Es de todos conocido que las tácticas revolucionarias se sustentan en el análisis de las condiciones materiales en la que se desarrolla la lucha de clases.
La objetividad de las condiciones materiales abarca, fundamentalmente, la situación de las masas frente a las condiciones de vida que le impone la sociedad capitalista.
Qué queremos significar con esto…
Cuando hablamos de condiciones estrictamente económicas tales como las variables numéricas que abundan y desbordan los medios masivos de difusión tales como déficit o superávit fiscal, reservas del tesoro, paridad del peso con monedas mundiales, balanza comercial o de pagos, inflación, etc., o políticas como libertades democráticas, paridades jurídicas, etc., todas tienen su reflejo en las condiciones de vida de las masas pues, aunque parezca una inocente conclusión, si no fuera así, no tendría sentido, para nosotros, el análisis de dichas variables.
En pocas palabras, las condiciones materiales se analizan en su relación con la situación de las masas afectadas por ellas.
Decimos esto que parece obvio, porque en muchos casos, los análisis que se hacen sobre estas variables pierden de vista esa relación indisoluble, entonces lo económico se separa de lo político, es decir, de la influencia directa que estas condiciones materiales tienen sobre las clases y las capas populares de la sociedad.
En consecuencia, se separa lo económico de las repercusiones políticas y sociales y se cae en el error, muchas veces provocado intencionalmente por ciertos emisores de la idea del capitalismo permanente, y otras por actores bien intencionados pero limitados por un razonamiento y una estructura de pensamiento burgueses.
La lucha de clases es motor de la historia que se asienta sobre las condiciones materiales en las que viven las masas.
Valga esta pequeña introducción para analizar lo que queremos reflejar en una dimensión más que necesaria para concluir o reafirmar lo que venimos diciendo en nuestras notas, artículos y documentos.
En los últimos meses y semanas las mencionadas condiciones materiales a las que nos somete el sistema capitalista mundial y su expresión nacional con el gobierno actual a la cabeza, va configurando una situación de masas que se expresa en distintos conflictos y que va dando una impronta a la lucha de los oprimidos (proletariado y demás sectores populares) en contra de quienes sustentan el sistema y lo quieren perpetuar para seguir explotando trabajo ajeno y acumulación de capitales basada en la expoliación de millones de vidas humanas y degradación del planeta.
En lo internacional, parte de sectores del poder burgués, cansados de probar inútilmente, con su democracia de pacotilla, resolver los múltiples problemas del capitalismo, hacen arreciar los vientos de guerras con las cuales quieren resolver la crisis estructural del sistema destruyendo masivamente riquezas que se interponen como muros infranqueables ante la imposibilidad de ser absorbidas por los mercados que han excluido enormes cantidades de personas incapaces de comprar lo inaccesible que llegan a ser los alimentos básicos para sobrevivir.
La burguesía, desde sus primeras crisis mundiales, allá por fines del siglo XIX, consciente de la encerrona provocada por ellas, se ha pasado la vida tratando de solucionar con decisiones políticas los problemas del funcionamiento económico del sistema que se caracteriza por la acumulación y profundización de contradicciones insalvables que sólo se resuelven con una revolución que ponga en mano de los productores (los proletarios), la decisión sobre lo producido en un proceso hacia la desaparición de las clases sociales, a lo que se niega la mencionada clase parasitaria.
En el plano nacional, la motivación de la burguesía, es la misma. Luego de decenas de años de engaños y medidas tomadas para destrabar el funcionamiento del sistema, aplicando dosificadamente los ajustes tratando de no atizar la lucha de clases, acude al ajuste brutal y prolongado a los trabajadores y sectores populares con el fin de equilibrar los números para reiniciar un nuevo círculo virtuoso de producción de capital para seguir acumulando y ganar competitividad en la disputa imperialista.
Sin embargo, a pesar de sus intenciones políticas, la burguesía no puede manejar los mecanismos de la sociedad capitalista los cuales son en sí, contradictorios, e inconscientes a la vez, ya que la producción es caótica derivada de la propia competencia determinada no por la planificación para satisfacer las necesidades y aspiraciones de los seres humanos sino por la voracidad de la obtención de mayores ganancias para la acumulación capitalista y el mejor posicionamiento en la competencia imperialista.
