El pasado domingo a la noche, el presidente Milei preparó un circo con toda la pompa.
Dispuso de la cadena nacional de radio y televisión a la hora pico de la noche, se vistió de gala, lució la banda y el bastón presidencial y anunció que daría una clase de economía presentando el presupuesto para 2025 en el Congreso.
La realidad le dio una trompada en el rostro, pues no fue recibido por la masa de sus votantes cuando llegó al Congreso (apenas un puñado de fanáticos), todas las mediciones difundidas por los canales de televisión, incluidos los más oficialistas, informaron que el raiting bajó a cifras diminutas en toda la T.V. de aire y que, en las señales de cable, disminuyeron sensiblemente, lo que confirmó la fuga de televidentes hasta que terminó el discurso, pues una vez finalizada la puesta en escena, los índices volvieron a sus niveles normales.
El pueblo le dio la espalda…
Y esto no es casual. El malestar y la bronca acumulados por las medidas draconianas tomadas por el gobierno en contra de las mayorías que vivimos de los ingresos de nuestros salarios, jubilaciones y pensiones, así como los dueños de pequeños capitales que quiebran o ven peligrar su existencia como tal a mano del brutal y acelerado proceso de concentración que se está operando, a quienes hay que agregar a los sectores desplazados que dependen de la miserable limosna del Estado, se hizo sentir de esa forma.
Además, escupiendo para arriba, los legisladores ausentes superaron la mitad del total, mostrando que la oposición burguesa también le hizo vacío, profundizando con ello no sólo la crisis política del gobierno sino la de las instituciones de su clase burguesa. Esta última, cada vez más preocupada por el rumbo institucional y la incapacidad que se muestra para disciplinar al pueblo. Y esto no sólo impacta en los capitalistas que operan en nuestro país, sino también en la gran oligarquía financiera mundial.
En cuanto al discurso, no hubo nada que pueda llamarse informe de presupuesto, sólo mencionó sus ideas estrambóticas y falsas sobre que la inflación es un problema de índole monetaria cuando en realidad se trata del aumento generalizado de precios en contra de los salarios del proletariado activo y no activo, e ingresos de los sectores populares empobrecidos para sostenimiento de las ganancias burguesas monopolistas.
El monólogo centró sobre la advertencia que las provincias debían achicar sus gastos en 60.000 millones de dólares… Una orfandad de propuestas no ya para resolver los problemas que tenemos las mayorías populares, pues no se le puede pedir piedad al verdugo, luego de recibida la orden de matar, sino también para su propia clase que esperaba alguna medida que permitiera la facilitación de la reproducción ampliada del capital (además de lo que viene obteniendo en el mar del saqueo que le permite la deuda pública y la especulación financiera de la que saca grandes ganancias). Y esto lo destacamos no porque nos importen las expectativas de la clase dominante, sino como elemento que hunde más al gobierno y hace vacilar a los dueños del poder.
Ayer lunes, algunos gobernadores (como es el caso del santafesino Pullaro), le retrucó diciendo (como buen burgués) que su gobierno está ajustando y que la Nación no puede exigirle más de lo que está haciendo, y que, por el contrario, seguirá reclamando a la Corte Suprema de Justicia el pago de la deuda de más de 800 millones de dólares que la Nación le debe a su provincia, oponiéndose claramente al eje del planteo gubernamental.
Independientemente de los cortocircuitos que existen entre burgueses, lo que es evidente es la profundización enorme de la crisis política burguesa e institucional que, también tuvo su sainete, la semana pasada, a manos de los medios de difusión masiva, sobre todo los oficialistas, en contra de la ministra de seguridad Bullrich, a quien le pidieron la renuncia por el desalmado ataque de la policía con gas pimienta en el rostro de una niña de 10 años durante la manifestación en contra del veto presidencial a la reforma jubilatoria.
Todo esto reafirma, como una cuña de acero, nuestra política dirigida a quebrar y derrotar el plan de este gobierno que profundiza, a niveles catastróficos para las mayorías, lo que venían haciendo los anteriores.
Llevar adelante, con ese fin, las luchas que se están dando en forma dispersas y sectoriales, elevándolas políticamente como partes de un interés común a lograr una mejor vida, desde cada fábrica, empresa, barrio y centro educativo, nos posibilitará a los trabajadores y sectores populares, acumular experiencia, avanzar en unidad de las bases activas y en organización, generalizando así el enfrentamiento local y regional hasta impactar en el plano nacional, dimensión con la cual podremos vencer al plan gubernamental.
Todo ello, en función de avanzar en las tareas revolucionarias que nos permitan cambiar toda esta realidad social asfixiante para los proletarios que todo lo producimos y para beneficio de todos los sectores oprimidos. Única salida real a la crisis del sistema capitalista sostenida por los mentirosos gobernantes y funcionarios de turno que aplican repetidas fórmulas con supuestos remedios para sostener, en realidad, a la burguesía en el poder y su sistema basado en la expropiación del fruto del trabajo ajeno.