La lucha revolucionaria es el único camino para superar esta vida oprobiosa


“Vine a achicar el Estado para agrandar sus bolsillos”

Así se expresó Milei frente a los empresarios en la sede de la UIA (Unión Industrial Argentina).

Achicar el Estado, para él, es echar trabajadores, al tiempo que agranda el volumen del capital social del que se adueña la burguesía para aumentar sus ganancias, mentira entonces que precede a una verdad absoluta salida de la boca del presidente: Agrandar los bolsillos de los capitalistas, sobre todo, de los grandes, los monopolios, la oligarquía financiera…

Ante esto, y todo lo que vienen haciendo los gobiernos que lo precedieron, ¿qué podemos esperar como trabajadores, como pueblo oprimido?

El populismo, esa expresión política burguesa (sobre todo el peronismo) que se vale de un discurso de corte popular para engañar y aplicar decisiones económicas y políticas que afirman los intereses de la burguesía, nos propone “oponernos” al concepto liberal del actual gobierno y motorizar las políticas de regulación por parte del Estado. Nos dice: hay un capitalismo humano y esa es nuestra propuesta…

El reformismo, expresión política de una capa pequeño burguesa que se manifiesta como “progresismo”, nos propone que tenemos que ir modificando el sistema capitalista a través de conquistas que tenemos que ganar por medio de manifestaciones para “hacernos escuchar” y presionar a los legisladores y al ejecutivo para que ejecuten políticas a favor del pueblo tales como un reparto equitativo de la riqueza, respeto a los derechos humanos y al medio ambiente, salud, educación y otras reivindicaciones.

El oportunismo, la política más practicada por la izquierda del sistema, propone la denuncia de las arbitrariedades del sistema y para resolver las mismas, el voto de una cantidad importante de legisladores para que aprueben leyes a favor del pueblo y se opongan a las que son contrarias a sus intereses. La lucha política, según este conglomerado, pasa por la discusión parlamentaria y los cargos que se puedan obtener en el Congreso, los sindicatos, etc. Podríamos resumirla de la siguiente manera: “vótennos que nosotros arreglaremos las cosas”.

Todas estas variantes ya las hemos probado como pueblo y ninguna nos favoreció. Por el contrario, cada vez se aprietan más nuestros ingresos y condiciones de vida tanto en lo económico, lo político y lo social haciendo de nuestras vidas un oprobio cada vez más insoportable.

La experiencia nos ha mostrado alas y los trabajadores y pueblo oprimido que el enfrentamiento masivo a las políticas antipopulares de los gobiernos de turno -sea cual fuere su color político-, con las armas con las que contamos en cada ocasión (presión, movilización, paros, enfrentamientos callejeros, etc.) es lo único que nos ha llevado a conquistar lo que es beneficioso para el pueblo.

Pues se trata de provocar cambios profundos que den vuelta la lógica del sistema basado en la explotación de quienes son dueños de todos los medios de vida en contra de quienes somos los que producimos todos los medios de vida y no tenemos nada más que nuestra posibilidad restringida de trabajar para alguno de su clase a fin de poder sobrevivir.

Por eso las y los revolucionarios enarbolamos un programa político de luchas resistentes a estas políticas que favorezcan la acumulación de fuerzas y organización de los trabajadores y pueblo oprimido hacia una nueva sociedad socialista fundada en la eliminación de la explotación capitalista del trabajo ajeno y la propiedad de los medios de vida por la clase burguesa. “Las ideas revolucionarias presuponen la existencia de una clase revolucionaria”.[1]

Se trata de hacer una revolución que ponga en manos de quienes todo lo producimos, los medios de vida que elaboramos socialmente con nuestro trabajo.

Y ese camino es el que tenemos que transitar poniendo mojones en cada lucha de masas que llevemos adelante.

Cuando decimos camino revolucionario no estamos diciendo otra cosa que, en los hechos, venimos haciendo en varios hitos que se van produciendo, aunque en forma embrionaria, aún aislada, en un contexto de resistencia a las políticas agresivas de la burguesía y su gobierno de turno y aunque de ello, no tengamos aún cabal conciencia, aunque van produciendo cambios fundamentales en nuestro pensamiento social.

Ejemplo de esas acciones revolucionarias de masas que dan vuelta toda la institucionalidad del sistema capitalista y que plantan las bases de una nueva sociedad, en donde la propiedad de los medios de vida va a ser social encajando como un guante con la producción social que ejerce la clase obrera y el proletariado en donde ningún individuo aislado puede producir nada de lo que consumismos son, por ejemplo, varias de las que seguidamente detallamos.

La autoconvocatoria, entendida como la acción de masas independientes de cualquier sujeción a cualquier partido político e independiente también de las instituciones del Estado burgués, enfrentándose a éstas, superando las barreras que imponen las leyes o valiéndose de las mismas y/o extendiéndolas para hacer valer sus intereses.

La asamblea como institución soberana de la voluntad de la masa movilizada ya sea ésta en un sector de trabajo, en toda una planta, en un barrio, una institución educativa, etc.

La democracia directa que se pone en práctica en las asambleas del conjunto movilizado a través de la cual se deciden los pasos a seguir, las responsabilidades que les toca a cada uno y los voceros que la representarán, sin mandatos permanentes, pues si fueron elegidos para desempeñar tal o cual función, que pueden ser removidos en cualquier momento por decisión mayoritaria de la asamblea.

Las agrupaciones de base que se van creando en fábricas, barrios o centros educativos que llevan adelante todas estas metodologías nacidas al calor de la lucha, las cuales albergan no sólo a compañeros proletarios decididos a enfrentar las políticas de la burguesía y su gobierno de turno, sino que se preocupan por agrupar a mayor número de compañeros y compañeras que protagonicen y no sólo adhieran, ejecutando tareas y tomando decisiones en cada punto de la lucha en que sea necesario actuar. Enarbolando la unidad de las y los trabajadores, vecinos o estudiantes con la comunidad de la zona y región elevando la lucha por las aspiraciones reivindicativas al plano de una lucha política contra la clase que impone lo contrario.

Este camino revolucionario es el único en el que debemos avanzar aún más unificando no sólo a la clase obrera y trabajadores en general, verdadero corazón y motor de ese sendero sino también a todo sector popular oprimido, para lograr la emancipación de toda explotación y conquistar una vida digna de ser vivida.

Así, como la burguesía barrió con los estamentos y trabas que le imponía la sociedad feudal y tomó el poder para desarrollarse como clase y con ella a la mayoría de toda la sociedad, el proletariado en unidad con el pueblo, debe barrer con el poder burgués que le impide su desarrollo como clase y también al resto de los sectores populares hoy oprimidos que conformamos la mayoría de nuestra sociedad.


[1] Carlos Marx.


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