Mientras en nuestro país, muchas empresas monopólicas están obteniendo ganancias impresionantes, la inmensa mayoría del pueblo está en la más profunda miseria, y con perspectiva de que la cosa se seguirá profundizando.
Esto, que parece sombrío, oscuro y tétrico, podría serlo, en la medida que como pueblo, no tomemos en nuestras manos la solución de nuestros problemas.
Podríamos escribir kilómetros de lamentos y males que padece nuestra clase y nuestro pueblo, como aprietes, despidos, explotación, miserias, hambre, etc. Pero nadie mejor que el pueblo mismo sabe de estos padecimientos.
¿Hay cosas buenas? Por supuesto que sí. Nuestro país posee, muchísimas riquezas naturales además de capacidad laboral y científico técnica para resolver todos los problemas que nos afectan, generados por las políticas de los grupos monopólicos, que lo único que les interesa es la ganancia: el ser humano -para ellos- solo existe para extraerle más ganancias.
Lo que tenemos que hacer , como clase obrera y pueblo, es ser protagonistas de nuestro propio destino, creando un mundo nuevo, donde las personas sean el centro y no el capital, sustituyendo por otro este Estado putrefacto, viejo y retrógrado, y expulsando del poder a la clase dominante que lo sostiene.
Eso lo tenemos que hacer las y los obreros y el pueblo trabajador, que somos los que hemos y hacemos andar todos los días el mundo. Debe ser obra de todos los trabajadores y desde ningún punto de vista ser hegemonizada por nadie, ni nada, ningún sector, partido político o persona iluminada. Este nuevo sistema debe ser obra del pueblo movilizado y en práctica asamblearia. Es decir, en ejercicio permanente de la democracia directa.
Y no como ahora, que ante la primer movilización o reclamo, el aparato represivo de este poder corrupto, te golpea y gasea hasta a jubilados reclamado por remedios y comida.
Todos los derechos, y aspiraciones materiales (y no son solo aspiraciones) pueden ser realidad, ya que existen hoy en día todas las posibilidades. Sólo hay que distribuirlas , y esa es la tarea de todo el pueblo y su clase.
Obvio que tenemos que avanzar hacia allí. ¿Cómo? Dando a conocer la propuesta, tenemos que organizarnos en agrupaciones de base, con asambleas desde cada sector de trabajo o el barrio. Sólo con la fuerza de la movilización haremos escuchar nuestros reclamos. La clase obrera debe tomar en sus manos un programa político totalmente independiente de la burguesía, que represente las aspiraciones, demandas e intereses de las mayorías populares. Tenemos todo por ganar, nada por perder