La encrucijada del gobierno luego de la aprobación de la Ley de Bases


El sector dominante de la burguesía es el capital financiero propio del capitalismo en su fase imperialista.

El carácter de clase está claramente definido por esta circunstancia que se prolongará en el tiempo hasta la eliminación de este modo de producción basado en la propiedad privada de los medios de producción y la cada vez más creciente masa de proletarios sin medios de subsistencia más que su fuerza de trabajo y una cantidad, también creciente de excluidos del sistema.

Independientemente de los gobiernos que hoy representan a un sector de esa minoría dominante y mañana otro, según sea el partido político que se monte en los cargos estatales, la clase dominante es la misma.

Por su tendencia a la concentración y la centralización del capital, el capitalismo imperialista tiende también a la reacción. En consecuencia, la democracia formal, cada vez le sirve menos y es por eso que el irrespeto a las leyes y a la Constitución que ellos mismos escriben, se convierte en el deporte preferido de los patrones y los funcionarios estatales sea cual fuere el cargo que ostenten.

Tan claramente es expresado lo arriba mencionado con la necesidad de la aprobación de la ley bases que conlleva una cantidad de leyes y reglamentaciones[1] que no existían hasta el momento y que las necesitan para darle un marco legal a lo que en numerosas ocasiones aplican “ilegalmente” y los mayores aprietes que desean aplicar tanto para la optimización de las ganancias como para el disciplinamiento de los sectores populares (tanto oponentes de hecho como potenciales).

Así como necesitan dar legalidad a la mayor concentración del capital, también requieren dar legalidad a la tendencia a la reacción. Pero esto último se logra a costa de la democracia y con mayor desprestigio de las instituciones del sistema.

Es lo que ha ocurrido con la detención arbitraria y violenta de personas que fueron a manifestar su rechazo a la Ley Bases que el jueves pasado se aprobó en el Senado de la Nación.

En seis meses de gobierno, la troupe de Milei ha reinaugurado la existencia de presos políticos acusándolos de golpistas y terroristas sin ningún sustento legal que pueda argumentarse.

Su consigna cacareada con motosierra en mano y sin ella, según la circunstancia, pero a los gritos pelados de ¡¡Viva la libertad, carajo!!, trocó para el pueblo en ¡¡Viva la prisión, carajo!!

Pero en respuesta, hoy mismo hay convocada una concentración de familiares, amigos y fuerzas democráticas populares en contra de la arbitrariedad autocrática del gobierno.

El éxito de la aprobación de la Ley Base, deshilachada por la obra de las propias contradicciones interburguesas en el Senado, se apoya en la represión y el costo político que la misma significa al lesionar el propio gobierno su legalidad desprestigiando aún más las instituciones ya corroídas del Estado, sobre todo a las fuerzas de seguridad, con su ministra Bullrich a la cabeza, como el aparato de justicia, representados en este caso por el fiscal Stornelli y la jueza Servini (ex de Cubría), a quien el recordado cómico Tato Bores bautizó, socarronamente, Barú Budú Budía.

En medio de la crisis política del poder y las penurias que soportan las grandes masas populares por las políticas de clara disminución de ingresos de trabajadores y sectores oprimidos, aplicadas por el gobierno con el único fin de sostener las ganancias de los monopolios y la continuidad del sistema, la represión aviva la braza del odio popular y la resistencia de masas abriendo la posibilidad clara de que la misma se convierta en fuego de lucha de clases.

La irracionalidad ciega del intento de sometimiento y disciplinamiento del pueblo para la ejecución de sus planes de súper explotación y de ganancias orgiásticas, llevan a la oligarquía financiera al camino de la confrontación abierta contra los trabajadores y el pueblo.

Y esta confrontación va mostrándose cada vez más política, lo cual actuará sobre las conciencias de sus oponentes, la clase obrera y pueblo laborioso.

Por eso, hoy más que nunca, las tareas de los revolucionarios, fundamentalmente de nuestro Partido es, en medio de la resistencia, la agitación y propaganda de la revolución socialista como única salida para el pueblo; la acumulación de fuerzas dispuestas a dar pelea; la organización de las mismas tanto en el Partido como en las organizaciones políticas de masas; el impulso de las referencias que surgen de las bases en movimiento y lucha, que actúen como catalizadores y guías para el camino de la emancipación del poder nefasto del capital imperialista.


[1] Ver notas anteriores y videos sobre la Ley de Bases en esta misma página.

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