Las privatizaciones o estatizaciones de los recursos del Estado obedecen a los negocios económicos del capital monopolista en general, y en particular, a sus facciones dominantes detrás de cada gobierno de turno.
El Estado está en manos de los monopolios, por lo tanto, se privatiza cuando es un negocio fructífero y se estatiza o se deja en manos del Estado cuando las condiciones políticas y económicas no son las apropiadas para avanzar con los costos que ello significa. Es decir, cuando el rechazo social es de mucho peso, o cuando los costos son mayores que los beneficios, o cuando el Estado puede asumir esos costos en beneficio de los monopolios.
Sin embargo, lo que hasta aquí ha venido dándose como un conjunto de reglas de juego en las que las privatizaciones se han venido desenvolviendo, se ha trastocado. Este andarivel que se ha venido delineado gobierno tras gobierno se desdibuja de la mano de la nueva andanada de privatizaciones que el gobierno de Milei y su cofradía de aventureros ya anunciaron con la ley de bases y otros decretos.
No es que las condiciones de concentración económica y centralización política puedan dejarse de lado, ya que objetivamente obedecen a las ineludibles leyes dentro de las cuales se desenvuelve el propio sistema capitalista. Y no es que no tenga peso la lucha de clases y los rechazos populares, es que la sumatoria e interacción de todo ello, – asentada en una profunda crisis y creciente anarquía- hace de este escenario privatizador un verdadero chiquero que pinta de cuerpo entero la descomposición a la que asistimos.
Aquellas reglas de juego privatizadoras -desde el menemismo en adelante- con su andanada mediática y mentirosa bajo el manto de la democracia burguesa ya no encajan en este escenario. Tampoco los convenientes estímulos políticos garantizados por el parlamento y el Estado, menos aún el verso de las pérdidas que dan las empresas del Estado, y mucho menos el beneficio social que las privatizaciones significan. Hoy no se habla de cubrir con ellas déficits fiscales, ni pagos de deudas, hoy se busca privatizar por gangas y, lisa y llanamente, por el negocio que beneficie a uno u otro parasito monopolista.
Las premisas de ayer se van diluyendo y chocan contra un escenario que más rápido que tarde se va convirtiendo en una verdadera traba para los negocios delineados con las privatizaciones, contribuyendo a agudizar la crisis. Lejos de ostentar la fantasiosa visión de un capitalismo superando sus propios desafíos, el gobierno de Milei muestra como tales desafíos ensanchan día tras día sus contradicciones.
En los hechos se expresa a través de los intereses cruzados entre las facciones monopolistas que involucra a toda la superestructura donde intervienen también hasta dirigencias sindicales devenidos en empresarios.
Donde la virulencia y la desesperación junto a la degradación de los gobiernos de turno (verdaderos lúmpenes) muestran la putrefacción y la impotencia de disimular su impericia frente posibilidad de hacer negocios improvisados. El escándalo político y de corrupción, con la fallida licitación privatizadora de la llamada Hidrovia del Paraná-Paraguay, es un botón de muestra de lo planteado.
Pero, la perla de este lupanar es la privatización del Belgrano Cargas, que encaja como un guante dentro de este sombrío panorama. Más allá de los decretos firmados en las alturas por el lumpenaje que gobierna, la realidad es que significan un verdadero retroceso incluso para los propios intereses monopolistas detrás de todo ello, que a la hora de la verdad tienen más preguntas que respuestas.
La paralización de inversiones de la multinacional COFCO (de origen chino) y del pago de locomotoras y vagones a la corporación China Machinery Engineering Corporation (CMEC), el rechazo de un crédito de 600 millones de dólares aprobado para la electrificación del Belgrano Sur, a la par del desguace del Belgrano Cargas, hace que la propia disposición de la privatización atente contra la organización centralizada que necesitan los ferrocarriles en nuestro país.
La concentración a la que aspiran diversos núcleos monopolistas que ya juegan en su dominación de la mano de concesiones y los nuevos actores que quieren sacarle el jugo a todo este desguace están enfrascados en la parálisis, mas allá de que determinadas corporaciones como por ejemplo Cargill hayan avanzado a trasportar desde vías férreas propias los granos de exportación a determinados puertos. O que lo terrenos ferroviarios de los talleres de Haedo estén siendo vendidos para negocios inmobiliarios.
