Milei, pacto de mayo y políticas burguesas


Durante su discurso luego de la firma del Pacto de Mayo (firmado en julio), el reaccionario presidente Javier Milei destacó la importancia de llevar adelante una reforma laboral, incluida en el octavo punto del acuerdo y consideró que el régimen actual “es obsoleto y dañino para el país”.  Tras lo cual, el mandatario remarcó: «Es hora de aceptar que lo mejor para un trabajador es un empresario».

Siguió diciendo el presidente, «Debe entenderse que la legislación laboral actual se pensó para un país que había eliminado la pobreza y no tenía desempleo. Este país no existe más. Somos un país pobre, con la mayoría de la población trabajando en condiciones precarias. Necesitamos generar trabajo formal y de calidad. Para ello es indispensable generar riqueza«, alertó el Presidente.

Finalmente enfatizó que para modernizar el sistema laboral actual y (…) para que haya más trabajadores y empleo de mejor calidad tiene que haber más empresas”. En ese sentido agregó: «Tiene que ser rentable para las empresas contratar, no un acto solidario. Tiene que ser posible para las empresas despedir sin enfrentar un litigio infernal. Con la legislación laboral que tenemos estamos perjudicando a las empresas, pero mucho más todavía a los trabajadores».

Veamos ahora como confronta lo que dice el reaccionario presidente con la realidad no sólo actual, sino también con el pasado y el futuro en el marco de este sistema capitalista.

La primera aseveración: “es necesaria una reforma laboral (…) porque el actual régimen actual es obsoleto y dañino para el país”. Coincidimos con esto en parte, pero más que una reforma se requiere dar vuelta la ecuación porque el régimen laboral actual es capitalista, es decir, la explotación del trabajo a mano de los dueños del capital. Para el capitalista es lo mismo producir una mercancía que otra. Lo importante para la burguesía es obtener la mayor ganancia con el mínimo trabajo y costo laboral. Por ejemplo, aunque el pueblo requiera alimentos baratos, el capitalista invierte en litio, oro o cualquier mercancía que le deje importantes ganancias, y así con todo lo que se produce y comercializa.

Lo que se requiere es un régimen de trabajo socialista con una planificación basada en las necesidades y aspiraciones de desarrollo de la población y no en las ganancias, pero eso es imposible hacerlo con el régimen capitalista.

Otra afirmación absurda y mentirosa de Milei que repite como lo hacen todos los burgueses: “… lo mejor para un trabajador es un empresario”. Aquí estamos en el polo opuesto, porque el capitalista pone una empresa para obtener ganancias. Pero las ganancias salen del trabajo que ejecuta el obrero que es quien transforma las materias primas, insumos y capital invertido en mercancía. Es fácil comprender entonces que la ganancia tiene la misma fuente de nacimiento que el salario.

En la jornada laboral, existe un tiempo en que el trabajador reproduce su salario y un tiempo mucho mayor en que trabaja para lo que será posteriormente la ganancia del patrón. Lo que obtiene el empresario en ese tiempo se llama plusvalía que en el mercado se convertirá finalmente en ganancia. Si hablamos de que ganancia y salario tienen el mismo origen que es el tiempo de trabajo diario, a más plusvalía corresponde menor salario y viceversa. Se trata de dos intereses contrapuestos. En conclusión, empresario y trabajador se enfrentan en la empresa y también en la sociedad. Son clases antagónicas (burguesía y proletariado) que luchan por aplicar, al mismo tiempo de trabajo, destinos muy diferentes. Los empresarios, a la obtención de mayor plusvalía y, el obrero, a la obtención de mayor salario.

El empresario no sólo no es lo mejor para un trabajador, sino su enemigo de clase. El contraste más claro que señala esta diferencia es que, en toda sociedad capitalista, los empresarios son la minoría y los trabajadores la mayoría absoluta. Pero en el reparto de lo producido, el trabajador es el pobre y el empresario el rico. Brecha que tiende a ampliarse permanentemente.

Pasemos a otra afirmación del presidente: “Somos un país pobre, con la mayoría de la población trabajando en condiciones precarias. Necesitamos generar trabajo formal y de calidad. Para ello es indispensable generar riqueza«.

Si miramos esta afirmación desde las ganancias de las empresas, la mentira del presidente es evidente y artera[1]. Si lo hacemos desde los ingresos del proletariado y el pueblo, coincidiremos en parte, con el “libertario” que encadena a la explotación y miseria a las mayorías.

Dos cosas debemos aclarar el respecto: lo primero es que la palabra precaria no describe bien la situación laboral ya que da la idea de que, en este sistema capitalista, puede existir una condición favorable futura a los trabajadores que dignifique su trabajo y condición de vida y esto no es cierto por los argumentos expresados anteriormente. Mientras exista trabajo asalariado, existirá la explotación que genera la indignidad del proletario. Por eso, el proletario encuentra y desarrolla su dignidad combatiendo a este sistema.

El otro tema es la afirmación de que “es indispensable generar riqueza”. Sí, pero no se trata de cualquier riqueza sino la que conviene a satisfacer las necesidades de las mayorías laboriosas y populares oprimidas y no… litio, oro, edificios para la especulación inmobiliaria, etc., o recursos financieros con destino a las arcas de los monopolios transnacionales que se disfrazan de empresas nacionales. Pero, esto no es posible realizarlo en este sistema capitalista. Sólo podremos hacerlo a través de una revolución que cambie las reglas del juego a favor de los trabajadores que todo lo producimos.

Por último, agregaremos un tema que está incluido como primer punto en el pacto de mayo firmado anoche: “La inviolabilidad de la propiedad privada.”

En esta sociedad capitalista hay dos tipos de propiedad privada: Una, la propiedad privada basada en el trabajo propio y otra, la propiedad privada capitalista basada en el trabajo ajeno. Nosotros como obreros o trabajadores estamos de acuerdo en el respeto de la propiedad privada basada en el trabajo propio. Pero combatimos la propiedad privada basada en el trabajo ajeno que es la que defiende el presidente con su clase burguesa.

Es más, para que haya propiedad privada basada en el trabajo ajeno, es imprescindible la destrucción de la propiedad privada basada en el trabajo propio. Lo dijimos al principio cuando nos referimos al salario y la plusvalía. La disminución del salario, trabajo propio del obrero, significa aumento de la plusvalía. La destrucción de los ingresos de los trabajadores, jubilados y demás sectores populares es lo que alimenta la propiedad privada capitalista.

En conclusión, el famoso pacto de mayo, las políticas del actual gobierno como las de cualquier gobierno de la burguesía son contrapuestas a los intereses de las mayorías populares que vivimos de nuestro trabajo y esfuerzo.

Por esa razón, el problema que tenemos frente a nuestros rostros es de índole política y sólo avanzaremos a favor de su solución, desarrollando una lucha política local y nacional contra la clase opuesta, la burguesía, que es la que genera todos nuestros males no sólo económicos, sino de los amplios aspectos de la vida y del futuro nuestro, así como el de las próximas generaciones.


[1] Ver nota del 02-07-2024 publicada en esta misma página.

https://prtarg.com.ar/2024/07/02/gobierno-reaccionario-y-alta-burguesia-del-festejo-a-la-preocupacion-y-la-ansiedad/

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