Saltar los molinetes ¿una consigna o una realidad?


Ambas cosas. La vida nos está empujando a saltar los molinetes y en esa acción “estoy” desafiando, consciente o inconscientemente, lo establecido por el orden que nos impone el mundo de los negocios. Son signos de una resistencia visible y prometen extenderse.

El Poder Ejecutivo, el Parlamento y la Justicia son un nido de ratas nauseabundas. Sus peleas internas son de todo color, ya se están postulando para ver quién puede ocupar el puesto destacado de serviles en la puja de las grandes empresas que lo controlan todo.

El domingo pasado Milei sintió el golpe cuando el pueblo le dio la espalda a su mensaje y aunque no le guste al “señor” twittero, ésta también es una acción de “saltar el molinete”.

¿El presupuesto? a nadie le interesó, se intuyó masivamente que era un intento más de apriete, un domingo a esa hora de la “depresión” era la frutilla del postre que nadie quiso aceptar. Mal asesorado “señor” presidente.

La clase dominante está preocupada. Están todos peleados entre sí, pero a la vez tienen claro que hay que salvar la gobernabilidad. Entonces aparece “la grieta” pero partida en mil pedazos. Sale “la Cristina”, “el Macri gruñón”, el Kicillof y el Larreta, y toda una catarata de viejos conocidos jugando sus fichas para el 2025… El Papa recibe a la CGT y al día siguiente a Petovello. La biblia y el calefón.

El poder pensando en el 2025 y el pueblo pensando en el hoy, una contradicción que se irá agravando hora tras hora.

De este lado de la barricada todo está indicando que aparecen indicios serios de que la clase obrera empieza a actuar como clase a pesar del papel nefasto de los sindicatos.

Son innumerables gestos de lucha que se están sucediendo, los mismos no tienen “prensa” pero al poder burgués le duelen.

Son fenómenos que aún actúan aislados, cuesta romper el cerco de asimilar que el “vecino” pasa por el mismo problema y me uno a él para empujar mejor la lucha. Pero tampoco el terreno está sin abonar, son miles y miles de voluntades que están buscándole la vuelta para que lo nuevo, que es fundamentalmente la independencia política en el enfrentamiento de clases, se vaya perfilando como referencia de lo qué hay que hacer.

De hecho, cada estocada, por más pequeña que sea golpea el plan de gobierno. Pero hace falta hacerlo consciente y que se asimile que ello es parte de una táctica política que deja a un lado, definitivamente, las campañas electorales para el 2025.

Las fuerzas políticas parlamentaristas son impunes y sólo les preocupa la “gobernabilidad de la burguesía”. El mandato que tienen es frenar la protesta, la movilización. Y para ello utilizan represión, disciplinamiento y también el engaño y la mentira.

Ante este dolor prometerán nuevamente salvarnos a condición de que los votemos. Ya están en campaña estas ratas inmundas entregando la dignidad que necesita nuestra clase obrera y nuestro pueblo.

Por arriba seguirán disfrutando de los grandes negocios a costa de los trabajadores. Por abajo seguiremos golpeando como se pueda, abrochando unidad contra el plan de gobierno, sumando fuerzas enfrentando esas políticas y emulando “el salto de molinete” que conlleva la idea de cansancio de vivir como se vive.

Párrafo aparte merece el accionar de los núcleos de avanzada que se están perfilando como referencias de las bases en cada lugar.

Es aquí en donde las y los revolucionarios tenemos que estrechar el debate del para qué llevamos la táctica de frenar el plan de gobierno como parte de una lucha más amplia que necesariamente iremos preparando con el correr de los acontecimientos. Derrotar el plan del gobierno es un paso imprescindible para avanzar a un plan estratégico de la lucha por el poder. Mientras la burguesía trabaja para las elecciones del 2025, las y los revolucionarios trabajamos para voltear el plan del gobierno y más allá.

Dar valor a lo conseguido hasta hoy -que no es poco-, pero tenemos el punto débil de la organización política que aún está en gestación por abajo. Aquella que debe aferrarse al terreno de lo local, unir fuerzas desde lo local y desde allí a lo nacional. La clase dominante tiene su terreno para la disputa contra el pueblo, el pueblo debe aferrarse a su terreno en donde el poder burgués es débil y desde allí golpear y organizar una y otra vez.

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