Es así como el ¡viva la libertad carajo!! da lugar al llamado anarco-capitalismo, o sea una bazofia que de por sí nada tiene de original, porque se desenvuelve dentro de la propia putrefacción del régimen.
“Con una extensión total de 7.600 kilómetros de vías operativas y 4.429 empleados, la empresa BCYLSA está estructurada sobre la base de tres líneas estratégicas de cargas:
-La red de trocha angosta del Ferrocarril Belgrano que enlaza las regiones Centro, NOA y NEA con los principales puertos de la Hidrovía. Tiene operativos casi 4.000 kilómetros de vías, 59 locomotoras y 6.323 vagones.
-La red de trocha media de la línea Urquiza que une la provincia de Buenos Aires con la región mesopotámica. Posee actualmente activos 1.110 km. de vías con 13 locomotoras y 1.171 vagones de cargas.
-La red de trocha ancha de la línea San Martín que comunica la Capital Federal, el oeste del territorio bonaerense y la región de Cuyo con accesos a los puertos de Rosario y Buenos Aires. Cuenta con 2.505 km. de vías activas y un parque tractivo y rodante en servicio compuesto por 91 máquinas y 4.126 vagones”. (1)
El esquema privatizador fragmenta y desguaza la integración hasta aquí existente en 7 “unidades de negocios”, al mismo tiempo dentro de cada una de esas siete unidades se avala la desintegración en varias “unidades de negocios más”… Aseguran los ingenieros y analistas de transporte que esta realidad “no tiene antecedentes en otros sistemas ferroviarios del mundo” cuya disposición “es un formato atípico” (2) … rayano con la propia anarquía que los contiene, diríamos nosotros.
A todo ello se suman cual será el destino de las viejas concesiones ferroviarias de Ferroexpreso Pampeano -empresa del grupo Techint- Nuevo Central Argentino –de Aceitera General Deheza del grupo Urquía- y Ferrosur Roca -en manos de la brasileña Camargo Correa-. Más allá del oscurantismo de las concesiones indefinidas de estos monopolios, el problema para estos grupos viene dado por sus formatos de negocios que chocan contra los que plantean los decretos privatizadores. Si en los próximos meses se renuevan sus concesiones este es otro factor de crisis al que se enfrentan. Si no se renuevan también. En este caso ¿El Estado será hará cargo nuevamente de estas áreas de transporte? … Todo el asunto es controvertido y tiende a serlo aún más.
En suma: en el desguace del Belgrano cargas convergen los viejos y nuevos negocios monopolistas, se entrecruzan viejas y nuevas reglas de juego, donde la necesaria organización centralizada se desintegra al mismo que la intervención de varias y diferentes empresas privadas más preocupadas por las ganancias y las ayudas del Estado intenten garantizar la coordinación logística, los mantenimientos, reparaciones y repuestos.
Una cosa es producir diferentes piezas en diferentes empresas y luego ensamblarlas en una sola empresa que las centraliza sobre la base de un conjunto de normas -como la industria automotriz- y otra es desensamblar un ferrocarril en muchas empresas y querer que el resultado sea hacer fluir este mejunje en una organización única y armoniosa en medio de una crisis descomunal y con una improvisación que salta a vista, una verdadera locura.
Sobre la base de este panorama se alzan también las políticas contra la clase obrera y el pueblo con mayor razón aun, cuando lo que se trata es de constituir “unidades de negocios” que necesitan fuerza de trabajo flexibilizada y disciplinada para responder a las exigencias de ganancias frente a estas inciertas e inestables condiciones.
En tal sentido las respuestas de los trabajadores no pueden ser otras que el enfrentamiento político desde la independencia política, la unidad de base y con otros trabajadores y el ejercicio de la democracia directa. Los planes de gobierno más allá de la aguda crisis política y de sus disparates más desenfrenados obedecen a las necesidades del poder monopolista de más explotación y ajuste. Hoy dominado por una crisis que se profundiza al compás de un creciente rechazo a sus políticas e inmerso en sus encrucijadas, avanzar en el enfrentamiento y la acción movilizadora debilitan aún más sus planes. Y crea las condiciones para avanzar en potentes acciones que pongan freno y que representen una salida superadora de este régimen putrefacto y fracasado que es el capitalismo.
(1 y 2) Portal Punta de Rieles nota publicada el 21/2/2025 “Con un formato atípico e incierto, Milei busca privatizar los trenes del Belgrano Cargas”