La crisis política por arriba no se permite respiro y nada indica que la misma se frenará.
Aplicar la ley de bases es un camino que han recorrido muchas empresas que no han necesitado del parlamento para hacerlo (entre otras Toyota y «su» reforma laboral). Pero con la legalidad en la mano, el gobierno deberá transitar la lucha de clases y desde el poder monopolista le están advirtiendo que la sociedad está muy tensa.
Nuestro partido entiende que la resistencia se está expresando como puede, ¡pero se expresa!, y en ello no hay que mirar solamente los grandes hechos que se van produciendo -como por ejemplo las multitudinarias demostraciones que se realizaron en en el primer semestre del año- sino y -fundamentalmente- los hechos pequeños, en las realidades locales en donde el debate de medidas antipopulares están a la orden del día.
Ellos van por una mayor productividad y bajos salarios. Para ello una de sus herramientas es el uso del disciplinamiento, cuestión que adquiere diversas formas. Despidos, represión, persecución, censura etc. El apriete como metodología de opresión.
Sin embargo -en el abajo- las grandes demostraciones a las que hacíamos referencia fueron el resultado de muchas acciones de resistencia encaradas por núcleos de trabajadores y trabajadoras en sus puestos de trabajo.
Ha sido un semestre en donde ellos han castigado a la población, pero a la vez, no han podido impedir que las ideas revolucionarias comiencen a pisar la arena grande de la política nacional.
Este fenómeno es parte de la propia lucha de clases, en donde ciertos frenos impuestos por la política reformista y el populismo vienen retrocediendo en su peso ideológico y siguen perdiendo batallas unas tras otras. Y cuyo punto más álgido fue la última movilización por la Ley de Bases, en donde han frenado la presencia masiva de la clase obrera. Y eso es un costo político que ya están pagando dentro de las empresas.
Es en ese contexto que se van reproduciendo hechos que no se ven pero que van haciendo historia.
En primer término los “focos de resistencia” se propagan y los mismos vienen por abajo esquivando el golpe de todo el aparato institucional. Esos focos -por ahora desarticulados- son una piedra en el zapato para la burguesía monopolista y lo saben. No se trata de grupos de resistencia masiva ni mucho menos, pero lo cierto es que se propagan y se han insertado en la protesta, en el debate del abajo y aspiran a la lucha.
El papel de las y los revolucionarios, y el de nuestro Partido en particular, es valorar esa resistencia en el grado que se encuentre, a la vez elevar la conciencia política de que esa resistencia deberá transformarse en una alternativa política independiente de las instituciones del poder.
No es un camino sin dificultades, la ideología burguesa ha dañado mucho el pensamiento revolucionario, el trabajar hacia la revolución social. Pero las cosas están cambiando, por un lado el descreimiento de una buena parte de nuestro pueblo a todo lo que viene de arriba, y por otro lado, el largo batallar de las y los revolucionarios que comienza a dar sus primeros brotes en una etapa de receptividad a lo nuevo que la propia sociedad está dando.
Focos de resistencia que se están organizando y que en las mayoría de los casos son grupos pequeños que no superan la decena. Pero están caminando firmemente en un terreno fértil, porque el dolor de cada hogar se transforma en bronca contenida.
Las fuerzas políticas ya están jugando al “juego” electoral, poco les importa el abajo mientras el día a día se hace insoportable. Pero no es lo mismo que se resista a que no resista, y es allí en donde van apareciendo nuevas referencias de lucha por el dolor de las condiciones actuales de vida.
Insistimos: nuestro Partido valora esa acumulación que “no se ve” pero que está pesando en la agudización de la crisis política de la burguesía monopolista.
Es tarea inmediata quebrar el aislamiento de esos focos de resistencia, sea dentro de un establecimiento de trabajo, universidad, hospital o escuela. Generar confianza en el trabajo de unidad convocando a reuniones, asambleas o lo que se pueda para ir ganando la calle, para asestar golpe tras golpe. Unir, unir y seguir uniendo para detener cualquier intento de avasallamiento de nuestros derechos políticos y económicos .Y en ello no pensar en las grandes cosas e irrealizables, lo que vale es acumular en el golpe certero aunque el mismo no tenga el “cartel” que pretenderíamos, pero esa es la resistencia que va madurando y va dando acumulación de fuerzas.
Allí es donde aparecen las clases con toda su intensidad.
La táctica es golpe por golpe. Resistir como se pueda pero a la vez en esa resistencia las y los revolucionarios trabajaremos intensamente en la acción y en la elevación de la conciencia revolucionaria, en donde a la clase obrera industrial le cabe la gran responsabilidad histórica de actuar como clase preparando el camino las grandes batallas.