Sobre el imperialismo, el “imperio” y las ideas revolucionarias


Las luchas inter imperialistas tienen varias facetas y un eje central que expresa la verdadera contradicción que el proletariado y la humanidad mundial afrontan: la lucha de clases entre la burguesía y el proletariado y pueblos oprimidos; entre el capital y el trabajo asalariado; entre el sostenimiento del sistema capitalista y la revolución socialista o proletaria.

La agudización de la confrontación por los negocios monopolistas y la consecuente concentración capitalista a la que conduce, ha llevado a librar gran cantidad de conflictos armados y no armados en el mundo.

Todos esos conflictos son hábilmente encubiertos por los distintos sectores imperialistas calificándolos como, por ejemplo: conflictos religiosos; ataques terroristas en contra de la paz mundial; dictadura contra democracia; separatistas contra integracionistas o por la unidad nacional; xenófobos contra inmigrantes y otros…

Los grandes capitales monopolistas globales disputan para dominar mercados, fuentes de materias primas, territorios, explotación de mano de obra barata, sumisión de sectores capitalistas más pequeños. En esta actividad febril y sanguinaria, son mayoritarios los sectores imperialistas que mantienen y sostiene el encubrimiento tras las cortinas de humo expresadas más arriba. Sólo hay un sector minoritario que hoy viene agitando lo que el resto mayoritario de la burguesía mundial no se atreve a nombrar o quiere ocultar deliberadamente para no contribuir a la profundización de la lucha de clases.

El gobierno argentino, expresión política actual de este sector, ha reinaugurado en nuestro país, e intenta hacerlo en la región y en el mundo, el anticomunismo y, con él, aunque no se lo proponga, conduce a destapar la olla, cosa que genera desconfianza en amplios sectores de la burguesía y genera todo tipo de reacciones en los sectores políticos reformistas, populistas y oportunistas de toda laya. Estos ven con preocupación que lo que ocultaron durante más de cuatro décadas, salga claramente a la luz dando lugar a la diferenciación clara y antagónica entre los intereses de clase de la burguesía y el proletariado.

Entre ellos hay quienes critican al presidente, cada uno da un argumento diferente, pero todos coinciden en aminorar, limar, desteñir y encubrir lo que es la lucha de clases, la verdadera confrontación mundial -aunque en muchos casos sorda- que existe y se agudiza desde la aparición del imperialismo como fase última, decadente, parásita, reaccionaria y regresiva (si cabe el término) del sistema capitalista. Esta potente contradicción es la que mueve al mundo a pesar de la visión de ciertos intelectuales, y toda la troupe de ideólogos burgueses.

Pululan, como supuestas expresiones políticas de oposición, el reformismo, el populismo y cierta autodenominada “izquierda” domesticada que pretende que la burguesía cumpla con la Constitución y las leyes. Tal es la degradación de esta politiquería barata que todos, de una u otra manera, se empecinan en sostener para defender la democracia. Y cuando a democracia se refieren, lo hacen así, con la utilización de una palabra desclasada que no significa otra cosa que la apología de la democracia burguesa.

En el plano nacional y lo mismo en el plano internacional, buscan cuál de los males es el menor y se pliegan sin rubor al sector de la burguesía que creen que lo representa. De tal manera, siendo cola del mismo cuerpo, no se diferencian de la política burguesa y así lo ven las masas que no encuentran en esa amorfa composición otra cosa más que más de lo mismo.

Ejemplo de ello pudimos verlo en el tema electoral de Venezuela en donde, desde estos sectores, discutían si en ese país había democracia o no. Si el apoyo a Maduro o al candidato opositor le hacía el juego al “imperio” o al pueblo. Todo ello sin un análisis de clases. Ajeno totalmente a la verdadera confrontación que mueve al mundo entre los intereses proletarios y los de la oligarquía financiera. También podemos ver otra manifestación de lo que decimos en la guerra entre Rusia y Ucrania. Y así, en el plano nacional, podemos notarlo en la discusión de si las inversiones de capital vienen de China o de Estados Unidos y Europa…. Los capitales no tienen “patria”.

Curiosa forma de ser anti imperialistas sin atacar la esencia de la fase en la que se encuentra el capitalismo mundial. Es claro que no se puede ser anti imperialista si no se combate al capitalismo en forma revolucionaria. Al respecto recordemos lo que decía Lenin: “Hay que luchar contra el imperialismo, se nos dice; los Estados dominantes deben reconocer el derecho a la independencia de los pueblos sometidos; un tribunal internacional debe velar por el cumplimiento de los tratados concertados entre las grandes potencias y los pueblos débiles. La conferencia no va más allá de esos inocentes deseos. No vemos ni el menor indicio de que se comprenda la verdad de que el imperialismo está indisolublemente ligado al capitalismo en su forma actual y que por ello la lucha directa contra el imperialismo está condenada al fracaso, a no ser que se limite a protestas contra algunos excesos particularmente odiosos”[1]

Otra notable confusión, en algunos casos, y utilización artera en otros, es la de remplazar “Imperio” por imperialismo.

La denominación de Imperio alude a un país, comúnmente según cierta jerga, se trata de Estados Unidos. Sin embargo, dicha denominación no tiene nada que ver con la categoría con la que, primero Marx y luego desarrollada por Lenin, denominaron a la fase de mayor concentración de capitales mundiales que ejercen el dominio del planeta Tierra valiéndose de la herramienta Estado.

Además de limitar, esta palabra “Imperio” a la dominación por parte de un solo país y, en consecuencia, de esconder con ella el significado global que tiene la tendencia histórica de todo el capitalismo mundial, con sus múltiples y cada vez más agudas contradicciones inter imperialistas, llegado a esta fase de desarrollo del capitalismo, pone de cabeza lo que Lenin puso de pie con su afirmación: “Los países exportadores de capital se han repartido el mundo entre sí en el sentido figurado de la palabra; pero el capital financiero ha llevado al real reparto del mundo.”[2]

Con esto Lenin nos dice claramente, y con razón, que los capitales se valen de la herramienta del Estado para llevar adelante su dominación, sus decisiones económicas y políticas, mediante la guerra o la paz de los cementerios, que les faciliten sus negocios, último fin de sus conquistas de territorios, fuentes de materias primas, mercados, y cuánto dinero y/o capital en mercancías haya en el mundo.

Pero, estas expresiones políticas burguesas, desde la más extrema derecha a la más extrema izquierda (y aquí sí valen los conceptos izquierda y derecha ya que hablamos de la clase que acuñó dichos términos aludiendo al sector que ocupaban en el parlamento), con la intención de convencernos que son los Estados los que toman decisiones y detrás de ellos vienen los monopolios a hacer sus negocios, etc., sostienen que son los políticos y funcionarios quienes, desde los gobiernos, determinan el curso del destino imperialista. De tal manera, las empresas aparecen como herramientas de los Estados y no al revés.

Por todo lo dicho, es necesario, urgente e imprescindible que, ante tanto contrabando ideológico los revolucionarios intensifiquemos la propaganda de las ideas marxistas de la revolución, que comienzan a desplegarse en nuestro país y en muchas partes del mundo. Las ideas leninistas de la organización del partido proletario y las organizaciones políticas de masas para realizarla y las ideas guevaristas de que no hay sector burgués que sea el mal menor al que supuestamente hay que apoyar para librarnos de los imaginarios peores.


[1] Lenin – “Cuadernos sobre el imperialismo” – Título: Los hombres de ciencia burgueses y la lucha con el imperialismo.

[2] Lenin – “El imperislismo fase superior el capitalismo” – Último párrafo del título IV “La exportación de capitales”.

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