Enormes masas desplegadas en varias ciudades del país, salieron a manifestar su repudio al anunciado veto presidencial a la ley aprobada en el Congreso sobre los recursos que incluyen ingresos de trabajadores y trabajadoras de las Universidades, que el ejecutivo debería destinar a las mismas.
El argumento para vetar, lo cual concretó ayer el gobierno luego de las manifestaciones, es que debe haber partidas que respalden los fondos que la ley establece, a fin de “no desbalancear el equilibrio fiscal”.
Dicho argumento se utilizó también para vetar los aumentos a las y los jubilados y pensionados, pero se omitió para la rebaja del llamado impuesto a la riqueza; para garantizar las exenciones tributarias por 30 años a las empresas que se acojan al RIGI (Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones); para enviar miles de millones de dólares en oro a las arcas del Reino Unido; para otorgar 100 millones de dólares a la SIDE sin obligación de rendir cuentas; para la compra de aviones de guerra; para seguir aportando subsidios a grandes monopolios, etc.
Es evidente que no es que faltan recursos como afirma el gobierno, sino que, por el contrario, se trata de un tema de prioridades. El eje, es beneficiar al cada vez más concentrado capital financiero (bancario, industrial y comercial), cuyas empresas y bancos más emblemáticos obtuvieron enormes ganancias -según las propias estadísticas ventiladas por ellos mismos- con verdadero fin de ampliar y sostener sus ganancias, en desmedro a los ingresos de los trabajadores y de la población oprimida.
En las marchas en contra del veto, estudiantes, profesores, personal no docente, familias, jubilados, vecinos y trabajadores de distintas ramas, entonaban, además, cánticos en contra del gobierno, del presidente, del imperialismo y del capitalismo; a favor de un futuro promisorio para el pueblo sojuzgado; en contra del hambre, la pobreza generalizada y profundizada, por una vida digna…
Esta muestra de unidad política augura mayores y futuros enfrentamientos en contra de estas decisiones gubernamentales y acumulan fuerzas populares necesarias para transitar el camino de la conquista de verdaderas aspiraciones de las grandes mayorías laboriosas del país.
Todo lo dicho, significa un golpe político no sólo para el gobierno, sino también para la supuesta oposición parlamentaria que se verá condicionada para votar a favor de la ley y, por ende, en contra del veto presidencial.
La enorme movilización de cientos de miles de personas en todo el país en la jornada de ayer, ratifica una actitud que viene expresándose en múltiples conflictos, aunque por ahora aislados, pero que van mostrando una voluntad común de resistir e incrementar esa resistencia ante las políticas de favorecer las enormes ganancias de la gran burguesía. Lo cual también es un aviso para ciertos sectores políticos que pelean los cargos electorales alentando falsamente a la ola de desprestigio del actual gobierno en forma oportunista, pero cuidando de defender las instituciones del sistema que permanecen, aunque cambien las personas.
Sin embargo, el desprestigio las abarca. Políticamente, la burguesía y sus expresiones políticas, pierden credibilidad a la par de las instituciones creadas por ella para mantener el poder de su clase.
Por eso es tan importante para la clase obrera y los sectores oprimidos, plantar bandera, es decir avanzar no sólo en las luchas desde las bases en cada fábrica, cordón o parque industrial, barrio y centros educativos, estableciendo lazos de unidad y organización a través del objetivo político de quebrar y derrotar este plan de gobierno basado en la enorme transferencia de recursos desde los magros bolsillos populares a los dueños de los grandes capitales.