La construcción del Partido Revolucionario necesariamente debe contar con una táctica política de gran amplitud y alcance. No es verdad que un partido proletario es sectario y no contempla en su táctica y en su estrategia todos los intereses del pueblo explotado y oprimido. Tanto el reformismo como el populismo se han encargado mucho de este asunto para aislar al pensamiento y la acción revolucionaria de las grandes mayorías.
Pero las cosas están cambiando.
Hoy existe nuestro Partido y la táctica política va mostrando que esa amplitud de la que hablábamos va ganando terreno. ¿Qué táctica?
Derrotar el plan de gobierno, fundamentalmente en cada lugar de trabajo resistiendo cada medida que quieran imponer para achatar el salario y empeorar las condiciones de vida de la población atacando los derechos políticos adquiridos.
¿Cómo? Avanzando paso a paso, en cada lugar en donde nos encontremos desarrollando organizaciones autoconvocadas y aplicando la democracia directa.
Nuestros lectores y lectoras pueden acceder fácilmente en nuestra página al programa (1) y podrán observar que esta táctica política suma a la idea de la lucha por el poder. No nos extenderemos en el programa, pero advertimos que la táctica actual en el marco de la resistencia tiene un objetivo.
Planteada esta situación general, la construcción del partido adquiere una importancia vital.
Las actuales vanguardias de la resistencia poco tienen que ver con el oportunismo electoral sea político o sindical. Hoy la resistencia está destacando compañeros y compañeras que en su experiencia han visto y vivido la traición cuando de lo que se trataba para estas fuerzas era sumar para la lucha electoral y los puestos en el parlamento o en los sindicatos.
Han traicionado y ahora están pagando un alto costo por su “desaparición” en esta resistencia.
Pero a estas avanzadas que están resistiendo también les cabe “un tirón de orejas”. Ellas ya vienen asimilando que, sin una política independiente, sin una táctica que aborde el todo, la resistencia puede debilitarse. Nuestro Partido no está al margen de la crítica, a la táctica no le adosamos el problema táctico de la organización Partido y de allí en más de organizaciones políticas independientes en cada lugar en donde nos encontremos.
Nuestra táctica es lo suficientemente amplia para materializar fuerzas con ese carácter de resistencia, pero tanto esas vanguardias como nuestras fuerzas partidarias tienen que acelerar el paso en todos los planos organizativos que la realidad circundante nos permita.
Militar en un partido como el nuestro significa aportar desde la experiencia local, desde lo más chiquito a la táctica nacional. Pero es gracias a ese aporte militante que se puede centralizar una táctica y acciones que se correspondan a ella.
El Partido facilita la acción de resistencia porque cada acción se corresponde con una acción nacional. Se rompe el aislamiento, nos sabemos parte de una táctica y a la vez de un programa.
Esta idea táctica es una política concreta, derrotar el plan de gobierno. Para ello se necesitan muchas manos que puedan propagandizar en cada lugar y nacionalmente este posicionamiento que suma fuerzas a la idea revolucionaria. Se resiste como se puede, en algunos lugares con más organización en otros no tanto, pero esas resistencias al ser muchas de ellas locales o chicas en su influencia no se las conocen. Y son ellas justamente las que juegan un papel en corroer el plan de gobierno. Una resistencia en un sector de trabajo que gane una conquista no es poco. Pero debe ser parte de un todo.
Esas expresiones tienen que tomar cuerpo y organización política. Se tienen que sentir como fuerza indispensable de la táctica y es el Partido quien propone esa amplitud porque es muy amplio el sentido político de resistencia.
Las vanguardias tienen que dar ese paso, comprometerse en la construcción del Partido que nada tiene que ver con los planteos electoralistas. Estamos hablando de una táctica proletaria de máxima amplitud para seguir avanzando en la acumulación de fuerzas hacia la revolución social que proponemos.
La experiencia nos ha marcado que sin Partido revolucionario de carácter nacional no existe acumulación en dirección de profundos cambios. La actual resistencia deberemos aprovecharla para sumar fuerzas políticas de base, aquellas que no se ven, pero erosionan el plan de gobierno. Y así apuntalar la diversidad de otros planos de organización que ya tienen un carácter autoconvocado y de democracia directa.
Organizar Partido en cada fábrica, parque industrial, barrios, universidades, escuelas, hospitales, etc. ayudará a potenciar la resistencia y dirigir el golpe de lucha en dirección correcta. Ese partido, ese organismo de base debe ser consciente que la resistencia actual requiere elevar el nivel de enfrentamiento y para ello es necesario potenciar todas las fuerzas locales, sin sectarismos ni divisiones que nos “´proponen” las fuerzas electorales del sistema.
Por el contrario, esas organizaciones de base del Partido guiadas por la táctica están en condiciones de proponer en cada lugar una resistencia organizada que pueda poner en marcha a la gran mayoría afectada por el plan de gobierno.
Esta organización del partido en cada lugar no aspira a ganar votos, aspira a poner en marcha el potencial de la mayoría sufriente y silenciosa.
Pero se necesita Partido y para ello las avanzadas y nuestra propia organización deben multiplicar aún más la confianza en la clase obrera y el pueblo que aún no encuentra una referencia de cambio a la altura de lo que nuestra sociedad exige.
“Hay que ser parte y arte” en este proyecto y romper con las desconfianzas que el propio sistema capitalista a impuesto en la sociedad.