Derrotar el plan de gobierno es avanzar hacia nuestra liberación


Desde el advenimiento de la democracia en 1983 a partir de la derrota de la dictadura militar, los trabajadores y el pueblo laborioso no encontramos resolución a nuestros problemas, a pesar de las promesas que nos hiciera Alfonsín de que “con la democracia se come, se educa, se cura”. Obviamente esto no ocurrió ya que la democracia burguesa no es democracia para los trabajadores y sectores populares, todo lo contrario, es dictadura ejercida por el poder de los capitales.

Luego vinieron Menem con su revolución productiva y el salariazo, posteriormente De la Rúa y, tras su caída en 2001, lo sucedieron cinco presidentes efímeros para llegar a Kirchner quien sostenía que para hacer política se necesita plata… Y fue consecuente… Agarró toda la que pudo para sostener al sistema.

La sucesora, su esposa Cristina, continuó su obra y fue derrotada en las urnas por Macri quien prometió devolverle al pueblo todo lo robado por el gobierno anterior y, contrapuesto a lo dicho, le aumentó su deuda en más de 50.000 millones de dólares, a fin de garantizar negocios a bancos y entidades financieras amigas y asociadas por la misma clase con el presidente y su comparsa.

La degradación de los ingresos populares y condiciones de vida no quedaría allí, pues luego del fracaso del señorito Mauricio, Cristina Kirchner, en un acto de democracia al estilo burgués, eligió a dedo a su candidato Fernández a quien acompañaría como un marcador central del fútbol. Tal fue su fracaso ante los ojos de la población que dio lugar al triunfo electoral de Milei quien nos gobierna actualmente destruyendo, aún más, nuestras condiciones de vida y nuestro futuro.

Pero la cosa no comenzó con la dictadura militar…

Desde sus orígenes en Argentina, los capitalistas que se apropiaron de las tierras, instalaron empresas para producir enormes riquezas y se apoderaron de todos los medios de vida a fin de que no tuviéramos otro camino que vender nuestra fuerza de trabajo para poder sobrevivir, mintieron, traicionaron pactos que ellos mismos redactaron, fomentaron el robo, asesinaron masas de obreros y pueblo inerme, hicieron golpes militares, encarcelaron, torturaron, metieron drogas, fomentaron la trata de personas como negocio particular y para traer mano de obra barata, contrabandearon e infligieron las leyes que ellos mismo crearon.

A quienes se rebelaban los trataban de delincuentes, terroristas, asesinos, indeseables, etc. Todo en función de engañar y sostener el privilegio en el que se basa este sistema de producción capitalista de obtener ganancias a costa de lo que sea y quien fuere que se ponga por delante, aunque ello implique costos de vidas como se hace comúnmente con guerras y represiones incluidas. Actualmente, los calificativos son los mismos que usaron históricamente, pues todo lo que se les rebele hay que estigmatizarlo y combatirlo.

Siempre nos prometen bienestar a futuro, pero nuestro futuro nunca llega, mientras en el presente de ellos obtienen súper ganancias.

Si esto sigue en manos de la clase de los grandes capitalistas, y no cambia el sistema de producción y distribución de la riqueza, los gobiernos que se sucedan harán lo mismo, aunque cambien algunas formas y mientan con otros argumentos. Nuestra degradación continuará.

Por eso, nuestra única salida a tal oprobio es la lucha en contra de este sistema basado en la ganancia y la expropiación de los bienes e ingresos producidos por el trabajo ajeno, es decir, el nuestro, el de la gran mayoría de las masas populares que no tienen otra propiedad más que su fuerza de trabajo.

Profundizar y generalizar las luchas y la resistencia activa en contra de la prolongación de esta situación, es rebelarse por los salarios bajos, las terribles condiciones de vida, la pobreza creciente, las injusticias, los privilegios de los grandes capitalistas y sus cómplices (jueces, legisladores, sindicalistas entregadores, fuerzas de seguridad, propaladores de sus mentiras y engaños, etc.), la falta de un futuro para nosotros y nuestros hijos.

Estas luchas nos van a permitir lograr conquistas económicas y políticas, tal como viene sucediendo. Y también acumular fuerzas, experiencia, generar organizaciones, en un proceso que irá sumando voluntades, hacia el objetivo final de la liberación del yugo del sistema capitalista. Nuestra acumulación de fuerzas implica desgaste de la fuerza de ellos. Ésa es la piedra angular de nuestra historia: fuerza contra fuerza. Esa lucha política nacional es lo que se denomina revolución porque pone de pie lo que hoy está de cabeza: la decisión de unos pocos sobre las vidas y futuro de las mayorías.

Pues si no es mediante la fuerza que ellos aplican no se entendería que un puñado de capitalistas dominen a millones de trabajadores y sectores populares. Y esta confrontación entre fuerzas es lo que se empeñan en ocultar.

Para ir avanzando en ese camino, hoy debemos enfrentar en todos los planos el plan de gobierno que significa una vuelta más de tuerca en nuestra explotación a favor de sus ganancias. Derrotar el plan de gobierno nos pondría en una situación muy favorable, precisamente, a nuestras fuerzas.

En ese tren, cada sector social, cada clase, tiene un papel que cumplir: Los obreros quienes producen todos los bienes materiales, deben dar batalla desde las fábricas, los parques industriales y avanzar en la unidad con los demás obreros y las clases populares. Todos los trabajadores, de quienes dependen los servicios, el comercio, la administración de empresas y estados (nacional, provincial y municipal), también deben acumular y unir fuerzas con los obreros y sectores populares hasta dar nacimiento a una fuerza nacional en la que confluyan esas organizaciones de masas surgidas de las luchas de las bases en contra de esta política gubernamental que profundiza la decadencia y la imposibilidad de salida real a esta situación.

No hay luchas pequeñas. Todas contribuyen al desgaste de los grandes capitalistas, su gobierno de turno y el Estado que utilizan como herramienta de dominación. Por eso hacer conocer cada lucha, darle el valor que ella tiene como corrosión del plan de gobierno y su sistema es fundamental y debemos difundirla.

Cada paso en contra del plan de este gobierno irá debilitando el poder de los grandes capitalistas y, aún más, la crisis de credibilidad que les significa una gran crisis política en la cual su poder de engaño está muy mermado.

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