de Misiones y luchas obreras en todo el país) auguran que la acumulación de fuerzas para dar golpes de carácter nacional va en aumento.
A pocos meses de iniciado el año se ha transitado mucho en experiencia. Y en las clases enfrentadas irreconciliablemente se ha elevado un peldaño en la calidad de ese enfrentamiento.
La clase obrera ha dado indicios de actuar como clase, cuestión que por muchísimos años no sucedía. Aunque –embrionariamente- ese peso ha comenzado a rodar y en ello el papel que juega la política e ideas revolucionarias ha sido y es importante.
Un proceso complejo donde elevar la conciencia de clase se viene materializando no sin tropiezos.
Las jornadas antes mencionadas vienen materializando en nuevas organizaciones independientes que de hecho se autoconvocan; y a pesar que aún no fraguan como conductas y organizaciones políticas permanentes, las mismas corroen al propio Estado burgués porque “circulan” de forma paralela al poder actual.
Decenas de miles de trabajadores y trabajadoras van a la huelga, presionan a sus traidoras dirigencias, las van conociendo con mayor crudeza y sin los velos del populismo. A esas decenas de miles y miles les cabe entonces hacer la experiencia, caminarla y profundizarla a la par que la política revolucionaria profundice el para qué luchar en un sistema capitalista fracasado.
Las avanzadas están mostrando menos desconfianzas a las ideas revolucionarias. Pero en ese terreno de debate, el oportunismo de izquierda electoral y el populismo redoblan las fuerzas para quebrar la independencia política de clase que requiere este momento inédito. Ya están jugando a las elecciones 2025 y el no hacer olas es parte de ese juego.
La existencia de nuevo tipo de asambleas en donde se inserta la idea de democracia directa aún es débil en el terreno de lo que significa esa práctica. En la mayoría de las veces se la hace por el rechazo a lo ya conocido, pero no se hace aún conciencia que esa preparación de fuerzas -con esas metodologías- es lo revolucionario y es lo que permitirá con su masificación transformarse en un doble poder.
En la resistencia actual hay que perseverar con golpes certeros cuando de movilización se trata. Tenemos por delante la Ley de Bases, el gobierno está asimilando que la misma hace agua por abajo, de hecho, se la está resistiendo, aunque se oculte ese factor fundamental. Pero así las cosas no van y es un lenguaje que van asimilando las clases enfrentadas.
En todo el andar de la protesta, sobre todo en la que se da en cada lugar en concreto, sea fábrica, facultad, escuela, hospital, etc. las avanzadas tienen que materializar los primeros ladrillos de organización política independiente de toda la basura política y sindical de lo instituido.
Fortalecer esos núcleos, elevar la conciencia y organización en vistas a lo que se está viniendo de intolerancia por abajo. Y en esa amplitud de criterio ampliar la influencia a cada vez más sectores que aún no encuentran los caminos y los puestos de lucha verdaderos, legítimos cuando se trata de la defensa de los intereses de clase.