Brutal represión para amedrentar y sostener el saqueo


La de ayer fue una jornada catastrófica para un gobierno ya de por sí débil. El gobierno quería que fueran los barrabravas a la marcha, pero no fueron. La marcha fue espontánea, masiva, diversa. Y no concurrió más gente porque la ministra Bullrich, un mamarracho vestido de funcionario, ordenó que la represión comenzara un rato antes de las 17, que era la hora de la convocatoria. Así y todo, la concurrencia fue importante. Hinchas de montones de clubes de primera y del ascenso, estudiantes, trabajadores, y claro, muchos jubilados.

Se percibía un ánimo colectivo de enfrentamiento, de lucha. Estaba en el aire.

De hecho, a pesar que la represión fue inusitada si la comparamos con otras de los últimos años, cuando las balas de las fuerzas de seguridad daban tregua, los sectores más aguerridos de la multitud arremetían contra los mercenarios del aparato represivo del Estado. Pero la idea del gobierno era vaciar la Plaza de los dos Congresos, no tener la imagen de la plaza colmada, y por eso hicieron una operación de pinzas sobre las dos laterales y bombardearon con gases el corazón de la concurrencia, al mismo tiempo que empujaban a la gente tanto sobre Rivadavia como sobre Hipólito Yrigoyen.

Como dijimos, la represión fue brutal. Muchos heridos, muchos detenidos, que a estas horas, ya la mayoría han recuperado la libertad. Pero los tuvieron retenidos en celulares, paseando por la Ciudad, sin trasladarlos a ningún lugar, recibiendo amenazas e insultos por parte de la policía, sin poder ir al baño, durante horas…tortura psicológica. Y Pablo Grillo, periodista independiente, herido de gravedad, que hoy pelea por su vida en el Hospital Ramos Mejía. Las “fuerzas del orden”, que claramente tienen vía libre para hacer lo que quieren le tiraron con un cartucho de gas lacrimógeno que impactó en su cabeza.

Bullrich salió a decir que Pablo “es un militante kirchnerista”, en un extraño intento, (¿embebido de alcohol quizás, o ¿es secamente cinismo, placer por el dolor ajeno, el dolor de un pueblo?) de justificar lo injustificable. Y la jubilada a la que le pegaron un palazo y cayó seca al suelo. Y todo lo demás, claro.

Sin embargo, lejos de su objetivo, el gobierno obtuvo lo contrario: el pueblo volvió a salir a las calles por la noche, marchando a Plaza de Mayo. Y en muchos barrios salieron las cacerolas y los vecinos cortaron algunas calles y avenidas.

El pueblo está alerta, porque el gobierno, desesperado porque le cierren las cuentas a los grupos económicos a los que representa en el poder del Estado, cruzó una línea que lo pone contra las cuerdas.

Ocurrieron prácticas fuertemente intimidatorias, lo cual reafirma la idea de que lo único que tiene en la cabeza la clase dominante es que las cuentas cierren. Como ocurre, y ocurrió, en los distintos períodos de la democracia burguesa. Que el feroz ajuste se sostenga. Con los votos, y si no alcanza, con palos, gases y balas.

Tal como lo afirmaba Lenin: la democracia representativa es la mejor envoltura política del capitalismo. No hay vueltas, es así.

Debemos prepararnos para futuros y próximos enfrentamientos. El ánimo de las masas (se nota en los lugares de trabajo, se habla en los barrios) está cambiando. Desde el hastío y el cansancio frente a tanto padecimiento, la resistencia se va consolidando y se va contagiando.

Se vivieron en la plaza momentos de confraternidad, de solidaridad. Hinchas de clubes antagónicos sacándose fotos, todos unidos. Todos unidos también, enfrentando la agresión represiva de las fuerzas de régimen. Ayudando a los heridos.

El pueblo va tomando valor. Se acerca la hora de los trabajadores y el pueblo.

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