Dos únicos caminos: o nos ponemos de rodillas o los enfrentamos


La clase dominante legalizó en el Senado toda la ilegitimidad e ilegalidad que venía ejecutando gobierno tras gobierno. No hubo empate: las fuerzas políticas “opositoras” militaron antes y durante para romper la masividad popular en la calle. Dieron quórum al saqueo -ahora- de forma institucional.

Se manifestó un pacto entre diferentes facciones burguesas para darle cierta gobernabilidad a Milei. La ley de Bases tenía que salir como sea, andrajosa, recortada, como sea. Ningún representante burgués quería sacar los pies del plato y teníamos claro desde un principio que no se podía esperar nada bueno del Congreso. Pero lo que también es cierto que aquí no se acaba la historia, más allá que la aprobación de esta Ley anti obrera y antipopular signifique un golpe para las mayorías y juegue un efecto en lo emocional.

Pero a la burguesía (enemiga irreconciliable del pueblo) se le han caído muchos velos, y transitaremos una época en donde el carácter de la resistencia se irá definiendo golpe por golpe.

No solo utilizaron la violencia con un despliegue y acción inusitadas de las fuerzas represivas, sino que vienen desatando una violencia propia de este sistema sin maquillajes. A los palos le quitaron la zanahoria.

La aprobación de la Ley de Bases es un duro golpe para la clase obrera y el pueblo. Y ello por un tiempo traerá cierta desazón. Pero a no confundirse: la burguesía y todas sus instituciones deberán pagar un alto costo político para aplicar su legalidad.

La lucha de clases no se resuelve en el Parlamento cuando nuestro pueblo ya ha recorrido un camino en donde nada de lo que viene de arriba es creíble.

La fortaleza política de la clase dominante no está en la aprobación de esta ley. Su “fortaleza” política radica en la gran debilidad de una referencia política independiente y de carácter revolucionario.

La burguesía tiene que tener una centralización política para llevar adelante el plan de gobierno y es allí en donde encuentra obstáculos insalvables. Porque son insalvables las pujas de intereses monopólicos que están en pugna.

Por abajo, por el contrario, los intereses de la clase obrera ahora estarán más claros y coincidentes en todo el proletariado y el pueblo sufriente, golpeados en este momento histórico. Aunque el peso de los “reformistas eternos” (por acción u omisión) sea aún determinante. No hubo Paro y esto limitó la movilización. Ayer frenaron la presencia masiva del pueblo. Quedaron expuestos los sindicatos, que hicieron un actito y se fueron de la Plaza Congreso justo antes que las fuerzas represivas avanzaran… Difícil creer en las casualidades. Hoy en las fábricas lo que queda claro es que ya están pagando caro esta nueva traición y que no sirven para nada. También los que decoran su accionar burocrático con trapos rojos jugaron el mismo papel. Cómo poco, impresentable.

Pero quedó de manifiesto que hay reservas de combatividad en sectores de nuestro pueblo.

Por eso, este “triunfo” de la burguesía en el parlamento nos deja muchas enseñanzas.

Las y los revolucionarios hemos trabajado para masificar en la calle el rechazo a la Ley, lo hemos hecho para ir al Congreso y –fundamentalmente- trabajamos para dar batalla en los lugares concretos, ya sean fábricas, parques industriales, universidades, hospitales, escuelas, etc.

Son dos cuestiones que consideramos tienen que ir de la mano pero el eslabón fundamental sigue siendo aferrar la resistencia en el abajo, bien abajo, en lograr la verdadera masividad, llevar el concepto de golpe por golpe en resistir en cada lugar concreto, en asimilar en ese golpe el hecho político de elevar la conciencia del para qué se hace, y a la vez, seguir creciendo en organización política independiente que ponga freno a todo tipo de oportunismo reformista que venga de la izquierda parlamentaria o del kirchnerismo desquiciado.

Este carácter de resistencia hay que militarlo y organizarlo con fuerzas que ya están actuando. Porque vendrá un momento en que la bronca, la desesperanza, el odio de clases permitirá que crezca la necesidad de crear y fortalecer lo nuevo, lo que la sociedad de clases está mostrando por abajo.

El golpe por golpe se irá incrementando también en la medida que los dispuestos vayan encontrando la motivación política revolucionaria del qué hacer. Y la unidad de la clase y del pueblo tomen las formas autoconvocadas y metodologías de democracia directa a paso redoblado.

Tenemos claro que las jornadas de ayer no encontraron la resistencia de masas que se necesitaba y que la masividad fue coartada por diferentes actores, con el objetivo de que desde abajo no les torciéramos el brazo. Puede plantearse que fue una batalla perdida pero no podemos verlo fuera del marco del principal objetivo de la burguesía que es el disciplinamiento de la clase obrera para condicionar una mano de obra que le genere mayor productividad.

Tampoco fuera de que la clase obrera no cuenta hoy con una referencia concreta para la lucha política y ese es uno de los principales motivos por los cuales no se expresa en toda su extensión.

Sin embargo, sacar enseñanzas de todo esto nos prepara para nuevas batallas que no cesarán.

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