Lo que buscan es disciplinar a la clase trabajadora


El conflicto en Aerolíneas Argentinas y la empresa Intercargo expresa en toda su magnitud la intención de la burguesía monopolista y su gobierno de disciplinar a la clase trabajadora.

Nos referimos a un disciplinamiento que va mucho más allá no otorgar un aumento salarial o de producir suspensiones, despidos, cambios en las condiciones de trabajo. Precisamente, esas medidas son la punta de lanza de una apuesta de fondo de la clase dominante, la que se replica en todos los ámbitos laborales, aunque no sea noticia destacada en los medios.

En cada lugar de trabajo se producen cotidianamente este tipo de situaciones. En simultáneo al ataque a las condiciones materiales, la burguesía ataca la moral y el ánimo al provocar incertidumbre creciente, preocupación, un desgaste permanente y cotidiano. Sumergir a las masas trabajadoras en la lucha no por vivir sino por sobrevivir, conlleva el objetivo de fondo que es disciplinar políticamente la fuerza laboral.

Quebrar la resistencia, minar la confianza en las propias fuerzas, convencer de que nada se puede hacer, como medios para terminar aceptando que nuestro presente y futuro depende de ellos y, por lo tanto, lo único que resta es someternos a ese porvenir.

Derrotar políticamente al pueblo trabajador, y en particular a la clase obrera como clase de vanguardia de ese pueblo, significa para la burguesía someternos a su proyecto en todos los planos de la vida y de la existencia. Aspirar sólo a lo que sus políticas nos permitan aceptando que las reglas, las leyes y las normas, sus instituciones (gobiernos, justicia, partidos políticos, sindicatos, empresas, etc.) son las que están. Y a ello hay que someterse.

Valga como aclaración necesaria; estamos hablando de una política de toda la burguesía como clase dominante. El actual gobierno expresa dicha política con toda desfachatez y violencia, pero no por ello sus otras fuerzas políticas están al margen de ese objetivo. Valga un ejemplo gráfico con el que nos encontramos a diario: cuando un compañero o compañera expresa “éstos son malos pero los anteriores eran peores”; o “por lo menos con los de antes comíamos mejor”, se está manifestando el estrecho cerco en el que la burguesía quiere que nos movamos, la escasa o casi nula aspiración que no sea más que comer un poco mejor o aguantar lo que haya que aguantar por el miedo al pasado.

Abordamos este objetivo político que tiene por delante la clase en el poder desde un plano también ideológico porque, precisamente, es en la ideología donde la burguesía corre con ventaja. Esa ventaja no tiene una manifestación idéntica en la política; allí tienen problemas, no pueden superar sus crisis en ese terreno, encuentran que todavía no han logrado su cometido, pero debemos admitir que aún resta avanzar en la conciencia política de la clase obrera para que la misma sea la que encabece una intervención política, junto al resto del pueblo trabajador, que comience a recorrer un camino antagónico al de la clase enemiga.

Esa conciencia vendrá de la lucha y de la resistencia que se está desarrollando, de un ejercicio de movilización y organización, que debe ser acompañada por una lucha ideológica sin cuartel en el seno de las masas trabajadoras respecto de hacia dónde la burguesía intenta llevarnos.

Esa lucha ideológica es cotidiana y cobra más relevancia todavía al momento de emprender luchas específicas ya que las mismas deben tener en cuenta que, más allá de la causa o del reclamo concreto, estamos resistiendo y enfrentando los intentos por doblegar políticamente a nuestra clase.

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