“Estibadores griegos enterados que un contenedor cargado de armas que iba al puerto de Pireo con destino al puerto de Haifa (Israel) se movilizaron para detener tal envío”.
Si damos una vuelta de página y evitamos revolcarnos en la mugre ideológica que nos propone la clase dominante veremos cómo a nivel planetario el sistema capitalista busca readecuarse a una nueva situación de lucha de clases que lleva “caminando” más de una década.
Para garantizar la cadena de suministros en la industria, fundamentalmente manufacturera, las empresas transnacionales están en un proceso de relocalización a nivel planetario.
Se trata esencialmente de aumentar la productividad y dar respuesta al nuevo escenario que presenta la lucha de clases.
El otro componente de relocalización es el achatamiento del salario universal a niveles de la mano de obra en México, ya muy por debajo de una industria manufacturera desarrollada de China.
Se trata de garantizar el producto terminado concentrando el poder de fuego de todo el proceso productivo dentro de 4000 km.
A modo de ejemplo. A escasos km de México y luego de la pandemia se construyeron gigantescos parques industriales en donde se instalaron empresas de origen chino, y de una larga lista de otros países como EEUU, Italia, Alemania, Francia, etc. para producir para el mercado norteamericano y canadiense con la “etiqueta” made in México y saltar las vallas arancelarias de la “guerra comercial abierta”.
En el último video de Youtube, en la Columna Política de nuestro Partido, mostramos un mosaico de huelgas en puertos y aeropuertos en donde, por diversas razones políticas o económicas como el de los estibadores griegos en defensa del pueblo palestino, “avisan” que no hay garantía que el producto terminado llegue a destino en tiempo y forma.
Los caminos de la globalización están adquiriendo nuevas formas. Estos no son los años 80 y 90 del siglo pasado. La crisis capitalista del año 2008 y la posterior reacción de los pueblos del mundo complica en el día de hoy la relocalización de empresas.
Nuevamente la lucha de clases planteada en países como Canadá, EEUU, y el propio México le embarran la cancha a “nuevas” metodologías de producción y distribución de mercancías. Previo a la pandemia, los productos provenientes de Canadá hacia EEUU y luego México desbordaban las carreteras de esos países, en el acuerdo estratégico la dirección de los productos iba, mayoritariamente, de norte a sur.
Los bajos salarios en México y la eliminación de aranceles entre esos países más de 800 transnacionales se afincaron en ese país y las rutas comenzaron a cambiar de dirección para los productos terminados, hoy es fundamentalmente de sur a norte.
En este proceso la lucha de clases se hace sentir y la relocalización de empresas se ve afectada por una ola de huelgas sin precedentes en EEUU y Canadá, en donde las metodologías de lucha y movilización apuntan a trabar la cadena de distribución cuestión ésta que se replica en todos los continentes.
¿Cómo llegan las materias primas?, ¿Cómo llegan los componentes electrónicos justo a tiempo? Si en ese contexto de descontento generalizado de los pueblos del mundo además los Estados están envueltos en guerras interimperialistas en cuyos países el grado de tolerancia del proletariado va llegando a puntos muy altos. En este contexto, la situación del sistema capitalista está muy bien caracterizarla como una crisis estructural.
La burguesía monopolista está dirimiendo sus disputas con guerras atroces y convalida con estos hechos la necesidad del sistema capitalista de quemar fuerzas productivas humanas y materiales. Y las guerras son parte de ese proceso.
Sin embargo, la resistencia de la clase obrera en muchos Estados imperialistas comienza a ser diques de contención a la violencia que requiere lo más concentrado del capital financiero.
La relocalización o el Nearshoring no pueden avanzar a los ritmos que adquirió la globalización y en muchos casos la misma está empantanada.