Ser arte y parte de los cambios que necesita la humanidad


El sueldo básico en nuestro país es el segundo más bajo de América Latina, solo por arriba de Venezuela. La mitad del de Uruguay, y alcanza el peor de Europa, que es Bulgaria.

No hay ni habrá cambio en esta ecuación si no se resiste.

Muchos compañeros y compañeras están sobre este carril y se está asimilando mucha experiencia.

Una de ellas -y quizás la más importante- es que lo gremios están mostrando su verdadera cara al ser ellos los “colaboracionistas” del ajuste a la clase obrera y el pueblo.

Son ellos los que señalan quién será despedido, cómo agilizar los tiempos de trabajo, a la vez que marcan a aquellos compañeros y compañeras golpeados físicamente y moralmente por las condiciones de trabajo.

Las empresas ajustan y para ello hasta tocan hasta fibras de las propias burocracias, dirimen sus internas “a matar o morir” pero nadie queda al margen del repudio de las bases.

En esas circunstancias, en el abajo, aparecen vacíos con necesidad de ser llenados. Se acumula bronca y odio de clase, pero el riesgo de perder el trabajo por tirar la primera piedra para resistir, frena iniciativas.

El tema es que estamos comprobando que tiremos o no la primera piedra nos toca el turno, no sólo del despido sino de la crueldad con que se lleva a cabo el ajuste en cada sector de trabajo. Nos humillan no sólo con salarios miserables sino con un carácter esclavizante para la realización de las tareas.

La resistencia se debe profundizar y en ello ocupa un puesto de importancia la organización y la metodología. Pero tiene que haber una consigna política rectora: derrotar el plan de gobierno.

En cada lugar de trabajo en cada sector hay que aunar las fuerzas que estén mostrando las ganas de enfrentar el actual estado de las cosas. Organizarse.

Fortalecer el núcleo más decidido con la resistencia, que vaya de lo débil a lo fuerte y de lo pequeño a lo grande. El objetivo primario es que los otros compañeros y compañeras de planta sepan que hay un núcleo dispuesto ya a ocupar el vacío reinante, y además es un llegue al poder que enfrentamos con inicial debilidad.

Las acciones deberán ir de menor a mayor. Esas acciones pueden ser de propaganda, pegando afiches en diversos lugares, haciendo stickers o abriendo debates políticos en cada sector.

Los núcleos de resistencia deberán impulsar asambleas por sector, aunque las mismas adquieran diversas formas. Los trabajadores y trabajadoras deberán sentir que algo se está gestando.

Los primeros núcleos deberán estar bien organizados y deberán tomar con fuerza la idea de la democracia obrera, es decir, la resistencia no puede estar basada en las metodologías de siempre que terminan traicionando a los de abajo. Esa democracia obrera o democracia directa deberá ir creciendo en peso político ya que es la que dará la garantía de continuidad legítima al devenir que se presentará complejo.

Derrotar al plan de gobierno es el plan político que contempla embarrarle la cancha a toda la institucionalidad del poder burgués.

Es decir: si en un lugar de trabajo nos plantamos contra un despido (por ejemplo) además de fortalecer la organización de los núcleos de resistencia, de adoptar metodologías de democracia obrera, cada trabajador o trabajadora debe saber que su resistencia es algo más que su propia conquista, que en definitiva desde su lugar derrotó el plan de gobierno y que de ello habrá que dar pasos más consistentes en todos los planos. Unir más fuerzas, acumular más poder para lo que viene.

Estos núcleos de resistencia deben ser conscientes que sus acciones y metodologías son de clase, que nada puede rozar con la clase que explota y oprime a las grandes mayorías.

Ser parte de estos núcleos, ser parte de esta resistencia que aspira a cambios más amplios y profundos permitirá ir sumando más fuerzas que se sientan parte de un todo que eleve la dignidad de cada trabajador o trabajadora.

Son puestos de lucha que hay que ir ocupando teniendo en claro para qué resistimos en esta etapa. Que la lucha desde esta concepción vaya generando no solo una expectativa política sino de vida, que esos puestos que se ocupen sean en definitiva elevar la conciencia de que la lucha es una opción de vida que contempla los intereses de clase. Que son los intereses de nuestras propias familias y que vale la pena ser arte y parte de los cambios que necesita la humanidad.

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