“…Como es natural, toda la vieja escuela, saturada de espíritu de clase, no daba conocimientos más que a los hijos de la burguesía… En estas escuelas, más que educar a los jóvenes obreros y campesinos, los preparaban para mayor provecho de esa misma burguesía. Se los educaba con el fin de formar servidores útiles, capaces de aumentar los beneficios de la burguesía, sin turbar su ociosidad y sosiego…” (Lenin)[1]
En el marco de los ataques contra las condiciones de vida del pueblo que el capital financiero ordena, gobiernos de turno y demás funcionarios ejecutan, y sindicatos burocráticos avalan; en el marco de esta instancia histórica, en la que el capitalismo sólo tiene para ofrecer a los pueblos hambre y guerra, quebrantando su proclamada democracia que en los hechos es dictadura del capital; se configura un nuevo intento de disciplinamiento, recorte de derechos y ajuste contra los trabajadores y trabajadoras de la educación y, en definitiva, mayor pauperización de la educación pública.
Esta intentona se expresa en las distintas provincias, al compás del ajuste que también se impulsa desde el gobierno nacional, haciendo notar, negocios por medio, que ya no queda rastro de los gobernadores “rebeldes” de hace unos meses.
A los ya pauperizados salarios que se expresan en las luchas por abajo en Salta, Misiones, Entre Ríos y otros; se suma el avasallamiento de derechos elementales, escritos en una Constitución que hace rato vienen derogando en la práctica.
En Chubut, en enero de este año se aprobó la Ley de Profesionalidad Docente, que establece un 15% remunerativo y no bonificable sobre el salario, para quien no cuente con inasistencias, es decir, para quien no usufructúe las licencias que el convenio colectivo reconoce y no se enferme, salvo que sea enfermedad oncológica
En Río Negro, a través del legislador Juan Martín, se impulsa el proyecto de ley que establece una suma equivalente al 10% del salario para los docentes que no superen tres inasistencias trimestrales justificadas y que participen en actividades de formación.
De la mano de esta intentona va también la persecución a los médicos que extienden certificados por enfermedad, y la prohibición de emitir certificados por guardia, como si debiéramos adivinar qué día nos vamos a enfermar para poder conseguir un turno, vulnerando nuestro derecho a enfermarnos sin que implique una merma en nuestro haber.
En Neuquén la Ley de Adicional al Desarrollo Profesional Docente establece un 15 % de la asignación del cargo que mensualmente corresponde para quienes no superen las 3 inasistencias trimestrales, con un límite de 2 mensuales, debidamente justificadas y encuadradas en el régimen de licencias.
Todas estas medidas apuntan a disciplinar a la clase trabajadora, a que soportemos el ajuste a nuestras condiciones de vida sin lucha; pero también a borrar derechos adquiridos tales como licencia por enfermedad y licencias por cuestiones personales, derechos básicos del trabajo.
Es que, tal como decía Lenin, en el sistema burgués, la educación pública, la del pueblo trabajador, tiene como límite el interés de la burguesía; y su interés es que sepamos lo mínimo suficiente para trabajar y, principalmente, que se nos enseñe a obedecer, a aprender de memoria y en un contexto autoritario, para que no cuestionemos, para que aceptemos lo que viene impuesto desde la clase en el poder sin oponer resistencia alguna.
Por supuesto que esta medida va en consonancia con “ahorrarse” los salarios de suplentes, pero también es parte del disciplinamiento que se intenta imponer a toda la clase trabajadora, para que pase el ajuste. Como bien dice el colectivo de trabajadores de la educación “Docente luchando también está enseñando”. A contrapelo, la burguesía y sus gobiernos de turno plantean que docente acatando sin chistar también está educando, y es verdad.
Porque las excusas que plantean de “profesionalizar”, “desarrollar” y otras palabras rimbombantes como esas con las que siempre tratan de esconder su excremento, lo que en realidad causan es que tengas que elegir entre hacer reposo por enfermedad o ir enfermo a trabajar para que alcance para comer; que sea imposible hacer un trámite o resolver un problema familiar, que no seas un ser humano, que no tengas otra vida que “domesticar” niñeces para que luego sean trabajadores mansitos. Cabe preguntarse, si en este panorama, un docente que está enfermo, o que está atravesando un problema familiar y que se ve obligado a ir a trabajar porque si no “no cobra el plus” y de eso depende la comida, ¿realmente puede esta medida mejorar la educación, profesionalizarla o provocar desarrollo alguno?
Si los gobiernos quisieran realmente mejorar la educación, entonces realizarían las inversiones necesarias en infraestructura, en laboratorios que permitan la práctica y el conocimiento crítico y no el almacenamiento de conocimientos inútiles, superfluos, muertos, promoviendo el aniquilamiento de la creatividad, de la búsqueda del crecimiento intelectual y espiritual.
Si quisieran mejorar la educación, pagarían salarios dignos a docentes y auxiliares, para que éstos puedan realizar sus trabajos plenamente.
Si quisieran mejorar la educación, tendrían políticas públicas para que los niños y niñas tengan comida, calzado, vestimenta, abrigo, protección, una vivienda en la que pueda estar cálido y tener espacio para estudiar y medios.
Pero su “propuesta” para mejorar la educación del pueblo, es quitar derechos laborales que desde la clase trabajadora hemos conquistado luchando.
Y como saben que estas medidas de pérdida de derechos y ajuste que impulsan no van a pasar fácilmente en medio de un pueblo que avanza en la resistencia, apelan a los obsecuentes medios de comunicación -medios de imponer ideas-, para propagandizar que la culpa es de la persona que trabaja, y no de sus políticas de vaciamiento, que los déficits de educación son culpa de la clase trabajadora; que si no hay clases no es por vaciamiento de educación, sino porque los trabajadores son “vagos” (cuentos viejos si los hay)
Así, ante una explosión en un termotanque en la escuela primaria N° 68, anexo con CEPEM N° 30, de Colipilli, el pasquín digital “Info Neuquén” saca una nota planteando que el gremio suspendió las clases en una “medida exagerada”, cuando el auxiliar que trabaja en el lugar resultó con quemaduras y debió ser hospitalizado; pero claro, para ellos la explosión es “desperfecto” y el trabajador lesionado “fue dado de alta rápidamente”. Total, después culpan a los muertos como están intentando hacer en el juicio por la explosión de la Escuela de Aguada San Roque, en la que ya se perfila el lavado de manos de empresa y gobierno, echándole la culpa a la directora y al gasista, ambas víctimas fatales del abandono del gobierno y de los negocios empresarios.
Ante esta arremetida hay que redoblar la lucha, pero sin delegar nada en ningún representante de ningún partido o sindicato del sistema; tomando en nuestras propias manos, colectivamente, la resolución de los problemas con asambleas por escuela o turno, con voceros a la asamblea general, en unidad con toda la comunidad educativa, padres, alumnos, docentes, no docentes, vecinos. Porque el problema de la educación es un problema de todo el pueblo trabajador.
[1] Vladimir Ilich Lenin. Tareas de las Juventudes Comunistas. Discurso en la I Sesión del III Congreso de Juventudes Comunistas de Rusia. Moscú, 2 de octubre de 1920