Pero esas condiciones materiales, como decíamos más arriba, se relacionan con la situación de masas que responden de acuerdo a sus necesidades, también materiales, conformando conductas determinadas que van delineando la lucha de clases.
A la luz de lo expuesto es que resaltamos los últimos hechos protagonizados por la clase productora de las ganancias burguesas y de los bienes necesarios para la vida, el proletariado.
Para mencionar los más resonantes enlistaremos la lucha de los trabajadores de Sancor que no sólo luchan por sus salarios adeudados sino que también denuncia la complicidad del sindicato ATILRA, el paro de las líneas 333, 407, 437, 700 y 707 en el Gran Buenos Aires, por demoras y retaceos en el pago de los salarios, la gloriosa lucha de los trabajadores de Granja Los Tres Arroyos en Concepción del Uruguay, Entre Ríos, en la que la clase obrera logró la intervención de amplios sectores populares también afectados, lucha esta que contó con la traición del sindicato local y nacional, y así podemos mencionar la lucha de los trabajadores del frigorífico Fishing Mart de Mar del Plata, quienes lograron conquistar mejoras salariales a pesar de la represión sufrida, a ellos debemos sumar las luchas del Frigorífico Beccar de Entre Ríos, de los obreros de la pesquera Ex Barilari de Santa Cruz, los trabajadores de Seabord (San Martín del Tabacal), y otros.
También en fábricas metalúrgicas y automotrices se vive una situación de masas caracterizada por la rebeldía y disposición a resistir los embates del ajuste en todas sus consecuencias, suspensiones, salarios, condiciones de trabajo, libertades políticas y, fundamentalmente, en lo que hace a la flexibilización laboral ante lo cual lo obreros, incluso los más atrasados en cuanto a conciencia de clase, se plantan y no realizan tareas por fuera de lo que establecen los convenios.
La característica que queremos destacar en estas luchas es la participación masiva de los trabajadores y el origen de bases que las mismas tienen, sin dejar de mencionar la enorme importancia estratégica de que algunas han saltado los muros de la fábrica para instalarse en el contexto social, haciendo que la clase obrera cumpla un papel dirigente para el pueblo, lo cual constituye una calidad diferente.
Decimos masiva, entendiendo por tal el hecho de que no sólo ha sido la vanguardia formada por activistas la que se ha manifestado en estos conflictos, sino que la clase actuó como tal, mostrando una conducta colectiva en esos ejemplos, claro que, contradictoria y complementariamente, podríamos decir que estas expresiones de la clase, constituyen la vanguardia de las amplias masas obreras del país.
Por todo lo expuesto, consideramos que, por un lado, la burguesía habiendo intentado por decenas de años atemperar la lucha de clases apretando y cediendo mediante el engaño para luego apretar nuevamente, intenta hoy, apremiada por la profunda crisis del sistema que no puede controlar, el ajuste de shock que pretende prolongar, a fin de “resolver” lo que objetivamente no es resoluble. El hecho es que, si bien como clase deja hacer al sector que regentea el gobierno, la repercusión de esas medidas en las masas y la resistencia que ellas ejercen, profundiza las contradicciones políticas entre la propia burguesía, debilitándola políticamente.
Ambas vías, no sólo fracasan en su intención de equilibrar el sistema, sino que, además, han exacerbado la lucha de clases, que evidencia, por parte del proletariado y sectores populares, una tendencia que augura un crecimiento y robustecimiento de dicha resistencia.
Es en ese sentido, que la táctica que favorece el curso de la revolución es el enfrentamiento, la organización y profundización del mismo, a los actuales planes de la burguesía llevados a cabo por el gobierno, atacando a la vez a toda propuesta reformista que intente prolongar el sistema, pretendiendo levantar como opción a quienes se autoproclaman para los puestos institucionales vía elecciones, y contra quienes intenten diluir esa lucha de clases dada en el plano eminentemente político (aunque aún no haya conciencia generalizada de ello) al plano estrictamente económico.