En Taiwán las empresas automotrices japonesas contratan obreros de Vietnam, Filipinas e Indonesia. Estos inmigrantes que deben pagar altas cifras por esa contratación a “reclutadores” y para ello recurren a prestamos, hipotecas y otros artilugios. Una vez contratados se percatan que las condiciones de trabajo adquieren un carácter esclavizante. La presión a la que se ven sometidos para no ser sancionados o deportados adquiere forma denigrante para un ser humano ¡Los obreros endeudados deben producir!
En Brasil, la Empresa automotriz China BID es denunciada por “contratar” una empresa China de construcciones, Jinjiang Group sometiendo a un trato de esclavos a 163 obreros chinos de la construcción que erigen una planta que producirá 150.000 unidades en Bahía.
Dos ejemplos que podrían ser acompañados con las condiciones de trabajo de obreros y obreras de Bangladesh, fundamentalmente en la industria textil, que producen prendas para las “grandes” marcas de moda, pero con salarios miserables que reducen a esa sociedad a la indignidad que solo puede ofrecer el sistema capitalista que los cobija.
Milei y Cristina Kirchner no se sonrojan al afirmar la necesidad de que el obrero argentino “tiene que trabajar 14hs diarias para sacar el país adelante”, y de allí en más millones de trabajadores y trabajadores deberán soportar las reformas laborales que pongan “orden” a la rentabilidad de los capitalistas.
Miles de millones de explotados y oprimidos en el mundo sostienen los negocios de unas pocas transnacionales, son políticas globales de la clase dominante que llegan a nuestro país con expresiones políticas de las más diversas posiciones de la burguesía.
Oficialistas y oponentes
La reforma laboral pretendida es un acercamiento a las condiciones de esclavitud esparcidas en el mundo, no son el capricho de individuos aislados, son expresiones de los diversos sectores burgueses en pugna que los une el espanto cuando se trata de esclavizar la mano de obra.
La presencia de empresas multinacionales en nuestro país que exigen reforma laboral, a sabiendas que la misma ya se aplica. Con la ley en la mano, o sin ella, su aspiración es recuerda a la famosa película “Tiempos Modernos” de Charles Chaplin. Habría que mirar el proceso de Toyota en la planta de Zarate para tomar un ejemplo de este proceso que exige el propio sistema de explotación capitalista.
Las denuncias que emergen de esta “esclavitud moderna” no son expresión de la institucionalidad burguesa, son en todo caso expresión del abajo universal; las crisis políticas por la que se encaminan los Estados en el mundo que dan cuenta de la inquietud establecida por la que transita la lucha de clases.
Mientras el sistema capitalista se ve obligado a profundizar la explotación y empeorar las condiciones de vida, es el mismo modo de producción el que genera las bases de necesidad de cambio y, en ello, las ideas de revolución social que están caminando son el oxígeno que airea la actual lucha de clases.